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Reseña de un verano bastante lector:
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Repaso lecturas de esta primavera de viajes y convalecencias. Van a ser unas reseñas anómalas, porque algunas de las lecturas están tan comentadas que no añadaría nada hacerlo yo también, y en otros casos porque comentarlas desvela necesariamente el juego del libro. Vamos en todo caso:
- Los recuerdos del porvenir, de Elena Garro. Hubo viaje a México, debía por tanto haber lectura mexicana... y además visitamos el precioso Centro Cultural Elena Garro en Coyoacán así que no había mejor autora (con una trayectoria vital complejísima) ni lectura posible. El arranque del libro es de los que se te quedan en la memoria, y la voz con la que se narra, inesperada. Reivindicado como el libro que realmente fundó el realismo mágico en el ámbito literario, es un gran aspirante, pero queda, cerca y lejos a la vez, de Cien años de Soledad. Una lectura recomendable.
- 50 Estados, de Ezequiel Zaidenwerg. Llegué a este artefacto poético sin tener la referencia clara de en qué consistía, y creo que parte de la belleza y su potencia es leerlo sin saber completamente en qué consiste, así que no lo desvelaré aquí. Solo diré que compensa.
- El murmullo, de Belén Gopegui. Libro de Gopegui, lectura y reseña ineludible. En este caso, otro artefacto de difícil clasifición, una tesis académica sobre los libros de autoayuda que analiza desde la perspectiva de considerarlos textos de ficción, acompañada de un ejercicio de construcción de un libro de "socio-ayuda". Se trata de un proyecto ambicioso, y también exigente para el lector. Con frecuencia me ha parecido que las ficciones de Gopegui eran con frecuencia ensayos ficcionados, con tesis fuertes a la vez que, en la elaboración de la narración, cargados de matizaciones y precisiones que de algún forma evocan al modo en que en el ensayo se corrige y define con precisión. Parecía lógico que en algún caso, como este, la ruta de Gopegui fuera (relativamente) la inversa, un ensayo/tesis con componentes de ficción en dos planos (el ejercicio de construir el libro "alternativo" de autoayuda, y el ejercicio específico de ficcionar dos "casos ejemplares" a modo de evocación los "casos" típicos de los libros de autoayuda). Decía que es un libro complejo, por lo citado en términos de estructura (y con ello la diversidad de tonos), y lo es también por el estilo, por las numerosas referencias y, por último, por ese impulso que parece tener y que cita explícitamente de hacer "levantar al lector la cabeza" del libro, al estilo Brecht. Es complejo, sí, y tierno: no desdeña al lector de autoayuda, otorga voz narradora a quien no suele tenerla y opera satisfactoriamente para los síntomas de DSL (Desesperación Silenciosa Leve).
- El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad. De Conrad leí mucho de chavalito, porque mi yaya tenía varios cuentos cortos suyos en casa. A estas alturas creo haberlos leído como libros de aventuras (Lord Jim, El alma del guerrero), sin llegar a entender lo que había detrás de sus personajes y su visión del mundo. El corazón de las tinieblas estaba pendiente, pero a la vez me generaba cierto distanciamiento la sensación de que iba a leerlo con una mirada totalmente estructurada desde Apocalypse Now y su tremendo aparato visual... hasta que encontré otra referencia que de alguna forma me iba a ayudar a enriquecer la mirada y que no estuviese tan determinada por la película de Coppola: Sven Lindqvist y su tremendo Exterminad a todos los salvajes! , que aporta un marco a la lectura del colonialismo y la evolución de pasar de ver a las culturas africanas de exóticas a amenazantes&tenebrosas conforme se necesita justificar la explotación colonial. En cualquier caso, es un libro que ahora mismo ya no puede leerse simplemente conforme a lo que la lectura genera, va a ir siempre cargado de contexto que de alguna manera "se come al libro".
- María Estuardo, de Stefan Zweig. He leído mucho Zweig, y aunque sabía de esos comentarios que señalaban que, aunque a partir de su revival en las últimas décadas haya podido ser leído en algún momento como autor de culto, en su época era más bien un autor folletinesco... nunca lo compartí (o mejor dicho, nunca me importó). Pero en este caso sí: el libro se lee ágil, como todos los suyos, y podría enganchar... pero es demasiado palpable el cambio de época como para no chirriar. Los saltos al vacío interpretativos sobre las motivaciones de los protagonistas, lo arquetípico de los personajes, el estilo en ocasiones excesivamente recargado y, por último, la interpretación de algo así como "el alma perenne femenina" (con su correspondientes correlatos masculinos) hacen que la lectura descarrile con frecuencia.
Por último, me leí también la trilogía de El señor de los anillos, que uno necesita evasión de vez en cuando... eso sí, completamente irreseñable a estas alturas, dada la universalidad de su alcance.
desenlaces a las 05:39 p.m. en Editorial | Enlace permanente | Comentarios (0)
Repasito de lecturas Otoño/Invierno. Buena cosecha, y además en gran medida de editoriales minoritarias.
- Empecemos con el más flojo: El imperio del dolor, de Patrick Radden Keefe, el mismo autor del interesantísimo No digas nada. El imperio del dolor está bastante bien, pero no resiste la comparación con aquel fantástico libro sobre The Troubles. El libro se estructura en tres grandes partes: la primera, claramente la más interesante, en la que analiza el modo en que Arthur Sackler, acompañado en mayor o menor medida de sus hermanos, crea la comercialización moderna de fármacos, con un complejo y opaco entramado de revistas científicas, agencias de publicidad, agencias de investigación y, por supuesto, farmacéuticas. Esta parte es espectacular: la visita comercial, la recomendación de soluciones y tratamientos bajo el aval de revistas científicas, la asimilación entre términos médicos y conceptos de marketing, las bases de datos de médicos y tratamientos, los congresos de "puesta al día", la confusa relación con las asociaciones de pacientes... el nacimiento de todo aquello que ha definido desde entonces a la industria farmaceútica. El segundo bloque, centrada en la conceptualización, lanzamiento y distribución del OxyContin, el fármaco que en buena medida contribuyó a desencadenar la crisis de los opiáceos en EEUU, con foco en la siguiente generación de los Sackler, resulta también bastante interesante: en mi caso, la cuestión es que compite con el recuerdo de la tremenda serie Dopesick, vista con anterioridad y que narra prácticamente el mismo fenómeno, lo que le resta atractivo. El tercer bloque, menos interesante, en ocasiones coquetea con acabar apenas convertido en una crónica rosa de las nuevas generaciones de la dinastía Sackler, enfrentadas a la respuesta social que les atribuye la responsabilidad de las sucesivas crisis sanitarias (desde el consumo alegal de OxyContin a su restricción que acaba por generar un nuevo repunte de la heroína o la expansión del fentanilo) que su fármaco desencadena, de manera que su imagen como filántropos acaba hundiéndose. El saldo final es un libro de interés irregular, pero con tal potencia en su análisis del nacimiento de la industria farmaceútica que justifica la lectura.
- Del dominio, de Guillevic, poeta francés de mediados del siglo pasado, al que llegué en alguna lectura acerca de Manuel Sacristán, que le contrapone a Louis Aragon, ambos poetas del comunismo francés, Aragon el oficial, más vitalista Guillevic. Me resulta difícil reseñar un libro de poemas, más allá de compartir que, en el adecuado estado de ánimo y atención que pide la inmersión en la poesía de Guillevic, con poemas de 4 líneas a lo sumo, me resultó una experiencia muy gratificante. Como ejemplo,
El horizonte
nunca parpadea.
- Bertolt Brecht. Su vida, su obra, su época. De Frederic Ewen, es una biografía poco biográfica: utiliza como eje la evolución lineal de la vida de Brecht (casi basada simplemente en fechas de publicación y lugares donde vivió, pero sin apenas información sobre sus relaciones personales, familiares...) pero no importa. Centrado en el análisis de sus épocas estilísticas (nihilista, dialéctica o de distanciamiento, su necesidad posterior de "simplificar" su estilo para los textos más directamente de intervención en el momento del exilio por la persecución nazi, sus textos más poéticos y más líricos al final de su vida...), poniéndolo en contexto y contraste con la tradición teatral y literaria alemana, es más bien un interesante análisis contextualizado de su obra que una biografía. Y como la obra de Brecht es una maravilla, el libro es un gustazo.
- El capitalismo en la trama de la vida, de Jason W. Moore. ¿Puede un libro encantarte pese a ser una lectura enormemente farragosa, se use los conceptos sin apenas definir o como el autor decida al margen de otros autores, o notar que está aprovechando para hacer ajustes de cuentas académicos? Sí, se puede. El libro de Moore pasa por ser uno de los libros relativamente recientes que han pasado a ser críticos en el ámbito de la ecología política, o de la economía ecológica, o de como llamemos a este ámbito de conocimiento que entrelaza marxismo, ecología y economía. Ni idea si para lectores más afines a la temática este libro es fundacional, pero al menos para mí sí lo es en relación a la capacidad de estructurar conceptos que había escuchado de manera fragmentaria pero no había visto organizados: los cuatro baratos (energía, trabajo, alimentos y materias primas), la relevancia analítica (y sus trampas asociadas) de la separación conceptual radical entre sociedad y naturaleza, y con ello el análisis de la naturaleza-en-el-capitalismo y el capitalismo-en-la-naturaleza, la forma en que el capitalismo crea valor (dentro de sí y, sobre todo, el modo en que se apropia, creando las condiciones externas necesarias, del valor que se crea fuera del propio capitalismo, sea del trabajo de la naturaleza, como el tiempo geológico de conversión de vida en combustibles fósiles, o en el ámbito de la naturaleza social, el trabajo intergeneracional invertido en la crianza... ambos casos requieren unos constructos ideológicos en los que se separe naturaleza de sociedad y diferenciación de roles de géneros para poder justificarse), o la relación tecnología (que permite convertir en valor mensurable la naturaleza), poder y capital como trinidad que avanza de manera no necesariamente alineada pero sí engranada en cada ciclo. Si el libro tiende a ser confuso de un modo que no sabes si atribuir al autor o a la lejanía del lector con los conceptos, hay un aspecto específico que me resulta particularmente cuestionable, y es el uso, que resulta poco definido y quizás poco operativo, del término de oikeios, que trata de ser algo así como el "hálito hacia la relación con el mundo"... El libro, tan sugerente como confuso, me animó (y exigió) a buscar y profundizar en su vocabulario, y me ha abierto un territorio de pensamiento que creo que me va a marcar en los próximos años. Específicamente, me ayudaron a procesarlo a posteriori un par de útiles reseñas (en una de ellas Jorge Reichmann, uno de los referentes en este mundo, es crítico sin apenas piedad), disponibles aquí y aquí.
desenlaces a las 12:07 p.m. en Editorial | Enlace permanente | Comentarios (0)
Realmente, de lo que va de año, ya que no reseñé las lecturas primaverales.
desenlaces a las 09:47 p.m. | Enlace permanente | Comentarios (0)
Repaso de las lecturas de estas Navidades, con mucho regalo y bastante cómic.
- Con todo, de Íñigo Errejón. Arranca con un pequeño trayecto biográfico previo al momento Podemos, trayecto que me genera empatía y que hace que me acerque a él como "uno de los míos": soy ocho años mayor que él, madrileño también y buena parte de los espacios, físicos y colectivos, a los que alude como parte de su socialización política son compartidos, y otros pocos que no lo son al menos los vi nacer (movilizaciones de Bolonia, por ejemplo). Y ni con esa "empatía" de partida me convence. Se trata de un libro de lectura ágil y fácil, en alguna medida recorrido por cierta electricidad, en el estilo y en la narración de años en los que todo pasó deprisa. Se encuentran espacios para hablar del "núcleo irradiador" y similares, pero se separan del hilo principal: Errejón es tan transversal que no quiere perder a lectores por bloquearles la lectura con los aspectos más analíticos. Y este último comentario refleja bien cómo me acerqué al libro: no deja de ser una interpretación mía algo arbitraria sobre el texto, y es que cuando lees a un político (en el fondo a todo autor, pero más si es un político en activo) toda la lectura está hecha desde la suspicacia, aunque sea próximo al campo en el que me ubico (y quizás más aún si es próximo al campo, pero no está exactamente en él). De alguna manera, me pasó algo parecido a lo que me ocurrió al leer Feria, de Ana Iris Simón: me acerqué con desconfianza a la lectura, pues el personaje público y la construcción social alrededor suya orientan mi lectura. En el caso de Errejón, quizás sea por mi lectura sesgada, lo que veo es una reconstrucción -que no termina de parecerme honesta- de unos años críticos, pero que no son el objeto real del libro: el objeto es construir, definir, sustentar, una narración de esos años con la intencionalidad política del hoy, de comunicar el proyecto político de hoy. La autocrítica es escasa: en los comentarios que he visto sobre el libro se señala que esa autocrítica viene a ser la típica de las entrevistas de trabajo, "soy demasiado perfeccionista", y se centran en que otros aprendieron a controlar la interna de Podemos mejor que él, que se focalizaba en salir hacia fuera, a hacer pueblo y país. Es cierto que queda esa percepción: pero como Errejón es indudable que tiene una inteligencia fuerte y bien trabajada, me sorprenden más otras lagunas del libro. Destacaría dos: por un lado, hay poquísima adopción de la perspectiva del Otro (el Otro aquí sería Iglesias, obviamente) cuando se hablan de los desencuentros. Hay llamamientos a entender al votante de Vox, por ejemplo, pero ni una frase que trate de explicar los motivos del Otro excepto consideraciones de cesarismo, camarillas o vuelta a la cultura del PCE... De hecho, sorprende (y jodo, como votante de ambos, me cabrea) que no haya habido una conversación clara y explícita (se citan conversaciones duras, pero no se exponen argumentos de ambas partes y todo parecen ser peleas grupales) entre las dos personitas que han tenido en sus manos el mayor caudal electoral de potencia transformadora que haya tenido este país en 30 años sobre cómo solucionar sus diferencias sin cargarse la herramienta. Otro silencio (o juego trilero) clamoroso es el referido a Marta Higueras: posiblemente sobre ella, personaje políticamente amortizado, es sobre quién se realiza la descripción más dura de todo el libro. Y claro, Marta Higueras no es una champiñón, no nace de la nada, aunque no haya contexto en el libro para saber de dónde sale. Es la herencia del modo de hacer política de Manuela Carmena. Pero claro, contar eso es cuestionar a Carmena, posibilidad que para el Errejón actual es contraproducente (o al menos para el Errejón de cuando escribió al libro... en un año las alianzas cambian y quizás hoy lo escribiese distinto). Y vuelvo a la suspicacia: convencido de que al autor esto no se le escapa, si no se permite adoptar la perspectiva del Otro en ningún momento, ni cuestionar mínimamente a sus compañeros/avales actuales, el libro no es una reconstrucción honesta. Es otra cosa: es interesante como historia y tiene numerosas pistas para leer el momento actual (es curioso como su lectura de la realidad que sea abre tras el COVID sea similar a la que observamos desde una perspectiva de investigación de consumidor), es ágil, está bien escrita, incluso despierta cariño, pero no es un ejercicio destinado a entender lo pasado.
- La virtud en la montaña. Vindicación de un alpinismo lento, ilustrado y anticapitalista, de Pablo Batalla. Es un libro con el que puedo identificarme sin problemas: desde la temática a la tesis central (fácil de ver si paseas desde hace años por las montañas de la Sierra de Madrid: pasamos de una visita grupal y contemplativa a la montaña al predominio de runners acelerados mirando el reloj para batir sus marcas), así como de la tesis macro (individualismo vs comunidad) que se concreta en el mundo de la montaña. Y sin embargo, el libro no termina de resultar redondo. Pude ir a la presentación del autor en Cercedilla (por cierto, en sitio muy recomendable) y varios comentarios que se hicieron en la conversación posterior me ayudan a entender lo que no termina de funcionarme del libro. Por un lado, el estilo: excesivamente farragoso, plagado hasta la saciedad de citas como argumentos de autoridad, llegando a momentos en que se queda uno con la sensación de que los párrafos son una excusa para la cita, más que la cita una herramienta para el despliegue de la idea. Por otro, una postura muy "afianzada" que no dialoga con los otros formatos de experimentar la montaña: comparto la tesis del libro, pero el tono es faltón en ocasiones con los corredores, con la experiencia individual de la montaña, de manera innecesaria. Y por último, tiene una carga nostálgica e idealizadora que chirría en ciertos planos: como se comentó en el debate presencial alrededor del libro, en los clubs de montaña de los 80-90´s, ahora debilitados, el 80% de los participantes eran varones. Los maridos, con frecuencia ecologistas y progres, salían el viernes y volvían el domingo a última hora, y era su pareja la que se quedaba cuidando a los críos mientras que él volvía cargadito de energía, experiencias, misticismo y comilonas. Dicho esto, la idea central es potente, el modo en que se declina en distintos ámbitos (la comida de montaña, la ropa, la exigencia de superación..) está bien desarrollada, y entre la proliferación de citas se encuentran hilos de los que tirar. Si el mundo de la montaña te interesa, compensa la lectura.
- El grito del pueblo, de Jacques Tardi y Vautrin. En 2021 hizo 150 años de la Comuna de París, así que no era mal momento para leer este ambicioso cómic que la recorre, hasta el momento de su derrota. Simpatizando con ella pero sin ser condescendiente y describiendo sus debilidades (sin idealizar a las clases populares que la protagonizaron, presentando la brutalidad con la que llegó a tratar en la derrota a los "versalleses" y a los miembros de la Iglesia, narrando la forma en que va devorando a sus líderes), describe la valentía del pueblo enfrentado a un ejército vencido por el enemigo externo (prusianos) pero inmisericorde con los suyos, poderoso con los débiles y débil con los poderosos (lo que resuena con la trayectoria del ejército español desde la pérdida de las colonias). Sin ser aficionado al cómic, de manera que no tengo criterio comparativo, algunas escenas me parecen maravillosas (el incendio de París o los fusilamientos).
- Los surcos del azar, de Paco Roca. La historia de la Nueve, la compañía española formada por republicanos que, siendo parte de la Segunda División Blindada del General Leclerc, fueron los primeros militares aliados que entraron en el París dominado por los nazis. Una historia preciosa, con algunas licencias narrativas, y la potencia del trazo de Roca.
- Las ciudades invisibles, de Italo Calvino. Decía Calvino que era un libro que se había sobreanalizado, que eran excesivas las lecturas sobre su estructura..., lo que no deja de ser curioso cuando es un libro "estructuralista", sin duda hijo de ese tiempo (todo lo que tiene que ver con los juegos de signos y del lenguaje). Así que, por no sobreanalizar más, solo señalar que es una joya.
- Cuentas pendientes, de Vivian Gornick. Otro regalo. Librazo, otro más, de Gornick. A ver, reutiliza textos ya leídos en algunos de sus libros, no hay un hilo claro en la sucesión de capítulos... pero da lo mismo. Se trata de un repaso sobre 10 libros (de los que yo solo había leído uno) y autores relevantes en la vida de la autora, todos ellos revisitados años después y evaluados desde el cambio de un "estado lector" a otro. El libro es inteligencia en estado puro: capacidad de leerse a sí misma, del leer el ejercicio de lectura, de leer a los personajes pero yendo más allá, más difícil y arriesgado, de leer e interpretar a los autores y saber dónde están sus límites... Eso sí, frente a otras veces, es una inteligencia más inmisericorde, sin piedad. Reconoce méritos, pero no empatiza. Una Gornick más dura que en otras ocasiones: así, una de sus "funciones" posibles en otros de sus libros (ser una caja de herramientas para entenderse a uno mismo y encontrar sujeciones) no aplica en este caso.
desenlaces a las 10:16 p.m. | Enlace permanente | Comentarios (0)
Repaso de lecturas otoñales, variaditas e interesantes:
- El hijo del chófer, de Jordi Amat. Llego un poco tarde, y llego ya casi con buena parte del libro destripado, vía comentarios en RRSS y reseñas en prensa. Pero ha dado igual, ha compensado leerlo. Últimamente siento que las pocas posibilidades de encontrar verdad en la prensa se encuentran alojadas en Sucesos. Y Amat transita de la sección de Sucesos a la de Política, pasando por Medios y Cultura, a través de la figura de Alfons Quintà. Quizás la principal pega (obviamente no responsabilidad del autor) del libro es que, en cierta medida y pese a ser mucho más, se puede encajar dentro de la categoría de "libros sobre el Procés", y esa es una categoría que, a estas alturas, me resulta aburrida y satura. Pese a eso, lectura recomendable, bien trabajada y con un tono y enfoque que podría y hasta quizás debería ser más frecuente: imaginemos otro libro así sobre Miguel Blesa, por ejemplo.
- Los asquerosos, de Santiago Lorenzo. Otro libro al que llego tarde, pero no importa. El tono, el lenguaje, la mirada, el humor... sorpresivo y juguetón, un gran libro, y sobre todo un gran libro inesperado. El ejercicio de extrañeza, de distanciamiento, que sirve para desvelar lo que parece obvio y convertir en humorístico lo que parecería normalizado, es el gran juego del libro. Y esa extrañeza es aportada por aquel que observa o narra desde un lugar intencionalmente periférico, distanciado. Si tenemos en cuenta que en este caso son "periféricos" tanto el autor como el personaje central (observando a escondidas y pasando desapercibido incluso en el territorio que alguna vez dominó) y la voz que narra (tan distante de los sucesos, sin acceso directo), es lógico que el libro esté precisamente lleno de extrañeza, y desde ahí surja su potencia juguetona: pocas veces un libro genera risa, Los asquerosos lo consigue con frecuencia.
- Existiríamos el mar, de Belén Gopegui. Aquí no hubo tiempo a llegar tarde, lanzarme a por cada nueva novela de Belén Gopegui es casi un rito. Siempre libros ambiciosos, siempre lecturas exigentes. Quizás esta vez, una chispa más poético (más allá de los pasajes explícitamente en forma de poema), con alguna concesión más. Igual que otras veces, es extremo el cariño que reciben sus personajes: sus grupos humanos, unas veces más extensos como es el caso, otras más acotados, siempre están desafiados por la vida (por una vida cotidiana, insertos en una "peripecia sin incendios"), y pese a todo encuentran el hueco de la fraternidad. De alguna manera, podría decirse que un buen imperativo moral sería tratar a nuestra gente (o tratarnos) como Gopegui trata a sus personajes: con respeto, ternura, claridad cuando es necesario, haciéndolos sentir razonablemente encajados en un grupo o al menos en un sentido del mundo, sentido compartido que otorga a su vez cierto sentido a los actos particulares, incómodos con el mundo pero abordándolo o enfrentándolo desde un lugar que no es el puro malestar, que tiene una cierta ruta y una compañía para ella. Es difícil comparar, pero quizás sea el libro más reconfortante que he leído suyo.
- Mi hermano, de Daniel Pennac. Lectura ágil, entrañable y afectuosa. La gran apuesta del libro, el juego entre el desarrollo de Bartleby, el escribiente, y el entendimiento de Bernard, el hermano de Pennac, no me agrada, lo que no significa que me desagrade el libro. Trataré de explicarme. Bartleby ya es personaje conocido, su historia la sabemos, de quién nos interesa saber y quién nos atrae es el hermano: logra Pennac que nos acerquemos a él con cariño e interés, nos despierta ganas de saber más. Su paralelismo con Bartleby nos da pistas, que no terminamos de poder completar. Puedo racionalizar que quizás ese ejercicio de dejarnos sin entenderle del todo, ni siquiera bastante, ni siquiera aproximadamente, pero a la vez esa capacidad de hacerse querer casi desde la simple presencia, parece ser lo que experimentó el propio Pennac (que logra transferir al lector esa incapacidad final sobre aprehender a Bernard así como también nos transfiere el afecto hacia él), y en buena parte es la belleza del libro. Insisto, puedo racionalizar que ese es el ejercicio del libro, usando a Bartleby como referente en ausencia de capacidad para entender del todo al hermano querido y perdido. Pero como lector, hubiera disfrutado más Bernard y menos Bartleby: ahora bien, pocas veces entiendes tan claramente que el libro no está hecho para satisfacer al lector. La pretensión de más Bernard y menos Bartleby es seguramente una pretensión imposible y por tanto irreprochable al autor, ya que me temo que al propio Pennac también le hubiese gustado en su vida más Bernard y menos Bartleby.
desenlaces a las 08:12 p.m. | Enlace permanente | Comentarios (0)
Recuperé el apetito lector tras la pandemia. Ya la primavera fue bastante aprovechada y en el verano he podido leer bastante. Vamos a ello:
- 33 revoluciones por minuto, de Dorian Lynskey. Un repaso de la canción protesta desde el 39 (la segunda frase del libro cita nuestra Guerra Civil) hasta la actualidad (arranque época Obama). Es tantísima la ambición del proyecto, la cantidad de estilos, geografías y momentos, que cuando entras en alguno que ya conoces, siempre queda la sensación de que podría ser más exhaustivo. Y aún así, se va por encima de las 800 páginas. Su otro límite, lógicamente vinculado con su extensión, es una mirada anglo (quitando el capítulo referido a Chile, prácticamente todos los capítulos son sobre USA, UK, o territorios ex-coloniales de UK). En cualquier caso, un librazo para tener siempre a mano, que se lee con un reproductor de música al lado para sacarle el máximo partido. Interesante también que el libro no es un texto militante ni cae en la tentación de mitificar a los músicos: no en todos los casos porque no en todos los casos se da, pero cuando ocurre sí subraya su degradación (a veces paralela al movimiento social o musical del que son parte, a veces personal), o recoge su actitud de aprovechamiento, o directamente de despiste por ver su música inserta en movimientos de más alcance e implicaciones. Una enciclopedia para tener siempre a mano. Por cierto, si este mundo te interesa, te interesará Radiooooo.
- Feria, de Ana Iris Simón. La dificultad de leer Feria a estas alturas es que resulta difícil hacerlo sin considerar la proyección pública de la autora o, más exactamente, la construcción de dos polos alrededor de su proyección: o bien es una rojiparda que no se atreve a explicitarse como tal, o bien refleja un mix de España vaciada + nostalgia de un pasado comunitario/proteccionista/estructurado que cobijaba a las clases populares y al que la izquierda ha renunciado/abandonado (sobreentendiendo que a la derecha ni se la espera en el cuidado de esta generación más allá de lo que tiene de comunitario la familia tradicional). Y conociendo esa polarización alrededor de su figura pública es difícil tratar de leer el libro sin una actitud de sospecha, en búsqueda de ese frase que nos descubra a la Fusaro de Ontígola. Y efectivamente, en varias oportunidades coloca mercancía averiada (sobre la inmigración, sobre la militancia actual...) haciéndola pasar por ay, uy, qué reflexión tan espontánea se me ha ocurrido, muy popular y muy "de pueblo": de hecho, el mismo estilo de encadenar como pensamiento en voz alta lo que no dejan de ser afirmaciones ideológicamente cargadas hace pasar por espontáneo y popular, por sentido común- ese pensamiento que emerge sobre la marcha- lo que no dejan de ser posicionamientos con fuertes implicaciones. En fin, en última instancia, ella sabrá lo que es, pero desde luego la actitud de sospecha resulta entendible. Por otro lado, ¿es un libro hermoso? La infancia lo es, la arqueología familiar suele ser también un material idóneo para trabajar a la vez la ternura y el sentido... y es en ambos aspectos en los que se apalanca el libro, consiguiendo en ocasiones convertirse en lectura hermosa (particularmente los pasajes sobre su hermano y el gigante). Pero justamente es en sus saltos al presente donde los aterrizajes son forzosos y forzados. En resumen: un libro que, pudiendo disfrutarse, ha tenido un éxito no sé si editorial pero sí de difusión superior al que sus méritos literarios justifican (con ese mismo material hay libros más hermosos y con menos ángulos oscuros) gracias a que efectivamente recoge bien un sentir relevante del momento (la sensación generacional de haber "ido a peor").
- Canto yo y la montaña baila, de Irene Solá. Una de las maravillas del verano. Hermoso, muy hermoso, sorprendente en su enfoque desde las primeras páginas, juguetón, arraigado y a la vez innovador, casi un libro de mitología actualizado, tan rico y bien entramado en sus perspectivas narrativas que construye un coro, un universo que si bien puede resultar arbitrario no deja de cobijarnos y hacer partícipes... La experiencia me resultó tan fascinante como la primera vez que vi Dersu Uzala, película con la que comparte el protagonismo de la naturaleza y la potencia de lo inanimado. Me hubiera encantado leerlo (si supiera) en catalán: resulta tan preciso y oportuno, y a la vez tan lírico y sugerente, que queda la sensación de que la belleza que desprende (sobre todo en la parte en verso) quizás sea aún más potente en su idioma original. Por otro lado, aunque obviamente, Canto yo... no compite con Feria, leerlos tan seguidos me llevó a compararlos (autoras ambas, no muy distantes generacionalmente, cierto marco "rural" y orientación hacia las raíces...). Pues bien, se puede hablar desde la tradición, reinterpretarla, actualizarla y llevarla más lejos... sin dar oportunidad a la reacción. Irene Solá lo logra. Usa la raíz como catapulta, no como rémora.
- Seda, de Alessandro Baricco. Me recomendaron a Baricco, y tenía Seda a mano. Y me acerqué a Baricco a través de Seda. Y no me llevó muy lejos. Entretenimiento ligero, en un par de horas leído. Una idea+un giro+un estilo reiterativo= lectura de ratito de piscina y poco más. Quizás haya Baricco´s más interesantes.
- Petrocalipsis: crisis energética global y cómo (no) la vamos a solucionar, de Antonio Turiel. Un libro redactado desde el NO, de manera explícita: partiendo de justificar la incapacidad del petróleo para seguir siendo la base sobre la que se ha sustentado nuestro modelo socioeconómico, pasa a repasar las promesas de sustitución que no llegarán a cumplir las restantes fuentes de energía, tengan más o menos relevancia en el pool energético actual, para concluir que el decrecimiento del consumo energético (y por tanto del sistema socioeconómico como lo hemos entendido- y medido- hasta el momento) es el futuro al que estamos abocados, más allá de que lo deseemos o lo decidamos como sociedad. Siendo profano en este mundo y siendo incapaz de enjuiciar lo correcto de los argumentos, el libro tiene algo de acto de fe: si decides otorgársela, las perspectivas son sombrías y de lo que se trata es de decidir como sociedad si dejamos que el decrecimiento sea gestionado o se desarrolle por sí mismo (la situación evoca en cierta medida a las "crisis Seldon"). En cualquier caso, me parece un libro que conviene leer.
- Valle inquietante, Feria, de Anna Wiener. Interesantísimo. Y para que se entienda este interés, breve recordatorio para despistados de que trabajo en una consultora cuya función puede describirse de muchas maneras pero quizás una sea la de ayudar al capital español a actualizarse siguiendo la estela del capital internacional en el ámbito de lo digital. Valle inquietante es una narración en primera persona y desde una mirada ligeramente periférica (lo que no es malo, al contrario, es ese rasgo periférico el que aporta perspectiva) del Silicon Valley pre-Trump. Llegando desde el sector editorial (otro aspecto en común), Wiener narra su trayectoria a lo largo de puestos sin excesiva relevancia del ecosistema digital. Sin indicar marcas ni compañías específicamente a lo largo del libro, la autora trabaja en una startup, una compañía de visualización de datos y otra de software. Describe tanto momentos de las compañías (la ruptura de fronteras entre personal y laboral como estilo de vida, los primeros despidos, las stock options, el cambio de perfiles profesionales dentro de las empresas, las crisis de madurez) como del ecosistema (la preocupación por la diversidad, el deterioro de cualquier fantasía tecnoutópica, la conversión de las rrss en cloacas de acoso y subastadoras de privacidad), todo ello contado desde una mirada muy experiencial. Justo aquí reside lo que podríamos señalar como su debilidad: el libro se anuncia como "Didion en una startup", y si bien es cierto en el sentido del reconocimiento de la agudeza de la mirada de Wiener/Didion, también lo es en el de no crear un marco de análisis de los motivos por los que el ecosistema digital evoluciona como lo hace, dejándolo en un ejercicio periodístico en primera persona. Como dice la autora refiriéndose a buena parte de las referencias del mundo inversor/estartapero, ellos "traducen sus experiencias personales en verdades universales", lanzando en tweets simplificaciones salvajes de hacia donde debe ir la educación, la sanidad o los modelos de trabajo (lo que sonará a cualquiera que siga en Twitter a nuestros estartaperos de referencia, con sus brillantes ideas sobre la solución del COVID). Ocurre, que sin llegar a ese extremo, el libro carece de avales analíticos más allá de la experiencia directa de la autora: aunque a nivel experiencial todo resulte compartido y verosímil, carece, como suele ocurrir en el caso de estos enfoque periodísticos, de una mirada más amplia (¿de dónde llega el dinero al ecosistema digital?, ¿Qué permite que Uber pierda más de 8.000M dólares año tras año y no cierre?). Al margen de esto, que en el fondo es otro tipo de libro, muy recomendable.
- Rúa, de Manuel Torga. Lectura portuguesa para acompañar un viaje por el Alentejo. Serie de pequeñas historias, pequeñas en extensión, pequeñas porque el entorno físico de su desarrollo también lo es (apenas una calle, una pensión, una iglesia...), pequeñas porque su despliegue en personajes es limitado (2-3 personajes a lo sumo, con un par más para ayudar a avanzar la historia...), pequeñas porque parecen transcurrir en apenas pueblos o las típicas pequeñas ciudades portuguesas, lentas, afables y pesadas y a la vez...Y sin embargo, lo lees y has leído un mundo, o muchos mundos. No grandes mundos, no mundos cargados de ambición, más bien muchos pequeños mundos accesibles, que puedes reconocer (en ocasiones hasta el estereotipo... quizás al libro, escrito en 1942, le pese el tiempo) y disfrutar. Lectura cómoda y agradable.
- Volver la vista atrás, de Juan Gabriel Vásquez. Otro de los grandes disfrutes del verano. El historión vital detrás de Sergio Cabrera y su familia: un cineasta del que conocía apenas un par de películas (en concreto, recuerdo con gran cariño La estrategia del caracol, típica película que se ponía año tras año en los cinefórum de la facultad), su simpatía por la izquierda y poco más.... Casi mejor que no cuento más para que el potencial lector llegue al libro con el mismo despiste que yo: solo recomendarlo con intensidad, fascinante, sorprendente, magníficamente escrito...
desenlaces a las 08:44 p.m. | Enlace permanente | Comentarios (2)
Recuperé el apetito lector, lo suficiente para leer varios títulos entre Semana Santa y verano, aquí van:
- No digas nada, de Patrick Radden Keefe. Librazo, maravilla. Una completísima mirada (desde el lado católico) a The Troubles, la época dura del conflicto norirlandés. Estructurado alrededor de la desaparición forzada de Jean McConville, una madre de familia numerosa, ante los ojos de sus críos, y los silencios y desplantes que acompañan durante décadas a sus hijos hasta que finalmente son encontrados sus restos. En cierta medida, el reverso de McConville son las célebres hermanas Price, tan hermosas en su arranque militante, arrojadas y valientes, tan deterioradas a lo largo del tiempo, distanciadas progresivamente de la que pasa a ser la estrategia dominante entre los republicanos que lidera Gerry Adams (otro de los grandes protagonistas del libro), al que se enfrentan decididamente. Mirada sociológica en varios planos (las dinámicas de la comunidad católica, de una organización como el IRA Provisional y sus liderazgos), con un ritmo que casi parece de novela policiaca en ocasiones. Muy, muy recomendable. He leído que alguien lo comparaba con Patria: en absoluto, es comparar un visión panorámica, con ritmo, matizada, que avanza y se enriquece página a página, con un folleto cargado de arquetipos predecibles, sin apenas contexto ni evolución.
- Juan Belmonte, matador de todos, de Manuel Chaves Nogales. Quizás la biografía escrita en España que en mayor medida se ha convertido en un clásico. Será por el enorme atractivo del personaje, protagonista social de España entre la Primera Guerra Mundial y la República, cobijado por los intelectuales y revolucionario del toreo, cuando éste era la referencia del espectáculo. O será por su peculiar expresividad y el interés de sus experiencias y anécdotas, mucho más allá del universo taurino. O será por el estilo que logra Chaves Nogales, una biografía en primera persona que parece recoger las formas de Belmonte (expresivo, vacilón, cargado de ironía) pero que se eleva más allá del género y tiene una fuerte carga literaria (particularmente hermosas las primeras páginas sobre Sevilla, así como el cierre - "la verdad, la verdad, es que yo he nacido esta mañana"). Me figuro que también contribuyó a su condición de clásico el hecho de que la biografía, que finaliza 27 años antes de la muerte de Belmonte, anticipase las tendencias suicidas del torero. Aunque me figuro que progresivamente sea más difícil que enganche con el lector actual ante la pérdida de relevancia del toreo y las fases más centradas en lo que supuso Belmonte como revolucionario de los estilos taurinos suenen a arqueología (el estilo de Belmonte pasó a ser el canónico desde los 40´s), sigue siendo una lectura muy recomendable.
- Klara y el Sol, de Kazuo Ishiguro. No terminó de convencerme Nocturnos, el otro libro que leí de Ishiguro, así que me acerqué con escepticismo. A las pocas páginas había desaparecido. Es un texto de ciencia ficción relativamente convencional (se desarrolla en un tiempo tras una catástrofe que sabemos que ocurrió pero que no se explicita, catástrofe que da lugar a un cambio en las reglas del juego de la interacción social que se intuye pero cuyos nuevos códigos el lector va descubriendo), y con una intención también convencional (esa creación de extrañeza respecto del marco y de las normas de interacción están destinados a hacer aflorar los implícitos del mundo no SCI-FI). Desarrolla con oficio y talento esa estructura y estrategia convencional de la ciencia ficción: pero la clave es la enorme ternura con que se despliega, tanto en su personaje principal (Klara) como en los restantes (Josie, su amigo Rick, la madre de Josie). Los robots han sido usados en la literatura para hacernos reflexionar sobre los humanos: Ishiguro usa los robots para que nos queramos.
- La Comuna de París, de Roberto Ceamanos. El libro está estructurado en tres partes claramente diferenciadas. En primer lugar, efectúa un repaso al contexto que da pie al nacimiento de La Comuna: la guerra franco-prusiana, el estado de situación de los movimientos obreristas franceses, la relación París-periferias francesas o (a mi juicio, la parte más interesante) la reforma urbana de París a raíz de la revolución de 1848 y el malestar de las clases populares por el nuevo urbanismo de Haussmann. A partir de aquí, se sumerge en el desarrollo de La Comuna, el enfrentamiento con Versalles, el desarrollo legislativo de La Comuna y sus frustradas ambiciones de construir un nuevo modelo social, las desavenencias internas de los communards y la represión final. Cierra el libro con la parte menos interesante: un ejercicio bastante académico sobre la construcción de la memoria acerca de La Comuna, de naturaleza bastante descriptiva. Mi sensación final es de un libro correcto, claro, descriptivo, quizás frío al hablar de algo que precisamente fue pura llama. Quizás esperaba un libro más vibrante, quizás un libro más militante, quizás pautas para pensar el ahora... y quizás todo eso fuese un error de mis expectativas.
desenlaces a las 01:28 p.m. | Enlace permanente | Comentarios (0)
O más bien, lecturas del primer trimestre del año. Lecturas inesperadas, a las que llegué casi sin pretenderlo (regalos, compra por impulso en la librería, incluidos en el pack de algún curso...), y con resultados bastante desiguales.
- La canción de Aquiles, de Madeline Miller. Necesitaba lectura de evasión, y esta era un gran aspirante. Una vuelta sobre la relación Aquiles&Patroclo (en este caso narrada como abiertamente homosexual), con foco en los momentos previos al asedio a Troya, alcanzando hasta la muerte de ambos. Una historia ya conocida y una autora con cierto nombre en la capacidad de novelar acerca del mundo antiguo, no podía fallar. Resultado: flojo, flojo. Patroclo es un alelado del que no entendemos como Aquiles puede enamorarse y Aquiles un orgulloso bastante simplón del que oiremos 200 veces hablar de sus pies alados (como 200 veces usará Miller los arroyos deshelando para hacer metáforas de cualquier cosa), y Tetis un instrumento simplón para hacer avanzar la historia. Solo Odiseo y Briseida tienen algo de sustancia. El cierre es apresurado (esto resulta comprensible, escribir alrededor del asedio y el final de la guerra de Troya podría hacerse infinito), los personajes planos y el estilo reiterativo. Vamos, que hay muchas otras mejores alternativas para fantasear alrededor de la Grecia Antigua.
- El nadador en el mar secreto, de William Kotzwinkle. La mejor lectura de estos días. Comprado sin referencias (solo por tener una gente querida a los que les escucho hablar de natación con frecuencia, por lo que el título me produjo curiosidad, más una cubierta elegante), y quizás de ahí venga buena parte del impacto. Belleza, un puñetazo, y a partir de ahí sucesión alternativa de más belleza y más dolor. Recomendación absoluta: eso sí, para día con fortaleza de espíritu.
- Trafalgar, de Benito Pérez Galdós. El arranque de los episodios nacionales. Una especie de "deuda saldada", una lectura tras la que llevaba cierto tiempo. Y creo que habrá más Episodios Nacionales.
- Las horas bajas, de Xandru Fernández. Libro al que también llegué de casualidad (era parte del pack de un curso sobre Mark Fisher) y sin referencias del autor. Por describirlo de alguna manera, se trata de un serie de ensayos ensamblados alrededor de la noción de tiempo, con un fuerte componente generacional (no lejano al mío, lo que facilita el enganche con un texto bastante complejo y exigente), con excesivos vaivenes para mantener el mismo interés de manera continuada. Algunos pasajes se leen desde cierto entretenimiento Pop (Avengers y los dioses y héroes del Olimpo), otros me deslumbraron desde mi desconocimiento (la diferenciación en 3 planos del tiempo: Chronos, el tiempo lineal, Aión, el tiempo del mito, de la narración, y Kairos, el suceso... y su aplicación a La Historia Interminable o su relación con La Montaña Mágica), y en algunos no terminé de entender la ambición (los que parecían ir asociados en mayor medida a una cierta formulación de algo parecido a un "programa político"). Jugó a favor de mi lectura todos los elementos generacionales comunes de los que se nutre el autor y el interés reciente en lo que tiene que ver con la concepción del tiempo (la lectura inmediatamente anterior fue Relojes de Einstein, mapas de Poincaré): sin esas ayudas quizás no lo hubiera finalizado.
Por último, descubrimiento librero: El Cisne Negro, librería coqueta y de buen catálogo en San Lorenzo de El Escorial
desenlaces a las 06:39 p.m. | Enlace permanente | Comentarios (0)
Siendo un año anómalo, unas lecturas de Navidad anómalas: pocas, densitas y tramposas (en el sentido de que algunas no fueron realmente navideñas, pero como la percepción del tiempo que tenemos está totalmente distorsionada...). Eso sí, con varias lecturas muy recomendables.
- Relojes de Einstein, mapas de Poincaré: los imperios del tiempo, de Peter Galison. El subtítulo da una buena pista del marco en que se analiza la producción de Einstein y Poincaré y la relación entre sus aportaciones (más que entre ellos a nivel personal). La reconceptualización del tiempo y el nacimiento de la teoría de la relatividad, cruzada con el trabajo de Einstein en la Oficina de Patentes de Zúrich (donde veía pasar ante sí las innovaciones técnicas en la medición del tiempo) y de Poincaré para el Bureau des Longitudes francés (desde el que competía con el resto de imperios coloniales en la creación de una convención del tiempo a la vez que establecía el modo en que el tiempo en Francia debía ser medido de forma simultánea), acompañadas de las pretensiones de los relojeros suizos y de los dueños de los ferrocarriles estadounidenses por unificar la experiencia del tiempo y de los esfuerzos del anarquismo por romper el yugo del control temporal de nuestras vidas (concretadas en el intento de hacer explotar la estación de Greenwich). Decenas de apuntes que me han ido volando la cabeza: desde qué hay detrás de un GPS a los conflictos imperiales por crear una medición estándar del tiempo (y quién creaba la referencia), la ausencia de una hora estándar en todo el territorio de un mismo Estado hasta finales del SXIX, las soluciones técnicas para que los relojes de una misma ciudad estuviesen sincronizados (cuestión que damos ahora por descontada pero que no ocurría en 1895 en ciudades como París), la aparición de los segunderos o la dificultad de sincronizar dos relojes.
- Otras mentes. El pulpo, el mar y los orígenes profundos del pensamiento, de Peter Godfrey-Smith. Por otra ruta y sobre otro mundo, pero resultado similar al de Galison: varios momentos en que te paras leyendo y dices, "A ver, espera, vamos a releer, ¿esto que he entendido es así?". De alguna forma, lo que hace el libro es intentar poner sentido a buena parte de lo que estudiamos en la carrera de psicología hace muuuuuuuuchos años. Etología, memoria, percepción, neurociencia, conciencia... , e incluso la muerte, en un juego constante de comparar la ruta evolutiva humana con la de los cefalópodos. El libro oscila entre el ensayo, la divulgación científica y la experiencia en primera persona del autor en el mundo del submarinismo, apostando por una opinión fuerte (bastante palpable particularmente al establecer la relación comparativa que hace el autor sobre la duración del ciclo vital entre humanos y cefalópodos) que podríamos asimilar a lo que se conoce como psicología evolucionista. Aquí me saltaron algunas alarmas (ya que es una corriente teórica que me parece circular sobre sí misma: si algo existe es porque ha tenido algún beneficio evolutivo, lo que acaba por tener cero capacidad explicativa), y me hizo pensar en que el libro tiene cierta pequeña trampa porque oscila entre la afirmación científica y la divulgación con gran capacidad para "crear sentido" pero algunas afirmaciones fuertes quizás requieran más evidencia. Dicho esto, una gran lectura.
- Contra la igualdad de oportunidades, de César Rendueles. Libro esperado y leído con ganas: tuvimos además la suerte de que pasara un rato (virtual) por la oficina para comentarlo con nosotros. Quizás lo que voy a reseñar de Contra la Igualdad de oportunidades no sea tan solo del libro y más bien responda a lo que llevo leído del autor a lo largo del tiempo, pero tenga un origen u otro, encuentro aquí algunas características por las que su pensamiento me suele interesar mucho. Son las siguientes: 1) actitud de intervención: no es solo potente analíticamente, además pretende ir dejando líneas de trabajo de intervención específicas (las líneas son específicas, no su detalle: no es programa), frente a ensayos deslumbrantes en su potencia analítica pero también paralizadores, muy distantes de cualquier posibilidad de declinarse en intervención política (pienso en los textos, por ejemplo, de Remedios Zafra, muy interesantes por otro lado) 2) es un "panfleto consciente", y como panfleto, pretende llegar a los no afines 3) enfrenta posicionamientos asumidos casi por defecto entre la "izquierda transformadora", sin dejarlos pasar pese a ser casi estándar en ese contexto (por ej., el rol de la familia) 4) uso de la cultura pop como ejemplificadora y facilitadora de la lectura (y seguramente, como herramienta para llegar a esos no afines) 5) utilización permanente de todos los referentes posibles para construir, o al menos señalar, alternativas posibles: sacadas de la historia, la antropología, de la ciencia ficción, de explosiones de libertad puntuales, de la sociología comparada..., sus textos están cargados de referentes alternativas que estimulan la "imaginación sociológica" 6) y tanto un tono como una conciencia de humildad. Recomendación absoluta.
- Lucrecia Borgia, la hija del Papa, de Darío Fo. Biografía de Lucrecia Borgia, al parecer bastante discordante con la imagen creada de la protagonista a lo largo de los siglos: así será porque así lo dicen, ya que es la primera vez que leo algo al respecto de ella y la famosa familia. Fo presenta la vida de Lucrecia en un formato teatral, haciendo avanzar su vida a través de escenas y diálogos ágiles, por los que pasan los personajes decisivos de la Italia a caballo entre el SXV y el SXVI, trasladando la imagen de una mujer que arrastra una cierta maldición por su belleza y el peso de ser instrumento de las estrategias de su familia, de la que se distancia sin llegar a revolverse. Para un lector interesado en Fo y en Italia, lectura recomendable. De no ser el caso, entretenido y poco más. Y traducida del italiano por un antiguo compañero de trabajo (Carlos Gumpert), que eso siempre hace ilusión.
desenlaces a las 09:56 a.m. | Enlace permanente | Comentarios (2)
Pues sí, el clásico repaso de lecturas de un verano ya lejano y poco leído, de escaso tiempo y pobre actitud lectora. Y aún así, con varios lujazos.
- Historia de los griegos, de Indro Montanelli. No es uno de los lujazos. Está bien, ameno, con muchas pequeñas historias, pero no es un gran libro de historia: entiendo que es un libro de divulgación para quién haya leído poco al respecto, de manera que repite muchos aspectos conocidos. Es tan rica la historia de los antiguos griegos que al final siempre tiene aspectos de interés, pero resulta superficial, además de verse lastrado por algo que quizás en otro momento funcionase bien: el libro, escrito en 1960, tiene numerosas alusiones al contexto histórico en que fue escrito (Italia en el momento de la reconstrucción europea con la IIGM aún muy presente), en general de intención humorística, que ahora mismo resultan o incomprensibles o irrelevantes.
- El amor en tiempos del cólera, de García Márquez. Fue mi estrategia para recuperar el apetito lector. Después de Cien años de soledad, que se me quedó como quizás el mejor libro que he leído, sabía que volver a García Márquez (al que, con los años que tengo, era ya delito no haber leído apenas) me devolvería las ganas de leer. Así fue. Maravilloso libro, sustentado en tres personajes que no logran ninguno de ellos despertar decididamente mi afecto. Hay quién lo analiza desde la relación de García Márquez con la historia de padres, y he preferido no leer al respecto: tengo la sensación de que me emborronaría/ difuminaría la preciosa impresión que me ha dejado
- M, el hijo del siglo, de Antonio Scurati. Qué maravilla de libro, qué mal cuerpo de libro. Magníficamente redactado (además de magníficamente traducido por Carlos Gumpert, del que fui compañero hace miles de años), tan ágil como estremecedor. Imposible leerlo sin pensar en el aquí y ahora, y si podría darse que acabásemos en ese asesinato impune de Giacomo Matteotti (aparte de su dureza, una preciosidad literaria como el libro acaba desembocando en ese momento). Aquí tenemos también unos supuestos liberales que dejaron de serlo capaces de cualquier cosa por no perder sus privilegios, una izquierda que se pone zancadillas a así misma, algún viejo imbécil de lecturas mal procesadas que quiere parecerse a D´Anunnzio sin asomarse a su talento, patanes hijos de la pequeña burguesía aspirantes a enfant terrible desde todo tipo de tribunas, seguramente financiadores del fascismo desde las élites y es posible que también un Rey que, prisionero de su propia institución, esté dudando en escorarse. Ahora, lo que no existe aquí y ahora (además de otro contexto histórico, obviamente) es esa tropa de choque nacida o bien de la frustración con la izquierda revolucionaria, o extraída del lumpen o de las brasas de la primera guerra mundial. Creo que tampoco existe la misma inteligencia política que mostraba Mussolini. En cualquier caso, menos mal que sabemos que la historia acaba felizmente en Plaza Loreto con un buen gancho de carnicero.
- Cuaderno de faros, de Jazmina Barrera. Una compra por impulso ante el escaparate de la que alegrarme, basada en una ilustración preciosa de portada, un tema afín y una editorial valiente. Faros, faros y más faros, que son mirada y destino, que son voz y lenguaje. Como se cuenta en el poema de Neruda recogido en el libro, son referentes que advierten a los hombres: "Por quienes vivo, aun cuando no los vea; / Y así, lejos de ellos, / Ya olvidados sus nombres, los amo en muchedumbre". Oscilando entre el libro de viajes (Normandía, Escocia, Asturias...), la fiebre literaria y la autobiografía, esquiva ese precipicio de la autoayuda de algunos libros que combinan ensayo y biografía (los halcones que me salvaron la vida, el mar que me dio sentido, los paisajes polares en los que me encontré), casi que diría de forma consciente y elegante: parece incluso llegar un momento en que la autora toma conciencia de ese riesgo y da un paso atrás. Un libro que transmite afecto.
- Cómo leer paisajes, de Robert Yaham y David Robinson. Un libro de divulgación geológica, comprensible y buen acompañado de ilustraciones explicativas, perfecto para entender qué hay detrás de la belleza paisajística. Por ponerle un pero (o ponerme el pero a mí mismo, porque es de sentido común si te lees un libro de unos autores británicos), casi todas las referencias son a lugares UK o USA.
Y para ir cerrando: incapaz de leerme El Cisne negro, de Taleb, vaya aburrimiento de libro. Y recomendación para cuando queráis conjugar un paseo por la montaña, algún comentario jocoso y la compra de libros: la librería Fuenfría, en Cercedilla, atendida por Rafael Reig.
desenlaces a las 03:00 p.m. | Enlace permanente | Comentarios (0)
Lecturas del último trimestre, prácticamente todas préstamos, regalos y amigos invisibles:
- "Migración e intolerancia", de Umberto Eco Pufff, cuatro conferencias mal pegadas (y lo mismo hasta mal pagadas, porque huelen desde lejos a faena de aliño). Eco es Eco, pero es una lectura totalmente prescindible.
- "Todos deberíamos ser feministas", de Chimamanda Ngozi Adiche, regalo de amigo invisible. Librito ligero, charla TED que al parecer tuvo una gran repercusión y se convirtió en libro de entrada al feminismo en escuelas de muchos países. Para esa función parece un texto ideal: ejemplos en primera persona, empatía y capacidad de elevarse a conclusiones generales. Eso sí, es lo que es: un ejercicio muy introductorio.
- "El pueblo. Auge y declive de la clase obrera (1910-2010)", de Selina Todd. Un lujo de libro, una referencia para los que nos dedicamos a la investigación social. 100 años de evolución de la clase obrera en Reino Unido: la construcción de su identidad propia (vía representatividad -sindicatos, Laborismo-, vía socialización -espacios de trabajo y espacios de ocio-) y particularmente el momento y forma en que "pueblo británico" y clase obrera se confunden y asimilan (la experiencia de la IIGM, donde el sacrificio de la clase obrera frente a los bombardeos, en el frente y en la producción industrial) de forma que ya ni las élites ni las clases medias pueden negar derechos a quiénes han sostenido el esfuerzo bélico (mientras las élites huían a sus casas en las campiñas durante los bombardeos). Y mil cosas más: el momento en que la clase obrera se convierte en elemento de orgullo e incluso más adelante en moda, una potentísima mirada de género, la atención al peso de los empleados del hogar (a principios del siglo pasado, el sector de la clase obrera con más peso, que empiezan a ver regulado sus condiciones hacia 1920 mediante leyes que, oh, sorpresa, las élites rechazan bajo el argumento de que el Estado "se metía en sus casas" y "atentaba contra su libertad"), el impacto directísimo en las trayectorias de vida de las políticas de vivienda y educativas, la relación con la inmigración, el tatcherismo como atribución de culpas (a los "lumpen/gorrones", a la inmigración, a mí mismo vía ansiedad de "no salir adelante en un entorno meritocrático"...). Un libro de lectura riquísima, enhebrado con historias de vida y testimonios cruzados con la evolución legislativa y el análisis de medios. Lo dicho, mil lecturas posibles: una de ellas es la toma de consciencia de algo conocido pero poco explicitado, que es que el Estado de Bienestar (que es, entre otras cosas, un mínimo respaldo a todo individuo que es parte de una sociedad) no es algo "dado", es el resultado de una intencionalidad política clara que se construye precisamente a través del Estado. Este simple ejercicio de explicitar el origen del Estado de Bienestar tiene consecuencias inmediatas 1) lo que queda de Estado de Bienestar no es "el estado natural de las cosas" 2) Exige dominar el Estado, otorgarle centralidad y hacer ver su relevancia en tu cotidianeidad y trayectoria personal (te puede no importar la política, pero sí te importa que te atiendan en el hospital) 3) Exige explicitar desde el Estado que su rol no es la gobernanza, es construir bienestar para todos sus miembros. En resumen, el libro que me hubiese encantado escribir: no sería posible, ya no solo por mi incapacidad para hacer algo tan bien construido, si no porque en España no pudo producirse una asociación entre clase obrera y "pueblo" ya que un golpe de estado y una dictadura de 40 años destrozó la posibilidad de que la clase obrera accediera a una representación, ni formal ni simbólica, de lo que España era, y la España hegemónica durante tantos años trató (y trata) a sindicatos, partidos de izquierda y movimientos sociales como la anti-España.
- "Ella pisó la Luna. Ellas pisaron la Luna", de Belén Gopegui. Una preciosidad. Es, llevado a libro, una conferencia a la que pude asistir dentro un ciclo denominado Ni ellas musas ni ellos genios, que abordaba la relación de célebres parejas habitualmente descritas -con objeto de cuestionarlo- con un modelo en el que ellos son portadores de la llama de la genialidad y ellas las musas estimulantes de esa llama. Belén, hija del recientemente fallecido Luis Ruiz de Gopegui (responsable de la NASA en España y uno de los científicos con más visibilidad de la segunda mitad del siglo pasado en España), se separa de esta aproximación, la traslada a su entorno personal y recrea la vida de su madre en un contexto familiar profundamente marcado por la enfermedad de su hermana. A partir de ahí, narra la vida de su madre, rescatando episodios, evoluciones y reconocimientos, tratando los episodios de dolor con sensibilidad y siempre con esa capacidad de pasar de lo concreto a lo macro que tiene Gopegui, aunque frente a otros de sus textos (lógico por la temática y por ser en origen una conferencia) es bastante más "individual/particular". Hay un ejercicio al que anima la autora, y que he tratado de llevar a la práctica: preguntar a nuestras madres antes de que sea tarde.
- "Cómo ser una máquina", de Mark O´Connell. Absoluta ida de pinza: no del autor (bien escrito, con numerosos guiños y bromas que evitan la sensación de estar recorriendo una galería de iluminados, a los que en algún caso coge cariño), pero sí la temática. Miedo a la muerte + utopías tecnológicas= transhumanismo, descrito como movimiento social y cultural que trabaja con la ambición de superar los límites (biológicos, temporales, cognitivos) de la especie humana. Más que en su "marco teórico" (de escasa complejidad: jugárselo todo a la potencia de la ciencia mientras almacenas cadáveres para un supuesto momento de capacidad de "recuperarlos", el anhelo de migrar cerebros a plataformas tecnológicas, tecnologías antienvejecimiento...), el interés está en el paisanaje que va desfilando a lo largo del libro. Ricachones que no asumen sus límites mortales, iluminados de Silicon Valley (el lugar que habría que hacer desaparecer, o al menos, en el que cortar 2-3 cabezas de manera ejemplarizante), hackers con mal envejecer, individuos que quizás se acercaron con curiosidad pero apestan a aprovechados... todos ellos acaban generando una impresión bastante peculiar: mientras su ambición de origen es inmortalidad, grandeza, superación..., la imagen que acaban transmitiendo es que, pobres de ellos, son humanos, mortales, fallidos, y como tales, acabarán sus días con la decrepitud inherente a la especie y los pasarán con la misma normalidad que han tratado de rechazar. Es ejemplar el caso del gurú conferenciante de ambición trascendente pero que ahora pasa sus días en una nave de un polígono industrial con un almacén estilo Ikea en el que van guardando y etiquetando cadáveres y cabezas crionizadas. Más allá de las peculiaridades de los sujetos que pueblan el libro, y del estilo, amable y en ocasiones juguetón del autor, el interés del libro no está en lo que hoy el transhumanismo puede ofrecer: reside más bien en las reflexiones que despierta sobre nuestra autoimagen, del modelo de sociedad, la consciencia o la muerte (ocurre algo parecido con muchos debates en el ámbito de la Inteligencia Artificial, su interés principal se encuentra en los implícitos que hacen emerger sobre la inteligencia natural).
- "El lenguaje de las ciudades", de Deyan Sudjic. ¿Qué constituye una ciudad? Sudjic va cambiando permanentemente de perspectiva para hacernos reflexionar sobre la experiencia de la ciudad: nombres, monumentos, multitudes, transportes, transformación urbana, turismo, laissez faire vs planificación, la relación Estado y ciudades-Estado, la competición por la visibilidad global... Múltiples miradas, siendo esto quizás uno de los límites del libro: aborda tantísimos aspectos, todos tan amplios, que apenas esboza las temáticas. A cambio, es una fuente magnífica de referencias en las que ir profundizando: así, descubrí a Aldo Rossi y su espectacular cementerio de San Cataldo, el modo en que el contenedor marítimo cambió el comercio y la estructura de muchas ciudades (por ejemplo, dando pie al nacimiento de Canary Wharf) o la que fue la piscina más grande del mundo en Moscú y como terminó con una enorme iglesia ortodoxa encima,
- Vivian Gornick: de Gornick leí (y comenté en detalle), sucesivamente, Apegos feroces, Mirarse de frente y La mujer singular y la ciudad, que aunque no sean el mismo libro, pueden leerse como tal. En la contraportada de uno de ellos se apunta a que "puede leerse como una guía sobre como existir". Quizás por cómo llegué a ellos, o por el estilo de la autora, fue así como los leí y es desde ahí como los analizo: se trata de una guía no sobre como existir, se trata de una guía sobre cómo ha logrado existir y construirse la propia Gornick. Será por la edad que voy teniendo ya, pero tiendo a fijarme cada día más en nuestra enorme capacidad de autojustificarnos, en mi incapacidad para juzgar las trayectorias vitales y en cómo hacemos todos de la necesidad virtud: nos aferramos a principios conforme estos nos ayudan a soportar la manera en que hemos ido discurriendo a lo largo de la vida ("no tengo hijos por XXX" que alude a elevados principios y a la vez "tengo hijos por YYYY" que alude también a elevados principios... cuando si la vida te hubiese llevado por otro camino estarías aludiendo a los principios opuestos... y bien está que sea así: como decía un conocido, vivir es andar al borde del abismo, y todo lo que nos sujete, bienvenido será). En este sentido, lo que logra hacer Gornick en un demoledor ejercicio de comprensión de sí misma, de su trayectoria y de su entorno, es ir arreando una bofetada al lector cada 3-4 páginas a base de ferocidad y honestidad, de toma de consciencia... Así, golpe a golpe, en ocasiones hablando de sí misma y de su madre, en otras utilizando numerosas lecturas, o recurriendo a vivencias de su entorno/amistades/vecindario, va desafiando al lector y obligándole a sus propios ejercicios de autocomprensión. En esa ruta también va mostrando sus trucos, sus herramientas, para no caer en el abismo (la amistad, el feminismo, el sexo, la forma en que ha gestionado en distintos momentos sus relaciones de pareja, la multitud de la ciudad...). La contundencia en el análisis se acompaña de contundencia en el estilo: sin una palabra de más, agigantándose a lo largo del párrafo para llegar al impacto que te hace volver la cabeza, volver sobre lo leído o subrayar. ¿Es una guía sobre como existir? Es más bien el resultado a posteriori del modo en que alguien extremadamente afilado ha ido construyéndose con los mimbres y el contexto disponible para narrarse y entenderse a sí misma con ferocidad y contundencia, y a la vez para sujetarse ante los abismos que se le han ido abriendo conforme a las condiciones de su vida. Gornick se define como la mujer singular: aunque su capacidad de golpear al lector se basa sin duda en las similitudes que evoca, es una guía tan singular que deja de ser guía.
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Clásica selección de lecturas veraniegas (y alguna primaveral).
- Deshaciendo errores, de Michael Lewis. La historia de la amistad (y finalmente el distanciamiento) entre Amos Tversky y Daniel Kahneman, los psicólogos israelíes que crearon el ámbito de lo que se conoce como Behavioral Economics y que son en general reconocidos por haber configurado el ámbito de estudio de los procesos de toma de decisiones. El libro equilibra bien la parte divulgativa de las teorías de los autores (y su evolución) con su trayectoria personal y su progresiva conversión en celebridades en el ámbito académico. Particularmente interesante me resultan los momentos en que integra sus colaboraciones con el ejército de su país en el contexto de los diferentes conflictos con los países árabes. Es posible que en ocasiones el libro (sobre todo al inicio) pudiese ir un poco más ligero (y no por tratarse de un momento con carga teórica si no por salirse en exceso de foco para hacer una introducción supuestamente "estimulante" de las implicaciones del Behavioral), pero cubre bien la jugada de combinar conocimiento teórico y aspectos biográficos. Y de paso, me quedo como frase de referencia la que utilizan como encabezado del libro: La duda no es condición agradable, pero la certidumbre es un absurdo (Voltaire).
- La familia Moskat, de Isaac Bashevis Singer. El gran descubrimiento del verano. Desde poco antes de la IGM hasta la caída de Varsovia en manos de los nazis, la historia de una comunidad judía en Polonia, arrancando desde una familia nucleada alrededor de un empresario/patriarca hasta su dispersión casi 40 años después. Logra jugar entre el marco social, las historias de los distintos personajes (cambiando hábilmente de protagonistas a lo largo del libro, haciéndolos reaparecer pero manteniendo una perspectiva de conjunto) y la continuidad que ofrece el judaísmo a lo largo del tiempo. El contexto histórico y religioso me resulta interesantísimo, pero siendo honesto, el motivo por el que me ha enganchado, es otro: La familia Moskat es un magnífico folletín (de hecho, en origen se distribuyó por episodios en prensa y radio). Historias con giros inesperados, numerosos personajes arquetípicos (el místico, el "intelectual" desenganchado, el vividor, el patriarca, el trepa, la bohemia, la "verso libre"...) que a la vez resultan contradictorios a corto y evolucionan a largo sin perder credibilidad... Gustazo.
- Lenin. Una biografía, de Francisco Díez del Corral. Un lujazo de biografía (que había leído hace 20 años y sobre la que he vuelto estos días). Me preguntaba un amigo: ¿para qué leer sobre Lenin hoy? Gran y puñetera pregunta. Aparte de por tener una vida apasionante y ser una gran expresión de voluntad y talento, la pregunta crítica que Lenin se hacía sigue siendo pertinente: ¿Qué hacer? Pasan los años y cada vez tengo más arraigada la convicción personal de que el modelo socioeconómico capitalista es limitante para que la plenitud de la vida (de las relaciones interpersonales, de los talentos individuales y colectivos, del disfrute de la belleza y del ocio, de la protección de las otras formas de vida animal y vegetal) llegue a alcanzarse. Obviamente es una convicción indemostrable, y también es indemostrable pero igualmente siento la convicción de la urgencia cada vez mayor de desafiarlo, ya que no es solo que vayamos a llegar a un punto de no retorno medioambiental si no que también llegaremos a un punto de no retorno antropológico en el que nuestra "forma natural de ser" será "capitalista". Lo que sí parece demostrado es que la respuesta que dio Lenin a su pregunta (la creación de un modelo de partido que pasó a denominarse leninista como herramienta para alcanzar la revolución) fue, como es sabido, exitoso para el objetivo a corto, pero no para el objetivo a largo. Al margen de jugar a política ficción (ese recordatorio de que Lenin pidió dos cosas: que no le embalsamaran y que Stalin no fuese su sucesor, con idéntico éxito en ambas), hay un nudo gordiano siempre descrito en todas las revoluciones e imposible de desentrañar: la revolución exige perdedores y ganadores, los perdedores no aceptarán su derrota sin resistencia que desembocará en violencia, y el triunfo ante la violencia exige comportamientos violentos que alumbrarán un nuevo tiempo ya dañado. Y eso, en una sociedad tremendamente más simple que la actual, más autónoma a nivel estatal, sin Internet..., vamos, que una lectura muy interesante como ejercicio arqueológico, pero mi pretensión, ingenua, de encontrar a alguien con algunas claves sobre "qué hacer" ha tenido escaso éxito.
- Memorias de Adriano, de Margaurite Yourcenar (con traducción de Cortázar, que me parece que dejó su huella-quizás en exceso). Un clásico que tenía pendiente. Ya se ha dicho con frecuencia: transcurre en esa época del hombre solo, gobernándose a sí mismo, entre el abandono de los viejos dioses y la imposición del cristianismo. El desafío es tremendo: una autora belga-estadounidense enamorada de la Edad Antigua construye un ejercicio de introspección del emperador de Roma 1800 años antes. Y funciona: no funciona como un libro de historia, no funciona como una biografía, lo que funciona es la experiencia de lectura de una autobiografía que no es tal. Más allá del personaje "autobiografiado", de su contexto histórico, de su amor y mistificación por el joven Antínoo (sobre la naturalidad de ese ejercicio de pederastia también se ha escrito en abundancia), el atractivo reside en la fineza de la introspección: llevo un tiempo conversando con un compañero sobre lo impresionante que es que, mientras el lenguaje humano tenga la capacidad de producir mundos y comunicar cuerpos, o que nuestro sistema visual sea capaz de transmitirnos tanta y tan exacta descripción de nuestro entorno, nuestra capacidad de introspección sea tan pobre (y de ahí el fracaso de los primeros intentos de aproximar la psicología a la ciencia). Nuestro sistema cognitivo, con sus limitaciones, tiene una enorme capacidad para conocer el entorno: sin embargo, es taaaaaaaaaan pobre a la hora de reconocerse y describirse a sí mismo, de hacerse a sí mismo visible (perceptible/consciente) sus motivaciones, su procesamiento de información y sus emociones (como ejemplo siempre pienso en lo casi metafísicamente imposible que es comunicar la experiencia de dolor). Pues buena parte del atractivo de las Memorias de Adriano es el ejercicio literario de hacer visible la toma de conciencia de sus propias emociones y procesos de pensamiento del "autobiografiado", descubriendo, exponiendo, agudas derivaciones, justificaciones, el mix de emociones, la honestidad de la contradicción...
- El año del pensamiento mágico, de Joan Didion. Primera reflexión: leer dramones, por muy recomendados que me vengan, estando de viaje vacacional, en días luminosos y disfrutables, es un error. La lectura es una ruptura con el entorno, y cuando el entorno mola, crear espacios de concentración artificial, tan distanciados, no funciona. Vamos, que me costó una barbaridad enganchar: ha sido volver a lo laboral y, qué cosas, ya me ha enganchado :) Didion escribe sobre la muerte imprevista de su marido, con el que llevaba 40 años de relación, en un momento en que su hija se encuentra en coma, utilizando la escritura a la vez como herramienta de duelo y para la comprensión de su evolución en él, más o menos durante un año (como indica, cuando desaparece un ser querido, una estrategia de nuestro cerebro que mantiene la "presencia" es esa tendencia a ver avanzar el año siempre utilizando la referencia de los 12 meses anteriores a la muerte: este día, el año pasado, estábamos haciendo... Al menos yo personalmente reconozco haberla utilizado). Aunque me lo recomendaron como un libro sobre la muerte y el duelo, me interesa particularmente como un libro sobre la relación de pareja y la memoria compartida (cargada de ángulos muertos) de una pareja, sobre sus complicidades y sus señales solo reconocibles por ellos, esas experiencias decisivas que con una ausencia ya no pueden compartirse en común, y también sobre todos esos aspectos del otro que ignoramos. De hecho, es sobre la relación, es sobre el fenómeno de la muerte, es sobre Didion y su duelo, y sobre lo que apenas es, es sobre el muerto, del que apenas llegamos a saber nada, una ausencia clamorosa. Al poco tiempo, con el libro ya editado, la hija de Didion morirá también: y Didion volverá a publicar un libro sobre ella. Y lo voy a leer, me temo que desde un acercamiento morboso: confío, por lo que me han dicho, en que será de nuevo un ejercicio honesto como lo es El año del pensamiento mágico, pero me parece tan desafiante abordar a través de la escritura por segunda vez una situación así, el riesgo de especializarte en ensayos alrededor de la muerte de seres queridos..., que me genera curiosidad saber cómo lo gestiona.
- 80 poemas y canciones, de Bertolt Brecht. Se trata de una edición argentina, lo que da lugar a expresiones que en ocasiones me resultan ajenas (más cuando bastantes de los poemas los he leído también en la edición de Alianza). En cualquier caso, una preciosidad. Y me animó a profundizar en la vida de Bretch: llevo nosécuántos años leyéndole con frecuencia y no conocía de su vida más allá de los datos básicos de su militancia comunista, exilio durante el nazismo y vuelta a Alemania. Aquí un buen documental sobre su vida
desenlaces a las 10:12 p.m. | Enlace permanente | Comentarios (0)
Las recientes elecciones generales en España han mostrado un desempeño bastante bueno de las encuestas electorales realizadas por los principales institutos de investigación electoral (no puedo dejar de recordar lo "elegante" que ha sido ver a gente que cobra de lo público poniendo a parir a Tezanos y la forma en que luego no han hecho ni un comentario). Y lo han hecho frente a un runrún de fondo que decía que había fenómenos que estaban fuera del radar, que Vox estaba en alza por encima de lo que detectaban las encuestas y que había una serie de consumos digitales (visualizaciones de videos, seguimientos y distribución de contenidos en redes sociales...) que daban a entender que sus resultados serían mejores de lo que las encuestas decían. Por ejemplo, Arcadi Espada jugaba con datos de Google Trends para anticipar que ni Abascal ni Rivera serían los perdedores de las elecciones pero sin atreverse a decir quién sería el ganador.
Empiezo con este apunte a la hora de reseñar "Todo el mundo miente", de Seth Stephens-Davidowitz (editado por Capitán Swing y prologado por Pinker, al que aquí, mientras a toda la izquierda le ha dado por despreciarle, se le respeta como el gran lingüista que es), cuyo foco principal es oponer, frente a las herramientas clásicas de las ciencias sociales para acercarse a la realidad humana (encuestas y entrevistas), la captura de información sobre la realidad social a través del análisis de la información que el usuario registra al interactuar con buscadores, redes sociales, foros... Esta disponibilidad de información nos permitirá acceder a la realidad de lo que efectivamente desea la sociedad ya que no tendremos que pagar el peaje de recurrir a la información declarada, extraída, a través de encuestas o entrevistas, siempre penalizadas porque los individuos, como el título indica, mienten (al contestar encuestas, a sí mismos,...). Y con esta perspectiva el autor afirma estar en condiciones, nada menos, que de refundar las ciencias sociales.
Muchas veces cuando voy a presentar mi opinión sobre un tema que me es cercano afirmo que "somos capturadores y recirculadores del discurso social que nos es propio por encontrarnos en el lugar X de la estructura social": o dicho de manera menos enrevesada, lo que quiero señalar es que obviamente lo que voy a decir depende en buena medida de la posición social en la que me encuentro, y si cambiase mi posición en la estructura social diría cosas distintas..., no por ser un veleta o un manipulador, si no porque somos sujetos hablantes que recirculamos el discurso propio a nuestra posición en la estructura social. Llevado a este caso, yo me dedico a la investigación social y de mercados utilizando habitualmente técnicas que Stephens-Davidowitz menosprecia. Quizás sea por eso por lo que su libro (y su aproximación) me resulta insuficiente para justificar la ambición que pretende. Trataré de explicarlo.
Repasando el tono de la reseña la percibo algo "cargada" por mí parte. Rebuscando los motivos, más allá de que obviamente el texto refleja una competición por apropiarse el enfoque de comprensión de la realidad social, hay un aspecto que me molesta: el título (agravado por la foto de portada). "Todo el mundo miente": más allá de ser un título polémico, ni apunta verdaderamente al límite de la comprensión de la realidad social que tienen las técnicas clásicas (es mucho más relevante la incapacidad del lenguaje para acceder a nuestros estados emocionales, o de nuestra memoria para recordar nuestros comportamientos, o que haya procesos de toma de decisión no accesibles a lo verbal), ni en la práctica es ajeno a las soluciones de análisis propuestas (como el mismo autor afirma al hablar de redes sociales). La cuestión de fondo que me genera malestar es esa dinámica de "sospecha" de la que hace bandera el título: como todo el mundo miente (lo que, además, es mentira), no podemos acceder a la realidad social vía verbalización, por lo que hemos de confiar en cajas negras que nos aportarán luz.
Al margen de todos estos aspectos, el libro está lleno de análisis sugerentes e interesantes, de pistas de trabajo, de ejercicios de brillantez, y apunta a algo indiscutible: la enorme disponibilidad de datos y la capacidad de procesarlos da lugar a oportunidades de comprensión de la realidad que hasta ahora no eran posibles dando lugar a nuevas perspectivas. Precisamente para sacar partido de esa disponibilidad será necesario entender bien la naturaleza del dato, su representatividad, así como ver cómo su explotación puede acompañarse de otras fuentes de información para enriquecer su comprensión. Y finalmente, si la pretensión es expandir su uso al ámbito científico y no solo de negocios, sería necesario garantizar su accesibilidad y replicabilidad.
desenlaces a las 05:41 p.m. en Consumos, Editorial, Estudios | Enlace permanente | Comentarios (0)
Acabo de terminar de leer un libro-joya: La Nueva Ilustración Radical, de Marina Garcés. Cargado de ideas, hay una que me interesó particularmente: es el concepto de "inteligencia delegada". Se pierde algo de contexto al extraer el párrafo, pero por sí mismo es ilustrativo:
"Nacido en el ámbito del urbanismo y desarrollado ideológicamente en Silicon Valley, el término solucionismo (-aquí Garcés hace referencia al término acuñado por Evgeny Morozov-) tiene su propia utopía: la de transportar a la humanidad a un mundo sin problemas. En este mundo sin problemas, los humanos podrán ser estúpidos porque el mundo mismo será inteligente: sus objetos y sus dispositivos, los datos que lo conformarán y las operaciones que lo organizarán. En la utopía solucionista ya no se trata de aumentar la potencia productiva para ampliar las capacidades humanas. De lo que se tratará es de delegar la inteligencia misma, en un gesto de pesimismo antropológico sin precedentes. Que lo decidan ellas, que nosotros, los humanos, no solo nos hemos quedado pequeños, como decía Günther Anders, sino que siempre acabamos provocando problemas. La inteligencia artificial, entendida así, es una inteligencia delegada (...). Humanos estúpidos en un mundo inteligente: es la utopía perfecta".
El texto es evocador y tiene numerosas derivadas (la renuncia al conocimiento, la dificultad de un proyecto político emancipador colectivo cuando delegas las decisiones en soluciones Smart), pero no es eso lo que me llamó la atención: lo curioso es que un texto filosófico de "alto vuelo" coincide con lo que estamos observando recientemente en las demandas de los consumidores en nuestros estudios de mercado. Si bien convive con temores alrededor de la privacidad, es habitual que, cuando evaluamos aplicaciones o asistentes virtuales con consumidores surja una reflexión: ¿con todo lo que saben de mí esto es todo lo que son capaces de aportarme? . El consumidor ya ha descontado que las soluciones disponen de información sobre él, que la procesan y se la entregan de nuevo de manera razonablemente estructurada y enriquecida en un interfaz. La petición viene a ser: si de verdad quieres ser relevante ve más allá, integra información emocional que ya tienes sobre mí (mis gustos, mi música, mi situación sentimental...), y busca forma de impactar realmente en mi comportamiento. Ya sé que debo ahorrar, pero tus aplicaciones de ahorro solo me dan información, no soluciones efectivas: darme información sobre mis gastos, compararlos con los de "alguien como yo" y darme contenidos de "cómo ahorrar" no es solucionarme el problema. Y lo mismo ocurre si hablamos del consumo de energía, las aplicaciones de monitorización del ejercicio o similares.
El consumidor ha escuchado en los medios el discurso sobre la inteligencia artificial/ el algoritmo / los datos (es decir, se ha empapado de solucionismo), esa fantasía de que todo lo saben y que están detrás de casi todo, y les ha acabado otorgando una capacidad de resolver sus problemas que él siente no tener. La cuestión de fondo que lanza el consumidor es la siguiente: no sé bien lo que quiero, y cuando lo sé, no sé cómo conseguirlo: "entrego la cuchara" y que una solución tecnológica omnisciente me lo resuelva. Con esa inteligencia (y voluntad) delegada, rendida, de la que hablaba Garcés, lo que hace es lanzar la pregunta de "¿qué hacer?" a otra instancia, y esa instancia es la fantasía de la inteligencia artificial.
Así, lo que vemos, en ambos planos, tanto el macro de Garcés como el relacionado con el consumo (dos planos distintos, pero relacionados ya en la medida en que el consumidor ha interiorizado esa renuncia), es un ejercicio de "dejación de funciones": una inteligencia que ante el sentimiento de que no puede controlar su realidad, de su impotencia de comprender y dominar su mundo, se acerca a la tentación de que otro actor (esa fantasía proyectada de la inteligencia artificial) lo haga. Es posible que la IA no tenga esta solución, y además el consumidor es (por definición) contradictorio, ya que demanda también privacidad y sensación subjetiva de control. Lo relevante, en todo caso, es lo esta tentación de inteligencia delegada dice de nosotros mismos.
desenlaces a las 08:24 p.m. en Consumos, Ideologías | Enlace permanente | Comentarios (1)
El clásico repaso de lecturas navideñas (entendiendo por Navidad un período amplio que va más o menos de Noviembre hasta Año Nuevo). Me encanta además que la mayoría hayan sido regalos y me alegra ver en qué gran medida han acertado los regaladores (palabra, regalador, que por infrecuente a la vez que "natural" pensé que no existía, pero sí, existe).
- Jerusalén, la ciudad imposible, de Meir Margalit. Se trata de un ensayo (de hecho, fue escogido Premio Catarata de Ensayo) realizado por un exconcejal izquierdista de origen argentino-judío, posición que le otorga una mirada por definición minoritaria (en Jerusalén la izquierda es testimonial desde hace décadas, y la gran mayoría de la población palestina no tiene derecho a voto). Como texto, tiene un considerable desafío: recurrir a referencias aplicables a otros entornos (colonialismo, conflicto de identidades, urbanismo, demografía...) y tratar de aplicarlas en un lugar único. En ningún otro el peso de la historia y su importancia simbólica es tan relevante como en Jerusalén y ningún otro es un lugar sagrado para tres religiones: su peculiaridad hace que el concepto de colonialismo "clásico" difícilmente encaja aquí (no por no ser colonialismo, si no por la cercanía absoluta entre "metrópoli" y "colonia")... Y de esa salvaje peculiaridad nacen los fenómenos que analiza: cómo la ocupación ha pasado a convertirse en normalidad, cómo la sociedad ocupante puede colapsar sobre sí misma, cómo fenómenos globales (como el consumo o el ocio de masas) se desarrollan -o no- en este contexto único, cómo las comunidades derrotadas se rompen, resisten o reconfiguran ante la presencia y presión de un poder que parece que va a ser definitivo.
- La sociedad literaria del pastel de piel de patata de Guernsey, de Mary Ann Shaffer y Annie Barrows. Empecé con cierto escepticismo, me fui animando y acabé lamentando que finalizase casi por sorpresa (de pronto, 10-12 páginas de cierre con agradecimientos y epílogo). Pasé de percibirlo como una especie de típica película de sobremesa de amigos y amoríos en la Toscana (en este caso, en las islas británicas del Canal de la Mancha) a admirar su humor permanente, la bonhomía de sus personajes, la inserción de la narración en el contexto histórico, las referencias literarias, su habilidad para hacer avanzar la historia a través del cruce de cartas... Un libro amable, que se lee con facilidad y que ya he regalado un par de veces.
- Compañero del viento, de Abbas Kiorastami. Un listado de breves poemas del celebrado cineasta iraní (a ver, celebrado si eres un gafotas progre, no nos engañemos), estilo haiku (josravani es, al parecer, el término en iraní), editados hermosamente (con la grafía original incorporada, desconozco si en árabe o en persa). Muy desiguales, algunos son hermosura pura ("Pensándolo bien / no comprendo la razón / de tanta blancura de la nieve"), y la lectura final es una extraña sensación de haber leído multitud de referencias a un mundo que ha desaparecido (no sé si en Irán, aquí sí) ya que buena parte describen entornos rurales o religiosos.
- Atlas de ciudades perdidas, de Aude de Tocqueville, un amigo invisible que ha resultado ser un regalazo. Un repaso (ligero, más evocador que detallado, de forma que conviene leer el libro con conexión al lado para ir enriqueciendo la lectura) por 44 localizaciones que fueron abandonadas. Civilizaciones en desgracia, muchos lugares asociadas al auge y caída de distintos tipos de minería (carbón, diamantes, salitre, oro... lugares que en 60 o 100 años nacen y caen, dejando siempre un pequeño retén de ciudadanos que no desean abandonarlas), catástrofes naturales o planificaciones insensatas. Hay muchas que capturan particularmente la imaginación. Jeoffrécourt, la ciudad destinada a ensayar conflictos bélicos en zonas urbanas del ejército francés. Humberstone, la ciudad chilena donde en varias decenas de años llega a nacer una cultura específica, la "pampina" , Epecuén, fosilizada en sal, Centralia, con una mina ardiendo a sus pies, Agdam, resultado del enfrentamiento entre armenios y azerís, Sanzhi y su modernidad arquitectónica, Bam, donde se grabó La Ciudad de los Tártaros. Un libro ligero pero enriquecedor y sugerente.
- Vida de Galileo & Madre Coraje y sus hijos, de Bertolt Brecht. Dos maravillas, dos. Poco más que decir. Son relectura, y respecto a la anterior, me ha parecido aún más actual y aplicable Vida de Galileo, con esa frase: "Sí, tengo fe en la suave violencia de la razón sobre los hombres (...) La seducción que se desprende de una prueba es demasiado grande".
desenlaces a las 09:33 a.m. en Editorial, Educación, Ideologías | Enlace permanente | Comentarios (0)
Tres libros este verano, no demasiado lector, pero sí con apelaciones personales relevantes.
desenlaces a las 04:55 p.m. | Enlace permanente | Comentarios (0)
Hace mucho mucho tiempo, en una galaxia muy lejana, en los albores del mundo digital, parecía que en los entornos de interacción (pre-redes sociales), gracias a las condiciones de anonimato y a un uso exploratorio, los usuarios construirían identidades diferenciadas de las que les caracterizaban en el mundo físico: un territorio abierto, en el que reconvertirse, experimentar, proyectar. Desde los avatares en SecondLife a los nickname en foros, la identidad presencial se protegía, se distanciaba, se recreaba.
Y como en tantas otras cosas (ay, lo digital iba a hacer transparentes a las organizaciones, y han sido los consumidores&ciudadanos los que ahora somos transparente) los pronósticos tecnoutopistas se han (nos hemos) equivocado. Más bien al contrario, los espacios para el anonimato se han reducido, y nuestras identidades digitales no se diferencian de las presenciales, más bien trabajan para ellas: las afianzan, las expanden, las distribuyen. ¿Qué ocurrió, qué explica lo erróneo de aquellas expectativas?
1) En primer lugar (recojo este argumento de Remedios Zafra: leer su El entusiasmo ha desencadenado buena parte de este post) , las redes sociales no son redes sociales, son redes afectivas: A través de ellas se distribuye, no de forma estática, sino dinámica y en competición, el afecto. Y quieres el afecto para ti, no para tu avatar. Ese like es mío, me pertenece: de hecho, lo necesito.
2) Todo acto se ha convertido en inversión (interiorización de la lógica capitalista, el ocio es pre-producción, la relación social es networking): y quieres invertir en ti (todo es marca personal), no en tu avatar, más difícil de monetizar/convertir.
3) Y finalmente, las propias plataformas, con la excusa de la seguridad, están interesadas en identificar individualmente a sus usuarios para capitalizar sus datos: a los anunciantes les interesan los datos de individuos concretos, no de identidades múltiples, avatares experimentales... Es más complejo el rastro del avatar al individuo consumidor que del yo expandido al individuo consumidor.
Así, lo digital, paradójicamente, ha generado una reafirmación del yo (de su proyección, de su "puesta en valor", de su búsqueda de interacciones afectivas), en lugar de una explosión juguetona de identidades.
desenlaces a las 07:59 a.m. | Enlace permanente | Comentarios (2)
Ivo Andric, Nobel en el 61, hijo de croatas que vivían en Sarajevo en el marco del Imperio Austro-Húngaro, muerto yugoslavo, criado en lo que hoy es la República Sprska , la zona serbia de Bosnia-Herzogovina creada a raíz de las guerras de los 90´s, con dos años fue a vivir a Visegrad, ciudad por la que discurre el Drina y en la que el Gran Visir Mehmed Pasá Sokolovic mandó construir el puente que, inaugurado en 1577, tenía como objeto facilitar los desplazamientos entre Sarajevo y Estambul, entre Occidente y Oriente.
Y con ese marco, Andric hace avanzar la historia de Visegrad desde la construcción del puente hasta la primera guerra mundial, con decenas de narraciones de amor, de dolor, de esperanza, de anhelos, de miedos, donde los musulmanes, judíos y serbios (e incluso los austríacos que llegan hacia finales del siglo XIX) van engarzándose, encontrándose y alejándose, con sus identidades propias a las que se superpone la identidad común que construyen al compartir espacios e historia. Cruzo la novela con alguna lectura reciente de David Harvey, el urbanista marxista: una comunidad humana es la realidad que emerge de la suma de espacios y experiencias compartidas, y esa comunidad que se reconoce a sí misma siempre acaba por construir un "dulce paisaje", el suyo propio, en el que se toma consciencia de sí y se disfruta (los pubs o los estadios en algunos textos de Harvey, los atardeceres fumando en el puente en el caso de Andric). El puente sobre el Drina es un hermoso ejercicio de narrar la existencia y evolución de una comunidad (los habitantes de Visegrad, narrada con afecto y cierto orgullo por uno de ellos) que se construye a lo largo del tiempo por encima pese a las diferentes identidades que la conforman.
Si algo caracteriza el libro es la carga de ternura con la que trata Andric a prácticamente todos los personajes que van protagonizando los episodios que hacen avanzar la historia. Incluso más allá de la ternura, en ocasiones llega a asemejarse a una reconfortante piedad. La dura historia de los Balcanes atraviesa numerosos episodios, cargándolos de violencia y miedo: aún entonces, prácticamente siempre encuentra Andric una forma de tratar a sus personajes de forma que el lector acabe por apreciarlos con respeto y comprensión, o al menos entienda sus fragilidades. De hecho, los factores que hacen avanzar la historia -y desencadenan el conflicto en una comunidad que pareciera que por sí sola lograse convivir- siempre vienen de fuera del propio Visegrad: el mismo puente, construido por órdenes del poder turco, los deseos de independencia serbios, la llegada de la modernización de la mano de los austríacos...
El libro finaliza en la primera guerra mundial: una pequeña localidad de Bosnia y su dulce paisaje se ve sacudida por fuerzas tempestuosas que la dislocan de manera trágica, y es ahí donde el autor cierra la historia. Quizás cuando muriese Andric, en 1975, podría consolarse pensando en que efectivamente, al menos el sufrimiento que hubiese vivido hasta entonces su comunidad humana, era en gran medida exógeno, que no tenía origen directo en odios entre las distintas religiones que habían habitado Visegrad, y que los enfrentamientos entre ellas quedaban amortiguados por la convivencia que lograban construir alrededor del puente en la misma ciudad. Esa podría ser también la agradable sensación con la que cerrase el libro el lector al que no le picase la curiosidad y le diese por explorar cómo es Visegrad hoy: sin embargo, 20 años después de la muerte de Andric, Visegrad fue objeto de una limpieza étnica, con la quema de las dos mezquitas de la ciudad, centenares de asesinados y su conversión a una ciudad prácticamente solo serbia, englobada dentro de la República Srpska, la configuración política serbia que se constituyó en Bosnia tras la guerra.
En este caso, Andric no podría acogerse a la idea de que la violencia llegó solo de fuera: Milan Lukic , responsable de la matanza de Visegrad era local (o según otras referencias, al menos era residente), y lideró una actuación por la que dos terceras partes de los habitantes de la hermosa comunidad de Andric (en este caso, musulmanes bosnios) hubieron de abandonar la ciudad.
desenlaces a las 09:13 p.m. en Editorial | Enlace permanente | Comentarios (0)
Me invitaron recientemente a reseñar “Armas de destrucción matemática. Cómo el Big Data aumenta la desigualdad y amenaza la democracia”, de Cathy O´Neil. Acepté la invitación, y aquí van mis comentarios, basados en las notas que utilicé para la presentación pública del libro.
Cuando arranco un libro que presumo “militante” sobre temáticas que me son cercanas suelo hacerlo con cierta precaución: es habitual que adopten o un tono injustificadamente agresivo o que presenten errores originados en un insuficiente conocimiento de la materia. Y tanto el título como la cubierta, un tanto apocalípticos, me pusieron alerta, alerta que ha resultado injustificada. El libro está argumentado y sus propuestas de cierre son ambiciosas a la vez que evitan caer en esa dinámica militante tan típica que confunde radicalismo con propuestas inalcanzables en el aquí y ahora. A la vez, se encuentra en un nivel técnico manejable, sin exceso de formalismos ni simplificaciones. Vamos, en resumen, un libro que no cae en la pesadez militante para autoconvencidos, más bien facilita tanto a profesionales como a un lector común entender el impacto social de los algoritmos e impulsa la reflexión política e individual al respecto.
Tratando de no destripar el libro, algunas líneas de análisis a raíz de su lectura:
- Los ADM (esas armas de destrucción de masiva que serían algoritmos descritos por O´Neil como opacos en sus criterios y supuestos, aplicados en escalas relevantes y con elevado impacto social e individual en las personas "sobre los que corren") suponen un ejercicio de ingeniería social, en al menos tres planos:
- No por casualidad uno de los ámbitos de desarrollo de los ADM ha tenido lugar en lo que se llamaban instituciones totales: el mundo de la prisión y los delitos (pero también de la escuela, la medicina y el trabajo), lugares donde los sujetos (delincuentes, alumnos, enfermos, candidatos a un empleo) son siempre actores de segundo orden frente a la institución, en espacios sometidos a observación, con una institución que recopila sus datos y se los apropia, espacios donde las interacciones tienen lugar desde planos con grandes desequilibrios de poder (la policía y el delincuente; el empleador y el posible empleado... entre el evaluado y el evaluador). La captura del dato es un acto de poder, como lo es la obligatoriedad de contestar una pregunta. Del poder no se puede recoger dato. Las instituciones totales, con sus desequilibrios de poder y sus registros, son las incubadoras de los ADM.
- El ámbito del marketing y la consultoría son mercados con sus propias dinámicas: una de ellas es alertar permanentemente a las grandes compañías de los riesgos a los que se exponen si no abrazan la última tendencia o la última tecnología, siempre bajo la promesa de adelantarse a su competencia. ¿Y qué promesa es más potente que la idea de omnisciencia implícita en la idea de Big Data? El lado oscuro de esa promesa de omnisciencia a nivel empresarial es la conspiranoia a nivel social. Por un lado, se ha construido una narrativa (divulgada en buena medida por quiénes venden servicios asociados… tras Brexit o Trump, pero también con Obama, aparecían los expertos que se trataban de apuntar el tanto de la gestión de su campaña… y de ahí en cascada hasta cualquier llegar a cualquier pequeña compañía en el mundo) sustentada en la fantasía de que alguien "tiene acceso a todo", y que por tanto "conoce todo", y por tanto, hipotéticamente podría "hacer todo". Atribución de superpoderes al modo de los que ocurría con la masonería, los Sabios de Sión o los Illuminati, que todo lo ven, todo lo saben, todo lo hacen. Por otro, efectivamente son modelos opacos, no replicables (frente, por ejemplo, a la investigación de mercados "clásica", donde en teoría, con la descripción de la muestra y el cuestionario, los datos deberían ser replicables), sustentados tanto en datos como en reglas no explicitadas.
Este último aspecto engarza con el cierre del libro, donde la autora desgrana distintas líneas de actuación para que estas herramientas de ingeniería social sean sometidas al debate y valoración política. Una de ellas es la apertura de la “caja negra” de los algoritmos con impacto social o su supervisión por parte de entidades independientes (universidades, tercer sector…). Propone otras muchas, lo suficientemente relevantes y oportunas como para justificar la lectura de un libro que cumple su función de contribuir a que el desarrollo del Big Data sea sometido a debate público.
desenlaces a las 07:44 p.m. en Consumos, Editorial, Ideologías | Enlace permanente | Comentarios (1)
desenlaces a las 10:05 a.m. en Editorial, Ideologías | Enlace permanente | Comentarios (0)
Repaso de las lecturas veraniegas de 2017... Una buena cosecha.
El sastre de Ulm, de Lucio Magri. Gran libro, tan bueno, que le he dedicado una entrada específica.
Sueños Árticos, de Barry López. El libro del verano. Aunque en ocasiones salvajamente detallista en descripciones (ufff, esas 20 páginas seguidas de descripción del buey almizclero), se trata de una preciosidad. Limitado a los territorios occidentales del Lejano Norte (sin apenas referencias a la zona rusa), impresiona en su detalle y en la extrañeza que genera: alrededor de la limitada fauna (realiza por ejemplo una comparativa entre el número de insectos presentes en el Ártico vs otros lugares del mundo), los preciosos focos en sus 3-4 animales más representativos (el narval, el oso polar, el buey almizclero), sus culturas a lo largo de la historia, sus fenómenos naturales (el svasstad, la fata morgana,…), el lenguaje esquimal (perlerorneq, traducida como “el peso de la vida”, al parecer una especie de sensación previa a la locura que emerge tras las noches permanente de invierno a -40 grados), los distintos tipos de hielo y su formación, el fenómeno de la respiración en temperaturas extremas... En seguida me surgió la comparativa con Leviathan, de Philip Hoare, otra maravilla, “el libro de las ballenas” que voy regalando a la menor oportunidad. Existe una gran diferencia en la perspectiva del autor: aunque ambos construyen desde su vivencia, López no parece utilizar el entorno para explicarse a sí mismo. Hoare sí. En este segundo caso, la fascinación por la ballena y el mar es una plataforma para hablar de uno mismo. López habla de sí, en muy contadas ocasiones, pero para dar contexto, comprensión y un lugar desde el que mirar y comprender que ayude al lector. El foco en López está en el entorno, en Hoare, pese a todo, en sí mismo. Quizás se me está yendo la pinza “analizando”, pero quizás ese cambio de perspectiva se asocie a la mirada ante el entorno que puede haber entre un libro de 1986 (López) frente a otro escrito al final de la primera década del 2.000: ambos entornos fascinantes, antes suficiente por sí mismo, ahora utilizado como excusa para volver sobre la propia identidad. En cualquier caso, casi, casi, tan recomendable como el de Hoare: y eso es muchísimo.
El gen. Una historia personal, de Siddhartha Mukherjee. Después de un arranque espectacular, acabé abandonándolo. El libro parece avanzar, hasta dónde lo dejé, en progresiva complejidad, hasta llegar a un punto en que me resultaba incapaz de realizar una lectura comprensiva sin volver permanentemente atrás. Hasta donde logré entender, interesante, pero me rendí ☹
Manual para mujeres de la limpieza, de Lucía Berlin. Libro desequilibrado. Textos espectaculares, varios planos, alguno estilo Reader´s Digest. El libro parece avanzar en círculos sobre sí mismo, y con frecuencia cuando vuelve atrás en cada texto lo hace en exceso, de manera que resulta reiterativo: Lucía Berlin ha sido “comunicada” casi más como personaje que como autora, y desde luego por la forma en que está construido el libro se corrobora la impresión, ya que las vueltas atrás lo hacen reiterando facetas del “personaje” que resultan poco relevantes una vez leídas.
La escala de los mapas. Siendo fan intensito de Belén Gopegui (y quizás más de ella aún que de sus novelas), no había leído La escala de los mapas, su primer libro. Aclaremos ese “rollito fan”: en todas sus novelas me ha impresionado su ambición literaria (superior en mi opinión a cualquier otro autor español actual: en temas, estructuras, lenguaje, documentación – impresionante el caso de Lo real, con su inmersión en el mundo de la investigación de mercados), pero siempre me ha quedado la sensación de que “faltaba un puntito” para que sus obras estuviesen a la altura de su ambición. De lo leído de ella, ningún libro tan perfecto como “Un pistoletazo en medio de un concierto”: y no es una novela, es un breve ensayo en el que ambición y resultado sí van a la par. ¿A qué viene esta explicación? A que sin esta actitud fan previa, a las 20 páginas hubiera abandonado La escala de los mapas. Y si lo hubiera hecho, me hubiese perdido el desarrollo de un libro que es un lujo, un lujo que solo se disfruta si te dejas ir, superas ese momento hasta que el libro te hace suyo y olvidas algunas pequeñas incomodidades del estilo. Hecho eso, una lectura cargada de extrañeza y de joyas, de apuntes, de los que te paralizan la lectura y te encuentras volviendo sobre ellos días después de haber dejado la lectura. Y el final, qué gran final.
desenlaces a las 09:09 a.m. en Editorial | Enlace permanente | Comentarios (0)
Ya se sabe, el verano y las vacaciones, ese momento de pensar proyectos... proyectos que rara vez llevarás a cabo pero que durante unos días te regalan un desafío y una inquietud. Como en mi caso no aplican los coleccionables ni el gimnasio, a mi cabecita le ha dado por pensar qué libros le gustaría escribir, qué cuestiones le gustaría entender. Y son estos tres, registrados en el blog como manera de desafiarme:
desenlaces a las 07:41 p.m. en Editorial, Ideologías | Enlace permanente | Comentarios (0)
Todos tenemos nuestras oscuras perversiones. Una de las mías es la historia del movimiento comunista italiano: Gramsci, los partisanos, el PCI (Partido Comunista Italiano), la autonomía operaria, el "largo mayo del 68", Toni Negri, las Brigadas Rojas...Y del tirón, claro, las referencias musicales (Banda Bassotti, Modena City Ramblers...)
desenlaces a las 12:49 p.m. en Consumos, Ideologías | Enlace permanente | Comentarios (0)
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El clásico post de lecturas de vacaciones, que en el fondo es más bien de lecturas del último trimestre:
- El poder del perro y El cartel, ambos de Don Winslow. En total, más de 1.400 páginas distribuidas en dos libros que pueden leerse del tirón: tanto por ser el segundo continuidad del primero como por el estilo, basado en una sucesión salvaje de impactos y en una coreografía de personajes que obligan a mantener la atención. Una historia de México en la que México no es el motor, es más bien la correa de transmisión, en la que se enfrentan durante décadas Art Keller, un agente estadounidense, con Adán Barrera, narcotraficante que siempre pretende utilizar el punto exacto de violencia que la situación requiere, en una dinámica en que cada momento exige un punto más de violencia. Así, entre otras cosas, los libros son una progresiva escalada de violencia y maldad: de una violencia salvaje acotada a una violencia salvaje generalizada, en número y geografía. Lectura muy recomendada: eso sí, y a sabiendas de que siempre que voy a México tengo la sensación de no estar enterándome de nada, la imagen que da del país es muy distinta a la que vivo cuando lo visito.
- En bruto. Una reivindicación del materialismo histórico, de César Rendueles. Me he acostumbrado a leer todo lo que publica Rendueles. En su blog, en un texto cualquiera, siempre encuentras, cuanto menos, un par de chispazos que te cambian la mirada. En SocioFobia, una tesis bien trabajada y un (o muchos) desafío, en Capitalismo Canalla, abundantes líneas de reflexión con la “percha” literaria, y En Bruto, quizás demasiadas ambiciones para un libro relativamente corto. A lo largo del libro el materialismo histórico es puesto en relación con muchos, muchísimos aspectos: el idealismo al que se enfrentó Marx en su contexto, la pervivencia del idealismo naif del que ya habló Rendueles en Sociofobia, las abundantísimas líneas sobre las que se desplegó el materialismo histórico, los saberes cotidianos, las oportunidades y paralelismos de la relación con la biología…, tantísimos temas, de tanta potencia y alcance, que la sensación que deja el libro es de no terminar de tratarlos con el suficiente detalle. Por otro lado, seguramente relacionado con lo anterior, no logro percibir con claridad el objetivo del libro, o mejor dicho, no consigo valorar si lo logra. Parece existir un objetivo obvio (que entiendo que es orientar la mirada a la caja de herramientas del materialismo histórico) , pero en el caso de que el objetivo fuese identificar nuevos usos de las herramientas ya disponibles, o enriquecerlas - quizás debido a que existen tantos ámbitos desde los que desplegar la potencia del materialismo histórico-, da la sensación de no aportar líneas que de alguna forma ya han sido desarrollados por todos aquellos que se han reclamado sus herederos a lo largo del tiempo. De los tres libros de Rendueles leídos hasta el momento, el que menos me convenció: pese a eso, siempre es una buena lectura.
- H de Halcón, de Helen Macdonald. Me acerqué pensando en que era Philip Hoare y sus ballenas llevadas ahora al mundo de la cetrería. El libro me lo recomendó la misma persona, era también editado por Ático de los Libros, Hoare recomendaba en la contracubierta y había ganado el mismo premio en UK. Y no, no es lo mismo. A ratos pensé que era mejor, al final no lo creo: pero sigue siendo muy recomendable. Cetrería, por supuesto, y pérdida y duelo, y metaliteratura, y Merlín el Mago. Eso sí, exige cierta fortaleza de ánimo. Me gustó mucho esta entrevista a la autora: en todo caso, mejor leerla después de leer el libro.
- Inmunidad, de Eula Bliss El típico libro que tiene todo para gustarme: la percha de un tema de actualidad (virus, epidemias, vacunaciones), y que desborda un acercamiento temático para acabar hablando de literatura, de estructura de clases, de la definición y los límites del yo y el no-yo, o de la construcción de conocimiento en un momento de proliferación de fuentes que tienden a jugar en igualdad de condiciones, por encima de los procedimientos por los que ese conocimiento ha sido elaborado y validado. De hecho, hay un momento en la lectura del libro que acaba por asaltar al lector la misma duda sobre la construcción del conocimiento que plantea el mismo libro: ¿será la autora una fuente suficientemente fiable? Al final, tanto el libro como el lector acaban en la misma conclusión: lo es. Lectura muy recomendable.
- Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño. Me siento un hereje y un traidor, como si hubiese fallado a todos esos amigos que me lo recomendaron con esa mirada cargada de empatía, tratando de ponerme en la pista de algo de incalculable valor. Y no. No funcionó. Aburrimiento, esa es la sensación. Aburrimiento continuado, pese a las distintas estrategias de lectura (en solitario, combinando con otras lecturas, leyendo sobre Bolaño para tener contexto, leyéndola en DF y leyéndola en Madrid…). Cada página un esfuerzo sin recompensa. Alguno de los amigos me insisten: avanza, avanza, llegará, el esfuerzo valdrá la pena. Pero no: lo siento, no llegaré a ser parte de esa tribu militante de Bolañistas.
- Poemas y canciones, de Bertolt Brecht. Es posible que ya haya reseñado este libro, ya que procuro leerlo cada par de años. Tiene algunos de los poemas que recuerdo con más cariño y disfrute. De hecho, alguno casi elevado a “dogma moral”. Una preciosidad, sobre todo los poemas a partir del exilio y tras su vuelta a Alemania.
- Todo Paracuellos, de Carlos Giménez, donde se recopilan la totalidad de los distintos Paracuellos que fue publicando el autor. Una joya, un gustazo, volver a algo leído hace ya muchos años y que sigue impactando tanto que necesitas ir parando historia a historia.
desenlaces a las 08:01 p.m. | Enlace permanente | Comentarios (0)
Para ser exactos, lecturas desde Semana Santa hasta el fin del verano. Ha salido una gran tanda.
desenlaces a las 09:43 a.m. | Enlace permanente | Comentarios (0)
Repaso de las lecturas de este primer trimestre:
- La conquista de México. El encuentro de dos mundos, el choque de dos imperios, de Hugh Thomas. Desde hace tres años acostumbro a viajar cada dos-tres meses a México, y trabajo a diario con equipo en México. Pese a eso, y aunque viviera allí 10 años creo que no entendería el país: me desborda, me asombra, me desconcierta. Y sobre todo, me fascina. Intencionalmente trato de acotar a qué atender del país: por ejemplo, me basta DF, ya de por sí inconmensurable. Y para acompañar esta fascinación de cierta comprensión ando obligándome a leer prensa mexicana a diario o, como es el caso, tratar de profundizar en la historia del país (aunque, obviamente, algo ocurrido hace 500 años no sirve para entender la realidad actual, sí aporta unos mínimos conocimientos). Es posible que sin esta motivación extra particular el libro de Hugh Thomas me hubiese resultado excesivamente arduo: la utilización frecuente de castellano antiguo, una exhaustividad genealógica excesiva, un ritmo un tanto trabado... hacen la lectura algo farragosa. A cambio, tiene un detallado acercamiento a la conquista de México (creo que nunca he acompañado tanto una lectura del recurso a la Wikipedia para ir profundizando en lugares, términos y personajes) y está escrito con un tono de cariño (hacia los principales protagonistas, al mismo México) que favorece la lectura. Desde luego, cumple los objetivos que tenía al arrancar el libro.
- Ingenieros de la Victoria, de Paul Kennedy. Un análisis de 5 ámbitos (al parecer, definidos en la Conferencia de Casablanca) en los que los desarrollos tecnológicos permitieron a los Aliados sobreponerse a las iniciales ventajas del Eje. Si el mundo de la Segunda Guerra Mundial te interesa, un libro y un acercamiento muy recomendable, que aporta otras perspectivas.
- Fama, de Daniel Kehlmann: recopilación cuentos/historias de este escritor alemán, al parecer bastante relevante allí. Alguno de interés, en general flojete.
- Voces de Chernóbil, de Svetlana Alexiévich. Recopilación de narraciones en primera persona del desastre de Chernóbil. La primera es un gancho al mentón tan intenso que ya no levantas cabeza. Casi diría que ahí reside una de las debilidades del libro: tan fuerte, tan intenso, tan demoledor el arranque, que a partir de ahí solo puede bajar. Y quizás no baja, solamente se te ha incrementado el umbral del dolor. La otra es que, en ausencia de narrador o de cualquier elemento que trate de dotar de sentido a todas esas narraciones, si logras levantar cabeza del primer golpe, no haces más que recibir uno tras otro hasta que, quizás, te vuelves insensible. Hay ciertos temas recurrentes: la similitud inicial, pero insuficiente y equívoca, con la experiencia de la II GM, el fatalismo ruso, la incapacidad de la naturaleza para asumir un impacto que durará miles de años, pero a la vez, su continuidad inalterada en primera instancia, la ruptura de una sucesión natural de generaciones, la conversión de Chernóbil en una especie de santuario en el que incluso puede encontrarse refugio (esa exiliada de una guerra caucásica que teme más al hombre que al átomo), o la ausencia de referentes para entender un fenómeno incomparable. Muy recomendable, pero no sí resulta mejor concentrar en 3 días de lectura intensa o ir poco a poco avanzando entre las diferentes narraciones, casi como un modo de respetar todo el dolor y el asombro que se recoge en cada una.
desenlaces a las 10:20 p.m. en Editorial, Educación | Enlace permanente | Comentarios (0)
El clásico repaso de lecturas navidad 2015 (realmente, Otoño+Navidades 2015).
Como próxima lectura, con grandes ganas de hincarle el diente, Inmunidad, de Eula Biss.
desenlaces a las 08:48 p.m. en Editorial, Educación | Enlace permanente | Comentarios (0)
El clásico repaso de lecturas veraniegas, con retraso, y no muy numerosas.
- Los niveles del juego, de John McPhee en Editorial Dioptrías. Tenis&derechos civiles en USA, Arthur Ashe vs Clark Graebner, dos estilos de vida, de juego, dos dinámicas que se cruzan en la pista durante un partido. Recomendable.
- Asesinato en el Comité Central, de Manuel Vázquez Montalbán. Ummm. Ummm. Y re-ummm. Pues no sabría decir. Arranque estupendo. Algunas descripciones costumbristas del Madrid de finales de los 70´s que parecen de una guía cutre, cargada de topicazos. Y el rollito guay&gastronómico del personaje que me carga. Pero un par de vueltas de tuercas chulas en el desarrollo y el tema me dejan con una sensación de “bueno, venga, vale”.
- La Gran Armada, de Colin Martin y Geoffrey Parker. Leído de viaje por Escocia, lo que ayuda a meterte en situación (de allí es uno de los autores, de hecho). Seguro que mi desconocimiento del lenguaje naval es un obstáculo para haberla disfrutado más, pero buena lectura. Tiene una lectura en forma de sociología de las organizaciones bastante interesante.
- El maestro en el erial, un magnífico libro de Gregorio Morán sobre Ortega y Gasset, su vuelta a España tras el franquismo y su papel en ese desierto intelectual. España volviendo a la escolástica en 1940, Ortega y sus albaceas fingiendo “silencios cargados de razón”… Me animé a leerla tras “El cura y los mandarines”, del mismo Morán, y aunque con mucho menos escandalera, es claramente mejor libro. Morán tiene la misma mala leche, pero mejor encauzada. El libro analiza, construye, no simplemente arrea salvajemente, como ocurre en “El cura…”. Menos asalvajado, más potente. Y, una diferencia relevante: se nota mejor editado y bien trabajado. Por sus circunstancias de publicación, a “El cura…” le faltaba una vuelta editorial (y quizás también por parte del autor), que aquí no se echa tan en falta (aunque presenta algunas reiteraciones), y eso permite leer a un Morán fino, fino. La mejor lectura del verano.
desenlaces a las 11:11 a.m. en Editorial | Enlace permanente | Comentarios (0)
Con numerosas citas electorales a lo largo de 2015, es fácil que nuestra mirada quede centrada en el sistema de partidos, los candidatos, sus estrategias..., y se pierda el fenómeno central que lo determina: el modelo de relaciones sociales que nace de los estragos de la Gran Depresión y su concreción en España, fenómeno del que el sistema de partidos es consecuencia y no causa.
Como resultado de la crisis, y ante la insuficiencia de las herramientas políticas de las que disponían las clases subalternas en España (sindicatos en retirada, un PSOE incapaz y una IU presa de todos sus lastres), y apoyándose en una especificidad española de la crisis (la vivencia extendida, resaltada por el 15M, de un ejercicio depredatorio por partes de las élites en forma de corrupción), el núcleo fundador de Podemos apostó por crear una alternativa política basada más en una "Coalición de Conciencias" (expresión tomada del muy recomendable "¿Qué pasa con Kansas?") sustentada en el rechazo de la corrupción y de una "casta", que en una "Coalición de Intereses", aunque no dudo de que respondiese a una intención de defensa específica de intereses de las clases populares. Esta apuesta pasaba por una estrategia discursiva que no alejase a las clases medias, particularmente a los profesionales liberales. Desde ahí se entiende la pretensión de evitar la presencia en la agenda de temas que pudiesen romper esa "coalición de conciencias" (debates República vs Monarquía, tensiones territoriales...) y un discurso poco "conflictivo" en relación a intereses de clase (plasmado en esa aceptación acrítica de la centralidad económica de Pyme´s y autónomos). Este modelo ha logrado apropiarse en buena medida del voto de la izquierda (ante la incapacidad de IU y la debilidad del PSOE), movilizar a abstencionistas e incluso es posible que, al menos durante un tiempo, a parte del centro.
Esta estrategia, que durante un primer trimestre de 2015 ha funcionado a la perfección, se ha visto quebrada: sin recurrir a teorías conspiratorias, es fácil observar que una alternativa que comparta los elementos centrales de la "coalición de conciencias" (rechazo corrupción) y que responda en mejor medida en ciertos aspectos a intereses de clase puede hacer saltar por los aires esa "coalición de conciencias". Esa "coalición" podía romperse desde las clases subalternas, que se sintiesen traicionadas por la "suavidad" del discurso. Sin embargo, con IU al borde del colapso interno, la movilización social en reflujo y el PSOE "reconstituyéndose" y sin apostar ni mucho menos por la izquierda, no era éste el campo de la amenaza. Han sido las clases medias las que han encontrado una alternativa satisfactoria en el ámbito de los valores y que responde en mayor medida a sus intereses. Algunos datos en ese sentido: Ciudadanos es...
- El partido con más peso de trabajadores en activo.
- El partido con más peso de aquellos que tienen formación universitaria, tras IU (página 68).
- El partido (tras el PP) de los que en mayor medida creen percibir mejora económica (página 62)
No encontré datos que trabajen directamente con la clase social (los datos del CIS que utilizan esta variable se recogieron antes del reciente crecimiento de Ciudadanos), pero estos datos sugieren algo bastante ya comentado: Ciudadanos es un partido que responde a los intereses de aquellos que salieron razonablemente bien de la crisis, y sobre todo, que no quieren ver amenazada ninguna posible recuperación, a la vez ofrece una "conciencia tranquila" en relación a la corrupción. El voto del miedo no tiene que ser ya el voto vergonzante.
¿Responde esto a un error dramático de Podemos? No necesariamente, en dos sentidos. Uno, en que los resultados municipales pueden modificar el escenario electoral de cara a las generales, de forma que no tengo claro aún el "fracaso" de la estrategia: un buen resultado en Madrid y BCN puede cambiar las cosas. Y en otro sentido, más amplio y relevante, lo que intenta Podemos es la única alternativa con perspectivas de éxito que se pudo pensar y construir, frente a los efectos devastadores de la crisis, desde la perspectiva de las clases populares: ante la debilidad de sus herramientas clásicas, y ante la urgencia de la situación (y la escasa duración, como se está observando, de la ventana de oportunidad), una "alianza de malestares" era una estrategia adecuada para atraer a su campo a las clases medias. El calendario electoral, lo acotado de la ventana de oportunidad, la respuesta del rival, nos muestran lo difícil y arriesgado de la estrategia. Quizás, de no ser posible ya una victoria vía Blitzkrieg, vía guerra rápida, en un único frente de batalla (el electoral) haya que volver a pensar en una estrategia de guerra en profundidad, en múltiples frentes, para lo que el proceso pasa por reconstruir las herramientas de las clases subalternas (si esta es la única alternativa, nos lo "podemos" tomar con calma).
Decía que la estrategia de "alianza de conciencias" no era un error de Podemos: era la única alternativa posible para disputar la victoria a corto (un disparo inmediato), en un ámbito concreto (un único objetivo), el electoral, y desde ahí extenderla a otros ámbitos. La alianza clases subalternas y segmentos relevantes de las clases medias era el objetivo, lo que daría lugar a un determinado modelo de salida a la crisis. Las clases medias, una vez pasada la vorágine mediática del primer trimestre de 2015 (y crece ligeramente la percepción de salida de la crisis), disponen de otro modelo: y ese modelo, el modelo Ciudadanos, es particularmente afín a las clases medias (impuestos bajos, orden ante la inmigración, unidad nacional, cambio "tranquilo"), a la vez que tiene un mensaje claro hacia las clases subalternas: la crisis es vuestra, nosotros creemos haber salido de ella con más o menos apuros, no vamos a arriesgar ahora, y lo que quede de crisis y sus consecuencias os las vais a comer entera, queridas clases subalternas. En conclusión: el problema, como sociedad, no es la estrategia de Podemos. El problema como sociedad es que las clases medias, de forma generalizada, creen haberse "salvado", y asumen con tranquilidad una estructura social que puede resumirse en "dependencia del exterior, caciques en lugar de élites, clases medias pedigüeñas de lo que el Estado o el capitalismo de amigos pueda aún ofrecer, tejido productivo desarbolado y clases subalternas siempre amenazadas de exclusión social"
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A estas alturas hay millones de cosas escritas sobre Podemos. Y sin embargo, tengo la sensación de que algunas cosas no han sido demasiado explicitadas, justo las que más curiosidad me producen, sobre todo en contraste con otras formaciones de izquierda (en concreto, con la que tradicionalmente me he identificado, y que hoy día reproduce los mismos problemas que hace 10 años).
En primer lugar, un punto de partida: puedo confundirme completamente, pero apuesto (y mucho si hiciera falta) a que el núcleo dirigente de Podemos tiene una clara identidad de izquierda transformadora. Esta identidad, y este anhelo, de izquierda transformadora no creo que sea menor, por ejemplo, que el del núcleo dirigente de IU (si es que tal cosa existe).
Dicho esto, hay algunos rasgos de Podemos que me resultan particularmente significativos:
- Un claro motor: la voluntad de poder. Desde su propio nombre, Podemos es una máquina en pos del poder. Frente al derrotismo inoculado desde el 89 en la izquierda que se reclama transformadora, Podemos sale a ganar. Y salir a ganar no es decir "vamos a ir a ganar". Es, al menos 1) Identificar y trabajar victorias parciales que construyan la narración de victoria (ejemplo, la manifestación del 31E). 2) No hacer prisioneros: la victoria es el objetivo, y si por el camino, es necesario ejecutar, se ejecuta 3) No hacer más amigos de los imprescindibles: IU, las CUP, Echenique... han probado que, y quizás probarán aún más dentro de poco, en mayor o medida que, según la necesidad del momento, fidelidades y vínculos por afinidad, más bien pocas. Asumir hacer lo que sea necesario para ganar.
- Relacionado con lo anterior, no tener hipotecas. Una de sus fortalezas obvias es su carácter novedoso, que lo libera de hipotecas. Pero es que además, con su desempeño ante prisioneros y amigos, trata de no contraerlas. Mientras otras organizaciones se encuentran presas de su pasado, sus equilibrios de poder y sus relaciones con terceros, Podemos trata de no asumir hipotecas y no sé si, llegado el caso, de no pagarlas.
- Esta ausencia de hipotecas es referida a alianzas y equilibrios de poder, pero también a nivel discursivo. Algunas de las "cadenas semánticas" con las que se ha visto aprisionada la izquierda tradicional en España se ven rotas (patria, ¿clase?...). Si ciertos términos reducen el campo de juego, se ignoran. Si ciertas categorías amplían la audiencia, se utilizan.
- Esto se sustenta en un núcleo dirigente acotado, que opera hasta al momento como núcleo cohesionado. Voluntad de poder, sí, pero alineada. Voluntad de poder, obviamente, tiene Ángel Pérez, tiene Susana Díaz, pero cada una la propia, ocurra lo que ocurra con su organización. Como núcleo dirigente cohesionado, Podemos opera como un artefacto engrasado como no se veía desde la época de Aznar rodeado de Miguel Ángel Rodriguez, Rato y Cascos (otro ejemplo de auténtica "voluntad de poder").
- Voluntad de poder, sí, y además el poder como objeto central de análisis y desde ahí de la práctica política. El poder y el Estado, el poder y las fuerzas armadas, el poder y las posibles divisiones entre las élites, el poder y la creación de discurso, el poder y la forma de entender la organización, el poder constituyente.... Todo gira alrededor del poder. Justo lo que la izquierda socialdemócrata, tan buenista, tan de "derechos", tan de ciudadanías y consensos, olvidó.
- Podemos es poder desde ya. Lo ejecuta sin estar investido, ejerciendo de poder desde donde puede: desde el discurso, pero sobre todo desde prácticas autoreguladas, sin dejar que terceros se las puedan determinar. Voluntad de poder, sí, pero no solo como objetivo, desde sí y desde ya, frente a la incapacidad de otras fuerzas de izquierdas que nunca pudieron ejercer como poder autoregulatorio de sí mismas, siempre subordinadas a la agenda de terceros.
Cuatro últimas reflexiones:
1) el 90% de las críticas a Podemos desde la "izquierda" son pura manifestación de incapacidad, la incapacidad interiorizada tras años de derrota. ¿Se manifiestan como puro acto de autoafirmación? Vaya, ¿y no te encantaría a ti llenar Madrid como ejercicio de autoafirmación de tu organización? Anda, además utilizan la tv ¿Y no sacrificarías en un altar a tu responsable de comunicación por conseguir que te sacase en prime time? Y así prácticamente todo.
2) Como objeto político, Podemos es fascinante. En un año, has creado una "organización" que centraliza el debate, aparece líder en muchas encuestas y has colocado a los restantes actores a la defensiva. Es un gran ejemplo de "inteligencia puesta en marcha". Y entronca con una gran tradición española: crear objetos políticos fascinantes, como la CNT anterior a la Guerra Civil o el 15M. Justamente, con Podemos, tres artefactos políticos con una relación "curiosa" con el concepto de poder.
3) Ocurrirá lo que ocurra, pero igual que el 15M nos vacunó contra la tentación de culpabilizar a los inmigrantes de la crisis, de momento Podemos aparece también como una protección para discursos de repliegue identitario, justo el resorte de autoprotección que se dispara de forma automática en una Europa atenazada.
4) Si llega, cuando Podemos sea ya poder (ya lo es, pero en otro plano), ¿cómo gestionará el fenómeno que señaló Ibañez como indefectible en toda relación de poder? "El poder se reserva el azar y atribuye la norma, es impredecible para los súbditos, pero los súbditos han de ser predecibles para él". Una máquina de tremenda voluntad de poder, ¿cómo reaccionará cuando progresivamente vaya conquistando nuevas cuotas?
desenlaces a las 04:24 p.m. | Enlace permanente | Comentarios (0) | TrackBack (0)
Repaso de lecturas de este fin de año.
- La Romana, de Alberto Moravia. Durante un buen tiempo tuve la sensación de leer un folletín romántico. Quizás lo sea, quizás no me haya leído en la vida un folletín romántico y de pronto descubro que pueden ser grandes lecturas. O quizás no lo sea, no importa. Al menos en este caso, hay un ejercicio estupendo de construcción de personajes: no en el sentido de dibujarlos, de delimitarlos y caracterizarlos (de lo que también hay buenos ejemplos en el libro), sino en el de hacerlos evolucionar, acabar siendo como son sin poder poner un pero a la lógica de su trayectoria.
- Sobre una montaña, de John D´Agata. No soy imparcial con nada de lo que venga de la editorial Dioptrías , pero Sobre una montaña me parece una preciosidad. El desafío del lenguaje y su ininteligibilidad, Las Vegas, Edvard Munch, el suicidio..., todo eso y más, en un libro con un tono y acercamiento muy especial. Muy, muy recomendable.
- Madrid. El advenimiento de la República, de Josep Pla. Lectura "cómoda", se trata unos diarios que avanzan apenas un año tras la llegada de la República, con foco particular en la proclamación. Como siempre se lee desde el presente, sea ciencia ficción o historia, es fácil encontrar analogías con el momento actual: en la torpeza del poder (esa sensación de inercia entre el poder que da por hecho de que las cosas, por haber sido de una forma, seguirán siéndolo), en los arribistas que se arremolinan ante el cambio, en el desafío que gestionar un cambio supone para los que siempre lo anhelaron... Pla no engaña, transmite su conservadurismo, una actitud de distanciamiento y una mala lecha bien tirada que desmonta en un par de líneas a personajes clave. Una buena lectura.
- El cura y los mandarines. Historia no oficial del Bosque de Letrados, de Gregorio Morán. Lectura anhelada desde el episodio de censura de Planeta a raíz de quítameahíunoscomentarios sobre Víctor García de la Concha. El libro fue finalmente editado por Akal: al parecer con el compromiso de no tocar ni una coma..., y es una lástima, ya que claramente al extensísimo texto le hubiera venido bien un "cepillado" editorial: no de contenido, pero sí de diversas erratas, falta de cohesión y reiteración. Nada dramático, pero que, unido al estilo de Morán, produce una lectura un tanto apelmazada, garbancera. Dicho esto, da igual: libro del que he disfrutado enormemente. Eso sí, es tan dañino en sus odios Morán que uno se queda tras la lectura con que, para enjuiciar a cualquiera de los personajes, necesitará siempre una segunda opinión. El libro muestra el paisaje prácticamente completo de la cultura española desde 1962 hasta el 92 aproximadamente, utilizando a Jesús Aguirre y su tránsito de seminarista a Duque de Alba como hilo conductor (hilo poco hilado, todo sea dicho). Historia que, por cierto, me evocó a un profesor de psicología, ex-seminarista cántabro como Aguirre, escasamente formado en Estadística (que era la asignatura que nos impartía) y con el que tuve bastante trato durante un tiempo: siempre que hablaba de Jesús Aguirre, en aquel momento para mí prácticamente un desconocido, lo hacía con sorna y maldad, aludiendo a su carácter trepa, su homosexualidad y el "braguetazo" que pegó con la Duquesa de Alba. Es decir, más o menos, lo que cuenta Morán. También puedo repensar ahora a aquel profesor como un pequeño mandarín: con escasa preparación para impartir la asignatura que impartía, situado aprovechando la sombra de alguna eminencia (tengo el nombre pero sin nada que lo demuestre, toca callarse) que, saliendo de la sombra de la iglesia, se enganchó a la creación de una facultad de psicología y se construyó una imagen en los 80-90´s de supuesto progresismo. Volviendo al libro, una de sus fortalezas es que puede puede leerse en distintos planos. Por un lado, una lectura tentadora es tomarlo como un repetorio morboso de "celebrities" culturetas y sus rencillas: impactado me dejó la mísera forma en que José Ángel Valente ataca a Celaya y José Hierro, el rastrero de Umbral criticando a Max Aub, la reconversión de los restos del falangismo durante la transición o el bastante conocido carácter de Cela, aprovechado y ruín. Desde luego, este modelo de lectura es fácil, se encuentra a mano: la mala leche de Morán deja este acercamiento en bandeja. Hay otra lectura posible, la generacional: la necesidad de ir matando padres que siempre tiene una generación, que aquí se observa por ejemplo en los desprecios (diferenciales según generación y momento) que sufre Ortega entre los falangistas de primera hora o el distanciamiento ante los autores del exilio entre las "jóvenes promesas". Un tercer acercamiento es tomar El cura y los mandarines como un mapa, con rutas incluidas, en el que ubicar a prácticamente todo el panorama cultural: falangistas de primera hora y sus trayectorias (Ridruejo, Laín), católicos, tanto fieles al Régimen como en proceso de apertura (Aranguren), autores del exilio, escritores (Benet, Cela, Martín-Santos) y editores (Barral, Aguirre), la "explosión" de miembros del FLP, disidentes como Manuel Sacristán (junto a Max Aub y Martín-Santos, de los pocos de los que habla Morán con cierto aprecio o respeto) o el mundo de las revistas "culturales". Incluso, por tener, tiene varias páginas sobre la escuela crítica de Sociología y Jesús Ibañez, otro cántabro, casi coétaneo de Jesús Aguirre, con una trayectoria y una actitud totalmente opuesta. Y una última lectura posible, emparentada con la idea de Cultura de la Transición, es la observación de la construcción de una "élite" intelectual, que se nutre tanto de los perfiles más tibios de la "disidencia" (conviene repasar los listados de firmantes a favor de la permanencia en la OTAN o contra la huelga del 14D, en el contexto de lo que esos mismos intelectuales eran apenas 15 años antes), pero que también acoge con naturalidad a buena parte de la intelectualidad "autóctona" del franquismo (Laín Entralgo o Cela). También es cierto que ese acercamiento es relativamente "conocido" (aunque Morán nos aporta un contexto temporal que ubica las trayectorias), a poco que se haya leído a Sánchez Ferlosio o sobre la historia de El País. Quizás, pensando en el ahora, lo más relevante sea pensar en qué medida un "cambio de régimen" se acompaña, o quizás no, de recurrir a élites (o mandarines) preexistentes. Por ir acabando, dos anotaciones más sobre el libro 1) tremendo, tremendo, el capítulo sobre los XXV Años de Paz, que creo que definieron un modelo de "chantaje social" (hay paz porque estáis muertos) que se arrastraría a la Transición 2) Autores y "mapas culturales" de Santander, algo de Salamanca, algo de Euskadi y Asturias, bastante Madrid y Barcelona, lo que era esperable..., pero prácticamente nada de "mandarines" en Andalucía.
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En la carrera tuve una asignatura de "psicología de la desviación", que fundamentalmente estudiaba los comportamientos delictivos y posibles vías de intervención desde una perspectiva psicológica. El profesor, al que recuerdo con cierto aprecio, se cuidaba mucho de entrar en un discurso de "culpabilización" individual y trabajaba con un modelo de origen en la sociología funcionalista (de matriz liberal, pero al menos evitaba la perspectiva psicológica pura, en la que la desviación se analiza tan solo desde el individuo / la personalidad), bastante plano y simple, pero de interés.
Establecía una tipología bastante sencilla en relación a la trayectoria de los individuos según compartiesen con el conjunto de la sociedad 1) los fines que la sociedad establece como aceptables: en nuestro entorno, riqueza, poder, prestigio... 2) Los medios que eran considerados aceptables para obtenerlos, aceptación entendida fundamentalmente, pero no solo, como su cristalización en el derecho. De este cruce nacen cuatro tipos ideales
- Acepta fines y medios sociales: el integrado. Por ejemplo, la riqueza como fin deseable, y el trabajo o la especulación, como medios aceptados.
- Acepta fines pero no medios: el delincuente. En nuestra sociedad, la riqueza como fin, pero sin recurrir tan solo a los medios para enriquecerse que la legislación tolera.
- Rechaza tanto fines como medios: el revolucionario o el nihilista. Ni comparte fines ni los medios.
- Quiere otros fines, y usa los medios aceptados: el reformista. Los fines han de ser otros (el socialismo, por ejemplo), pero acepta manejarse conforme a los medios aceptados (el socialismo llegará vía la educación, no asaltando el Palacio de Invierno).
La tarea de una sociedad, desde una perspectiva conservadora, es "socializar" a los individuos en los fines, recurriendo a la educación y a diversos sistemas de incentivos ("si te esfuerzas, obtendrás accederás a los fines deseables", la fantasía meritocrática...), utilizando la legislación como un marco de control de los desviados (delincuentes y revolucionarios), pero también para introducir dinamismo en el sistema social vía los reformistas.
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Verano con bastante tiempo para leer…, y encima con bastantes aciertos en la selección.
- Italo Calvino: dos lecturas del tirón “El Vizconde Demediado” y “El Caballero Inexistente”. Lectura ágil, entrañable, ideal para días calurosos con pocas neuronas disponibles. Particularmente adecuado si los lees en medio de pueblitos italianos en los que es fácil imaginarte la narración. “El Caballero Inexistente” lo leí en un ejemplar de la biblioteca: un entretenido lector previo había ido anotando todo un análisis sobre el libro (construcción de personajes, estructura narrativa, cambios en la voz del narrador…), lo que daba a la experiencia de lectura una metalectura bastante curiosa.
- “Zikek presenta a Robespierre. Virtud y Terror”. Edición tramposa de Akal: ni cubierta ni contracubierta dan a entender que del conjunto del libro no más del 20% es texto de Zizek. El resto son cronologías y textos de Robespierre. Quizás interesante (no demasiado en mi caso), pero claramente engañoso.
- “Promesas de Papel”, de Philip Coggan. Una de las lecturas del verano. Recomendación “liberal”, pero muy interesante: una historia del dinero (la parte más interesante) que desemboca en un análisis de la crisis y su posible evolución desde una perspectiva monetaria: justo el “arco de bóveda” de buena parte de las crisis del presente, desde la evolución de la UE a la posible evolución del independentismo catalán. Buen complemento, desde otra perspectiva, de El Minotauro Global de Varoufakis que reseñé hace no mucho. http://divergencias.typepad.com/divergencias/2014/04/tres-lecturas-de-semana-santa-pirenne-chaves-nogales-y-varoufakis.html
- “El largo adiós”, de Raymond Chandler. Gloria a Philip Marlowe. Chandler hace con el lector lo que quiere. Y lo disfrutas.
- “La esperanza”, de Malraux. Ha sido verano de muy buenas lecturas. Esta, quizás, la mejor. La más hermosa y dolorosa, la de más alcance. Talavera, la sierra de Madrid, la plaza de Cataluña en BCN, Toledo, sitios conocidos y paseados, que a partir serán recorridos con otro mirada y otra sensación. Españolito, españolito, por favor, lee La esperanza.
- “Chavs”, de Owen Jones. Uno de los libros “de moda”, y realmente es recomendable. En el fondo, tan solo 3-4 tesis relevantes, más una buena argumentación, unos pocos datos y testimonios recogidos con un formato muy periodístico. No se trata de un “cojoensayo” sesudo, y como pasa con frecuencia con autores anglosajones, no lo necesita para ser una lectura interesante.
- “Poemas del lugar y la circunstancia”, de Bertolt Brecht. Llevaba mucho tiempo detrás de este libro y lo encontré en el Péndulo de Condesa, en DF. Ya solo por eso, ración doble de cariño a un libro de uno mis “mitos” de referencia (y sí, defiendo tener mitos, casi al nivel de un adolescente: fantaseados, irreales, lo que se quiera, pero pon un mito y tendrás un modelo). El libro recoge poemas ordenados por temática (lugares y circunstancias). Eso quizás haga irregular su calidad ya que abarca distintas épocas, pero a cambio mantiene un tono cercano, afectivo…, y como los lugares y las circunstancias cambian tanto en alguien que sufrió exilio y regresó a su Alemania, la lectura avanza con la vida de Brecht. Interesante también el prólogo de José Muñoz Millanes.
Por el camino también, lectura de picoteo (a ratos, página sí, página no), de “La inquietud por la verdad”, entrevistas a Foucault, y “Así hablo Zaratrusta” (Nietzsche). Ha sido de picoteo, ya que ninguno me ha enganchado como para leerla del tirón. En el caso de Foucault, siendo un libro que recopila entrevistas, siempre aporta puntas de análisis interesantes. Sin embargo, quizás he alcanzado el grado de saturación: todo lo leído me era demasiado familiar, como el colega que te cae bien pero que no te cuenta nada nuevo y ya te sabes todos sus chascarrillos: mola verle de vez en cuando, pero tampoco te lleva muy lejos. También es lógico, al fin y al cabo lleva 30 años muerto. Y Nietzsche, un poco parecido (más la horrible sensación de “¿esto hace 20 años me lo tomaba al pie de la letra?”). Como experiencia de lectura, curioso irlos picoteando en paralelo y ver las menciones de Foucault sobre cómo Nietzsche le abrió rutas que el marxismo y la fenomenología le cerraban.
desenlaces a las 07:35 p.m. en Editorial, Ideologías | Enlace permanente | Comentarios (0)
Hace tiempo que el blog apenas sirve para nada más que para poner por escrito las impresiones de lo que voy leyendo. Al menos, que cumpla su función, así que repaso de las lectuas más recientes:
- Mahoma y Carlomagno, de Henri Pirenne. Aunque el texto en ocasiones resulta farrogoso (al parecer, el autor murió antes de hacer una última lectura de su obra que puliese argumentos y aportase un mayor ritmo), lo compensa desarrollando una tesis que desconocía: los pueblos bárbaros que derrotaron al imperio romano, en la práctica, se incorporaron culturamente a su tradición (se "romanizaron", más que "germanizar" las tierras que conquistaron), de forma que el verdadero origen de la edad media tiene lugar no con las invasiones bárbaras sino con la irrupción islámica en Egipto, Siria y, poco después, norte de África y España, rompiendo el "mar romano" que era el Mediterráneo, rompiendo la unidad política, social y económica mediterránea, lo que dañaría definitivamente el comercio con Oriente y desplazaría el dentro geopolítico de Occidente a centroeuropa. Apunta, en varios momentos, a cómo evolucionó la legitimidad para acuñar moneda, quién garantizaba el valor del dinero, que es uno de los temas que últimamente más me están interesando.
- A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España, de Manuel Chaves Nogales. Uff, palabras mayores. Nueve historias de la Guerra Civil, tremendas, espeluznantes. Entre todas ellas, destacaría "Y a lo lejos, una lucecita". Me recordó las sensaciones de malestar que me dejaba leer los cuentos de "Principiantes" (de Carver): mal cuerpo, tristeza, desazón... y no son las historias de un yankee que escribe "realismo sucio", es nuestra historia.
- El minotauro global, de Yanis Varoufakis. Un análisis (más) de la crisis, de un economista de referencia de la izquierda griega (y no solo). La potencia (y la limitación) del libro reside en la metáfora del Minotauro como condensación del sistema capitalista posterior a la crisis del patrón oro. Los excedentes financieros se enviaban a Wall Street y la City al igual que los griegos mandaban sus ofrendas al Minotauro, excedentes que se "consumían" o recirculaban al soportar el déficit comercial y presupuestario USA, así como sustentaban la financiación de grandes operaciones corporativas. La metáfora resulta en ocasiones forzada y no encaja bien con algunos fenómenos esenciales a la narración, y que quizás resulten los más interesantes a nivel analítico: el más destacado, la capacidad del sector privado de crear "dinero privado" a través de las CDO´s , dinero que se esfumó cuando la confianza mutua de los actores del sistema financiero se vino abajo (uno de mis motivos de interés sobre el dinero reside aquí: ¿cómo algo realmente complejo, como es el dinero, apenas está problematizado?,¿Cómo es que apenas pensamos en qué es el dinero?). En todo caso, aunque la metáfora chirríe en ocasiones, un libro interesante.
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Navidades largas pero no particularmente lectoras, así que más bien, repaso de lecturas otoño-invierno 2013 (que tampoco ha resultado muy lector).
- El sastre de Ulm, de Lucio Magri. Se trata de una descripción de la historia del Partido Comunista Italiano, estudiando brevemente como contexto el desarrollo del movimiento comunista internacional y la evolución del capitalismo a lo largo del siglo pasado, aterrizando en la especificidad italiana (tanto socioeconómica como del sistema de partidos) y el rol del PCI a lo largo de todo ese tiempo. Un gran libro, amargo en su cierre (tanto del PCI como del propio Magri). Con esto, más "Brigadas Rojas" el libro-entrevista de Rossana Rossanda y Carla Mosca a Mario Moretti, una imagen bastante completa del antagonismo italiano, una referencia que aplica mucho a España. El título, por cierto, hace referencia a un hermoso texto de Brecht
- Sociofobia, del muy majo César Rendueles. Mejor lectura que libro: centenares de ideas, frases, puntas de análisis..., aunque estructura un poco confusa (poco ayudada por un título un tanto engañoso), bloques un poco trillados (copyleft) y quizás una propuesta débil para el desafío (simplificando, entre los cuidados mutuos y asaltar el palacio de invierno debe haber, ojalá, algo más). Me interesó particularmente el paralelismo entre la fantasía liberal del precio como mecanismo de agregación de voluntades y la fantasía de los tecnoutopistas del espacio digital también como mecanismo de agregación de voluntades, en ambos casos sin elementos de mediación (debate público, instituciones...). Sin duda, conviene leerlo.
- La gran lectura del año: del año, por lo lento que he ido al leerlo, y por lo estupenda, magnífica, preciosa... Leviatán, o la Ballena, de Philip Hoare. Ballenas y la esclavitud, ballenas y el momento histórico en que se cruza su acoso industrial y el nacimiento del mundo fabril occidental, ballenas y tu infancia, ballenas y mapas, ballenas y Thoreau, el cuerno del narval y el ámbar gris, ballenas y la consciencia de uno mismo, ballenas y Melville. ¿Y quién no quiere a las ballenas?
También ha habido alguna lectura fallida (Trilogía de la Ocupación, de Modiano), y en curso anda Los Buddenbrook, de Thomas Mann.
Y aunque no es lectura, recomendable esta larga serie documental de la BBC sobre la Primera Guerra Mundial.
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Un verano con un número limitado de lecturas finalizadas. A poner mis impresiones por escrito, que es casi para lo que uso ya el blog (uff, desde 2008 vengo haciéndolo, qué viejuno)...Vamos con ellas:
- Delitos a largo plazo, de Jake Arnott. Historias de gangster y mafia, fuera del entorno habitual (Londres, los 60´s, un jefe de banda gay...), bastante bien. No espectacular, pero bien. Lo mejor, el personaje del "reformador social progresista" y su progresiva involucración..., y no cuento más.
- 1913. Un año hace cien años, de Florian Illies. No he escuchado muchos comentarios sobre este libro en España (excepto la liebre que me despertó mi admirado Gregorio Morán), pero este verano, en Londres, librería que visitase, librería que tenía bien expuesto este libro que, desde una perspectiva alemana, analiza la cultura de 1913 y trata de establecer qué elementos anticipaban la debacle de la cultura europea al año siguiente. Kafka, Egon Schiele, Franz Marc, Freud vs Jung, Picasso, Mann, Rilke..., incluso unos precoces Stalin y Hitler desfilan por un libro organizado en meses, lo que acentúa la unidad "conceptual", pero quizás rompe la lectura con frecuencia. Recomendable.
- El esperado Telegraph Avenue, del tremendo Chabon (sus Asombrosas aventuras de Kavalier y Clay y su Sindicato de policía Yiddish entrarían en una selección de mis mejores lecturas...). Recomendable, por supuesto. No alcanza a esas dos maravillas, en las que cada frase era un lujo, resulta confusa y excesiva en ocasiones, pero tiene 50 páginas llegando al final del libro dinamita pura.
- Libertad, de Franzen. La cuestión es que venía de leer Las Correcciones, del mismo autor, y no le alcanza. Durante la lectura, hubo un claro, aunque acotado momento, en el que me pregunté: "¿qué diferencia hay entre leer esto y ver un programa de cotilleo?". El diario de la protagonista, la traición, sus gotitas de sexo..., bien, entretenida, pero si aspira a ser la primera gran novela norteamericana de principios de milenio el mismo autor tiene otra candidata mejor posicionada (bueno, Las Correciciones gira más bien sobre el final del siglo anterior, pero en todo caso es mejor). En todo caso, me figuro que sin haber leído Las Correcciones, que aprovecho para recomendar, hubiese disfrutado mucho Libertad.
- Muerte en Venecia, de Thomas Mann. ¿Qué decir? Pues nada que no se haya dicho ya, excepto anotar que (aunque también estará dicho, seguro), que Muerte en Venecia, La Montaña Mágica (también de Mann) y El Desierto de los Tártaros (de Buzzati), son, en cierta medida, el mismo libro: la seducción que nace de la mezcla equilibrada de asfixia, belleza y decadencia, la fascinación de la muerte y la enfermedad, el dejarse ir...
Próximas lecturas previstas: Sociofobia y El sastre de Ulm
desenlaces a las 09:11 p.m. en Editorial | Enlace permanente | Comentarios (0) | TrackBack (0)
Hace no mucho, con motivo de la "Uni en la Calle", pude ver a algún profesor del que guardaba buen recuerdo. Será eso, será que me cabrea el desprecio hacia la universidad pública, será que bastantes personas de mi entorno actual vienen de aquella época, será que me hago mayor... pero me ha dado por pensar en una serie de profesores a los que recuerdo con aprecio y simpatía. Por supuesto, me tocaron profesores que usaban la plaza obtenida para sus negocios y otras ambiciones, para sus peleas de pasillo..., pero quisiera rescatar a aquellos que creo que de alguna forma me han ayudado a estructurar lecturas y formas de ver la realidad. Un pequeño homenaje para ellos (y, de alguna forma, un ejercicio de onanismo y memoria):
- Susana López Ornat. Inteligencia en estado puro, impartía Adquisición y Desarrollo del Lenguaje. Chomsky, Pinker, Bruner, hasta unas gotitas de Agustín García Calvo. Y sobre todo, conexionismo, sistemas emergentes, procesamiento distribuido paralelo... Un texto sencillito suyo, pero ilustrador, aquí.
- Álvaro Marchesi. Uno de los padres de la LOGSE, responsable indirecto de que me dedicase a la investigación de mercados. Recuerdo como embestía contra él tratando de que me explicase el motivo por el que el PSOE no se había enfrentado a la Iglesia en el ámbito educativo, y el modo en que me toreaba con sus respuestas y expresiones tan del estilo de Rubalcaba o Solana (con los que compartía muchas cosas, y no solo su militancia socialista y su paso por el Ministerio de Educación). Muy grande, afectuoso y con temple, quizás por simpatía hacia él defiendo la LOGSE cada vez que leo algunas de las bobadas que se leen alrededor.
- Fernando Álvarez-Uría (y por extensión su pareja, Julia Varela). Bonachón hasta decir basta. Uno se acerca a los autores conforme a cómo se los han presentado, y nunca he podido leer a Foucault (y a Polanyi, y a Castel, y a...) sin leerlo desde cómo los leía Fernando. Y también desde Fernando, de una forma u otra, llegué también a Jesús Ibañez, César Rendueles, Michael Lowy, Mariano Fernández Enguita... A finales de los 90´s montó un congreso de explícito nombre: Neoliberalismo vs Democracia , en el que se analizaba la "onda larga" de las reaganomics, anticipando dónde nos íbamos a encontrar hoy.
- Mª Oliva Lago, profesora de desarrollo cognitivo. Entusiasmo y, sobre todo, descubrir a Vygotsky y Luria.
- Más adelante, ya con el doctorado: Juan Antonio García Madruga (director de una tesis abandonada sobre hipertexto y cognición) e Ileana Enesco, con Karmiloff-Smith y la redescripción representacional.
Y es que parecerá pedorro, pero no dudo de que, si añades un mínimo de interés, la universidad puede aportarte los marcos para entender el mundo. Al menos, en mi caso, creo que con Vygotsky, Foucault, Jesús Ibañez y el conexionismo uno puede apañarse para entender las cosas con cierto criterio. O eso quiero pensar :)
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Hace ya casi dos años realizamos un análisis sobre los trabajadores del conocimiento y la percepción de la crisis, basado en focus groups. En perspectiva, varios ejes del análisis han resultado más o menos adecuados: la incapacidad/desprestigio de los actores políticos presentes en aquel momento para convertirse en referentes, la especificidad española de la crisis, el incipiente discurso sobre los "emprendedores" como "escapatoria individualizada", y el diagnóstico sobre la "culpa" como eje vertebrador de los discursos que ampararían las propuestas y prácticas de gestión de la crisis.
A cambio, finalizado de escribir a finales de abril de 2011, nos permitimos decir que no veíamos a corto plazo ninguna dinámica social alternativa a la resignación y el escapismo (en aquel momento, aún no traducido en emigración masiva). Apenas quince días después las plazas se llenaban, eclosionando un movimiento que hoy, de muy distintas formas, participa e incluso marca en buena medida el debate público. Para que te fíes de un investigador social...
Un debate actual es explicar los motivos por los que, con más de 6M de parados y casi 2M de hogares sin ingresos, este país no explota. Al margen de la respuesta..., la pregunta asociada es, si finalmente explota, hacia dónde lo hará: hacia arriba (de momento no parece), hacia abajo (hacia las clases subordinadas, como viene haciéndolo), o hacia los lados, y acabemos matándonos entre nosotros. Ese matarse parece retórico hoy y ahora, pero no lo es. Olvidamos rápido, pero en las elecciones de ese mismo mayo teníamos a Anglada y García Albiol (grandes vencedores) señalando un claro modelo de salida de la crisis.
Si este modelo lepenista no es central hoy día ha sido gracias al 15M. La vivencia previa era de una culpa que lo envolvía todo: de cómo, a imagen del catecismo católico, era imposible no ser culpable de la crisis. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa,...., por acción (enriquecerse), pensamiento (desearlo), palabra (el voto/respaldo) u omisión (no haberse enfrentado a la dinámica social previa a la crisis), todos éramos culpables de aquel "hemos vivido por encima de ...". Y cuando todos éramos culpables, nadie quedaba legitimado para enfrentarse: se individualizaba e interiorizaba la responsabilidad. Desde ahí, el castigo de la madame alemana era merecido, era la justa expiación, la necesaria penitencia, de nuestras culpas.
El 15M fue un enorme ejercicio de desculpabilización colectiva y un "señalamiento" de responsabilidades (quizás, también, un ejercicio de denegación de las mismas, implícitamente asumido en el slogan de "dormíamos, despertamos"). Los escraches trabajan el mismo eje: señalamiento de culpabilidades.
En ese sentido, el 15M, siguiendo con las metáforas del catolicismo, operó como un bautismo, bautismo como liberación del pecado original que todos arrastramos como ciudadanos que viven en un sistema en el que es imposible no cometer los pecados de pensamiento, palabra, obra u omisión que arrastramos del origen de la crisis (en el mismo sentido es tramposo e imposible pedir "pureza inmaculada" a cualquier movimiento transformador - si tienes iPad ya no puedes plantear cambios-, igual que cualquier niño que nace en el catolicismo ya arrastra como herededo de Adán y Eva el pecado original de la humanidad -y con ello la culpa y la sumisión). La Puerta del Sol fue el Jordán para una generación, y tras ese bautismo ya era posible echar a andar de nuevo.
Este ejercicio de identificar culpables efectuado por el 15M no solo ha permitido superar la individualización de la culpa, ha permitido también evitar la tentación de Barrabás: sin él, es posible que hoy tuviéramos un discurso xenófobo similar al que nos encontramos en Grecia.
pd: qué difícil es escribir con metáforas católicas y no acabar pensando como ellas (como decía aquel libro "Metáforas que nos piensan" de Lizcano) invocando a Satanas, los lindos querubines y el juicio final. Qué marco de referencia tan potente, cerrado y autoexplicativo.
desenlaces a las 05:58 p.m. en Ideologías | Enlace permanente | Comentarios (0)
Quizás las Navidades con más vacaciones de los últimos años, pero poco lectoras. Repasando:
- Erasmo de Rotterdam, del admirado y admirable Stefan Zweig. Un creador de conciencia europea escribiendo sobre el primer europeo con proyecto europeo. La mejor lectura de estos días, con esa capacidad de Zweig de poner en relación rasgos individuales con dinámicas sociales. De regalo te llevas un potente contraste Erasmo/Lutero que particularmente desconocía.
- El amigo americano, de Patricia Highsmith. No me convenció: engancha en la lectura por el modo en que se complejiza la situación, aunque las transiciones y evolución de los personajes se basan en decisiones críticas que no están justificadas/construidas suficientemente. El debate moral que plantea es el típico que sirve para pasarte una sobremesa de copazos con los amigos, pero como eje sobre el que construir el argumento queda cojo (o tramposo) al encadenar actos sin justificación.
- La última oportunidad, de Richard Ford. Umm, sí, México, dureza y pobreza, droga, yankees atolondrados, final desabrido, demasiado previsible ..., aunque quizás eso sea precisamente una consecuencia de una buena "ejecución" del autor (en otro ámbito me pasó lo mismo con La mano invisible, de Isaac Rosa, tan ejemplar en su construcción que acaba resultando fría).
- En defensa de los ociosos, de R.L. Stevenson. Brevísimo texto (se lee en 20-25 minutos), aún hoy más actual que cuando fue escrita. Como bien dice, "si una persona no puede ser feliz más que estando ociosa, ociosa ha de permanecer". Y otro hallazgo: el Teorema de la Vivibilidad de la Vida.
Traté de empezar con El rey pálido, de Foster Wallace, pero la introducción me hizo pensar que era un apaño editorial para estirar su obra, de forma que lo dejé de lado.... Próximas lecturas: acabar Moby Dick, y ponerme con La vida, instrucciones de uso (Perec).
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Simplificando muuuuuucho, España tiene cuatro grandes problemas: ausencia de cultura democrática, élites depredadoras (que se encontrarían cómodas en un modelo de estructura social similar al marroquí), porcentajes relevantes -en determidados territorios- de población distantes de una sensación de pertenencia y la ausencia de interés en hacer justicia ante las víctimas de una guerra civil - y 40 años de dictadura- que rompió una estrategia de superación de los otros tres problemas: y es que eso era, sobre todo, la República. Dígamos que España se jodió decididamente (borré "definitivamente") en aquel momento, y de nuevo simplificando muuuuuuuuuucho, podemos encontrar el origen de buena parte de los problemas actuales en el golpe de Estado de 1936. Dicho esto, en nuestra historia más reciente, han podido darse algunas oportunidades de carácter exclusivamente "político" (que caen dentro de movimientos más o menos tácticos en el plano político y no responden por tanto a movimientos estructurales a nivel social o económico) que podrían haber quizás "suavizado" nuestra situación actual. Cuatro momentos, cuatro juegos políticos, protagonizan este ejercicio de política ficción.
- En 1986 se lanzó la denominada Operación Roca. Anta la incapacidad de Alianza Popular para competir electoralmente con el PSOE, se lanza a Miquel Roca, líder de CiU (y "padre de la Constitución" por el nacionalismo catalán), como cabeza visible de un Partido Reformista Democrático en el que le acompaña Florentino Pérez y Antonio Garrigues Walker. El rumor que corre en paralelo a su campaña es el de contar con una considerable financiación por parte de la gran banca. El resultado es desastroso: ni un solo escaño. Podríamos fantasear con que hubiese obtenido un mínimo respaldo (5-6 diputados) que permitiesen engrasar a CiU en la política del conjunto del Estado -con lo que eso implicaría en este momento- y quizás, años después, fusionarse con el CDS, dando lugar a un partido centrista que hubiese evitado las irracionalidades asociadas a la mayoría absoluta de Aznar. Un beneficio añadido hubiese sido tener a Florentino lejos de la construcción.... Eso sí, no tiene pinta de que la dinámica de corruptelas tan propia de CiU no se hubiese extendido al resto del Estado. Como chascarrillo comentar que en mi familia estas elecciones sirvieron para consolidar la imagen de mi padre como votante gafe. Votó al PSOE en las elecciones que ganó Suarez, a UCD en las que ganó el PSOE, a Roca en el 86, a Suárez poco antes de abandonar el CDS, al PSOE en las primeras del PP y a Paco Frutos en las de Almunia.
- ¿Podría haber sido Borrell el primer presidente catalán de España desde Prim? Sin los acuchillamientos de su propio partido, ¿podría haber liderado un PSOE que renovase discursos y prácticas sin arrastrar las mismas inercias y deudas de los últimos 30 años? ¿Habría evitado el "desastre Almunia" y con ello quizás la segunda legislatura Aznar, origen cercano de la actual situación en Cataluña?
- El PDNI, con Diego López-Garrido y Cristina Almeida como caras visibles, El País como ariete y Rodolfo Serrano (responsable de información sobre IU en este periódico y posterior jefe de prensa de Rosita Aguilar en Córdoba) como ejecutor cotidiano, protagonizó un intenso ejercicio de voladura de una organización política en crecimiento. Día sí, día también, cometieron deslealtades que anticipaban lo que todos pronosticaban: su desembarco en el PSOE. Por el camino dinamitaron una Izquierda Unida en crecimiento y, junto a otros errores, contribuyeron a un páramo en la izquierda de 10 años. De no haber sido así, de haber tenido un bloque de izquierda con 25-30 diputados a lo largo de la primera década del siglo, ¿hubiésemos tenido la misma política económica?
- Mi teoría personal (nacida de conversaciones con amigos cooperativistas): nuestra burbuja inmobiliaria nace de la crisis de la PSV. Como es conocido, cuando estalla el escándalo de la PSV (de unas magnitudes ínfimas en relación a lo que hemos vivido después), Felipe González permite que UGT "se ahogue en su salsa", aprovechando la situación para debilitar a Nicolás Redondo, que estaba efectuando una oposición decidida a las políticas neoliberales del gobierno del PSOE. El resultado en términos políticos: Redondo fuera del sindicato, que vuelve a ser "sindicato hermano". El resultado para la ciudadanía: descrédito total de las iniciativas cooperativistas en el ámbito de la vivienda (ningún ayuntamiento cede terrenos, desconfianza generalizada), de forma que queda completamente en manos de la "iniciativa privada" (disculpen ustedes las risas), con las consecuencias que todos conocemos.
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Bueno, con algún añadido de lecturas primaverales:
- La mano invisible, de Isaac Rosa. Lectura muy recomendada por amigos, a la que me acerqué con enormes ganas. Es ambiciosa, se acerca a un tema apenas tratado con un enfoque original. Magníficamente escrita y, sobre todo, estructurada, valiente, sorprendente, impecable, sin llegar a caer en clichés o resultar excesivamente explícita como le ocurre a veces a mi idolatrada Gopegui..., pero fría. A los personajes les ocurre lo mismo que pasa a los actores económicos en los modelos econométricos (basados en el supuesto carácter autoregulador que la mano invisible ejecuta en el mercado): resultan fríos y artificiales. No falsos, ni inverosímiles, pero sí inexactos a fuerza de irreales. En todo caso, dicho esto: no he leído mejor novela española actual que La mano invisible (tampoco soy lector habitual de novela española reciente, oigan).
- La Segunda Guerra Mundial, de Raymond Cartier. De esos libros familiares que heredas, lectura a la que vuelves cada 2-3 años. Dos volúmenes, una maravillosa edición, fotografía, detalle y perspectiva, exhaustividad. Si te interesa el tema, la mejor lectura.
- La gran transformación, de Rafael Poch, sobre la desaparición de la URSS. Me gusta Poch en La Vanguardia, escribiendo sobre China o Alemania. Pues oigan, una vez leído, al nivel de Enric Gonzalez, por nombrar a alguien de referencia. Bien escrito, argumentado, del detalle a la reflexión global. Y el tema, de enorme interés: la cáscara vacía de la nomenclatura, deseosa de pasar de gestora de los bienes del Estado a ser directamente propietaria (dinámica prevista 70 años antes por Trotski), el zapaterismo de Gorbachov, causando primero la sorpresa y luego casi la risa de sus homólogos de la OTAN, Yeltsin borracho antes de llegar a las cumbres internacionales para "asumir" su sensación de "paleto inferior", la aplicación de las fórmulas del FMI desangrando al país y creando una élite multimillonaria gracias a sus conexiones directas con el poder, más de 100 banqueros asesinados en 2 años (dos terceras partes de ellos por sus guardaespaldas), las estafas piramidales, ingresos por privatizaciones menores a los de Hungría, ... Y algunas frases aplicables a nuestro entorno: "No era la rebelión la que crea el vacío, sino que el vacío abría las puertas a la rebelión".
- Matadero Cinco, Kurt Vonnegut. Uff, palabras mayores. El humor del Autoestopista Galáctico + ternura abrumadora.
- Correr, de Jean Echenoz. Biografía (o no), de Emil Zátopek, el corredor checoeslovaco. Leyendo la sinopsis, al parecer el propio autor pretende que no sea una biografía, si no algo más, al parecer una narración que trata de reproducir los ritmos de una carrera, acelerando, frenando, rompiendo el ritmo. Pues esa sería la intención del autor, pero ni lo consigue, ni el tono con el que simula dirigirse al protagonista (el propio atleta) resulta apropiado, ni finalmente logras entender, comprender sus compartamientos. No es por tanto una biografía, efectivamente. Y tampoco logra ser otra cosa.
- El adversario, de Emmanuel Carrère. Basada en los asesinatos de Jean Claud Romand, una tremenda historia que bien vale la pena leer. La historia de un hombre sin historia, que aparenta ser lo que no es ante amigos y familia (aunque no para ocultar nada, excepto vacío) para terminar matando a esposa, hijos y padres: hasta aquí, la parte más conocida del caso (que ha dado lugar a películas y fue bastante célebre). Sin embargo, a mi juicio, más allá de la crueldad y extrañeza del caso, particular interés reviste lo que ocurre en el juicio y a partir de él. Y no cuento nada, que sería spoiler completo. Recomendable en todo caso.
- Chicos prodigiosos, de Michael Chabon. El único "pero" serio que puede ponerse a este libro es que el autor es capaz de escribir El sindicato de policía Yiddish y Las fabulosas aventuras de Kavalier y Clay, es decir dos novelas más ambiciosas, más cerradas (aunque una de más alcance que la otra") y menos dispersas. En Chicos prodigiosos abre quizás demasiado frentes que no logra cerrar, pero sigue manteniendo el sentido, mientras que personas y diálogos sustentan y logran evitar que la diversidad de situaciones y la dispersión resulte excesiva. Recomendada.
- La conquista de lo cool, de Thomas Frank. Como subtítulo, "El negocio de la cultura y la contracultura y el nacimiento del consumismo moderno", ahí es nada. Muy buen libro, con una tesis más rica, y creo que certera, que la chorrada de "la publicidad nos manipula" o la más elaborada de "existe una sintonía entre trabajadores del conocimiento - por ejemplo, publicistas- y ciertos valores que transmiten de forma no necesariamente consciente en la difusión de sus mensajes, contribuyendo a transmitir ciertos valores -como pasó entre los pioneros de la informática de los 70´s, exhippies que encontraron puntos en comín con las Reaganomics). Más bien, se trata de una confluencia de contexto socio-económico y necesidades/oportunidades de diferenciación dentro de mercados concretos (en este caso, el publicitario): así, un tono publicitario cercano a un nuevo contexto social (68´s, en el caso del libro de Frank) es, tanto una respuesta natural de los nuevos publicistas, como una demanda de los anunciantes, a la vez que, y sobre todo, una potente estrategia de diferenciación entre agencias publicitarias (posicionándose como la que "mejor sabe hablar el nuevo lenguaje"). No se trata pues de una estrategia burda de "apropiación" de nuevos lenguajes y signos (no es poner una asamblea del 15M en un spot de Movistar), es más bien un encuentro entre lenguajes sociales (que los publicistas recojen), necesidades de los anunciantes y estrategias de diferenciación de las agencias. De hecho, creo que en mi sector, el rollito "co-creación" no deja de ser lo mismo. Al margen de que trataré de elaborar un post específico sobre el tema, buen libro, interesante para conocer la historia de la publicidad en USA y a la vez interesantes tesis sobre cultura, movimientos sociales y publicidad.
Otras tandas de lectura:
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Etiquetas: Carrère, Cartier, Chabon, Echenoz, Isaac Rosa, Poch, Thomas Frank, Vonnegut
Hoy toca charco (como casi siempre: si no hay charcos, mejor calladito para no añadir más ruido). El charco viene a ser: me identifico con la “izquierda transformadora”, empujo lo que puedo en ese sentido, y siento que, en este momento de la crisis, me parece equivocada en ciertos diagnósticos y desde ahí equivoca también sus “oportunidades y responsabilidades”. Por acotar: hablaré de la izquierda “política”, y no tanto de izquierda social.
Retomo la introducción centrándome en “en este momento de la crisis”, y trato de enfocar bien: el modo de abordar la crisis no puede ser el mismo que hace tres años. Es indispensable señalar culpables y no perder de perspectiva los orígenes, pero la situación es muy distinta y las soluciones no pueden ser las mismas que se proponían al inicio. No puede limitarse a subida de impuestos “a ricos”, control del fraude, i+d, inversión (y banca) pública, persecución de la corrupción y ciertos ramalazos sobre los gastos de los políticos. Al margen de lo atinadas y funcionales de las propuestas, que en general pueden serlo (aunque distan de ser soluciones mágicas: el mantra sobre el fraude fiscal, siendo cierto, no tiene una solución simple sin contraindicaciones asociadas), son propuestas para una situación ya pasada. Insuficientes. La cuestión es que el país está quebrado. Roto. Y obviamente, como mínimo bajo tutela. Sin apenas capacidad de maniobra. La congelación de la actividad económica es dramática, peor de lo que podía imaginarse hace 3 años. Y desde ahí, no basta con un discurso de resistencia ni tampoco basta con el recetario socialdemócrata (que es dónde estamos, no más allá). Y, más allá, no estamos, por mucho que algunos fantaseen con ello, en un momento de ruptura revolucionaria o constituyente.
Por otro lado, aunque sea una tentación, la lectura (y la práctica) de cuánto peor, mejor, no es viable: el grado de sufrimiento asociado hace descartar esa absurda actitud, entre otras cosas porque al final del barranco al que nos asomamos el golpe va a ser bestial. Probablemente, al final de la caída nos esté esperando un monstruo oscuro en modo de fascismo. Las burdas apreciaciones en relación a Argentina/YPF (aplaudir una decisión arbitraria ya que daña a una gran empresa, sin explicitar que la decisión solo será legítima si se estipula un justiprecio, y que, sin él, es simple abuso de poder) son un ejemplo del discurso de a peor, mejor.
Si rechazamos esa actitud de “cuando esto se hunda ya vendrán a nosotros reconociendo nuestra sabiduría”, hemos de desarrollar una tarea enormemente difícil. Me gusta como la explican aquí: tenemos el problema que tenía Indiana Jones cuando trataba de llevarse aquel tesoro que servía a su vez de peso para evitar que se lanzase una enorme piedra que lo arrasaría todo. Hemos de sustituir el ídolo por una alternativa que cumpla la misma función (lean allí la metáfora, que sin duda la explican mejor), hemos de sustituir el sistema sin que se derrumbe ya que nos llevaría por delante. Y eso significa pensar y actuar desde lo existente, no desde lo que debería haber sido ni mucho menos desde lo que no es.
En este momento, la izquierda transformadora tiene, más que una oportunidad, una responsabilidad: el descrédito del bloque PPSOE va a generar un vacío que se llenará, y si no lo hace la izquierda transformadora, lo harán iniciativas populistas o proto-fascistas. Como decía Gramsci, "el viejo mundo se muere, el nuevo tarda en aparecer y en ese claroscuro surgen los monstruos”, y estamos, ojalá, a la espera de ese mundo nuevo pero, mientras, nos manejamos en un claroscuro lleno de sombras y amenazas.
Para evitar ese vacío, algunas claves pasan por (oigan, no quiere ejercer uno de gurú, ni tampoco de míster obvio, pero como varias de ellas no las veo siempre entre los "míos"…):
- Asumir la realidad, en varios sentidos:
- Una propuesta inclusiva. Es necesaria una propuesta (y un lenguaje) “de país” inclusiva y constructiva. Sin ir más lejos, la propuesta republicana no puede enfocarse, ni siquiera simbólicamente, como una propuesta que ponga en riesgo la creación de la mayoría social necesaria.
- Internacionalización de la respuesta: tanto desde la situación de oposición como de un posible ejercicio de poder, es necesario elaborar propuestas y alianzas con perspectiva internacional.
- Identificar fortalezas económicas del país y apostar por ellas. No es el discurso habitual de la izquierda transformadora, pero es necesario en este momento: han de proponerse salidas económicas. Por ejemplo: ¿hay que apostar por el turismo como palanca de recuperación? No tengo claro si es así, pero parece una de nuestras fortalezas. Más allá de decir que no queremos serlo, ¿hemos de ser un país de camareros? ¿Qué tenemos que decir al respecto desde la izquierda transformadora? No queremos que ese sea nuestro modelo, ¿pero hemos de asumirlo durante un tiempo? Hemos (han, si queremos decirlo así) desaprovechado la oportunidad de crear otro modelo de país, y un par de generaciones van (vamos) a pagar esa oportunidad perdida. Por supuesto hay que seguir hablando de i+d, pero sabiendo que la i+d 1) exige tiempo para traducirse en competitividad, y tiempo es lo que no tenemos 2) Requiere músculo inversor, que apenas tenemos 3) En China, Filipinas, Lituania y Sudáfrica, por decir países el tuntún, seguro que existe el mismo discurso sobre "la innovación": es decir, resulta poco "diferencial".
- Asumir que queda sufrimiento por pasar, y mucho, y explicitarlo. Anguita acertó en sus diagnósticos de los 90´s sobre el capital financiero y Maastricht. Perfecto: pero no quita que la situación sea la que es. Hablaba Lenin del análisis concreto de la realidad concreta. Y en este momento, cargados de legitimidad y dignidad, aunque convenga recordarlo, es más importante dejar ambas a un lado: llegará el momento en que podamos construir el modelo social deseado, pero ahora se trata de evitar caer por el barranco o al menos de minimizar el golpe. Por supuesto, hay que elaborar una promesa que justifique las decisiones a tomar de inmediato: la defensa de cualquier decisión que implique ajustes a corto plazo solo es viable si se afirma la excepcionalidad de la situación y añadimos la promesa de un modelo social distinto cuando salgamos del coma. Pero no podemos negar la gravedad del diagnóstico.
Entiéndase bien: "llevamos" razón, tenemos claro quién es el causante de la crisis, hay que insistir en ello en todo momento en que sea posible, los esfuerzos deben realizarse con justicia y respetando al máximo nuestro raquítico Estado del Bienestar, y obviamente una salida a medio plazo exige inevitablemente un modelo social alternativo. Conforme, pero me parece que no somos conscientes de la gravedad tan profunda de la crisis, tenemos una cierta tentación de recrearnos en lo negativo y creemos que pueden plantearse las soluciones desde el recetario socialdemócrata: nada de esto va a ayudarnos a proponer un modelo social alternativo a medio plazo ni a encontrar soluciones a corto. Existe una oportunidad ante el vacío del bloque dominante, oportunidad que se acompaña de una enorme responsabilidad: ¿seremos capaces de gestionarla?
pd: repasando el post veo que he escrito varias veces "gestionar" y "asumir". Creo que, aunque indeseados, son los términos en los que debemos manejarnos.
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Otro repasito de lecturas en tiempo de vacaciones, como es habitual en este blog.
- Si me necesitas, llámame, de Raymond Carver. Se trata de 5 historias publicadas postumamente por la viuda de Carver: al parecer el autor no los consideró como cerrados y listos para publicar. Quedan lejos, muy lejos, de la mayoría de historias de Principiantes, aunque reconocibles en estilo y con esa capacidad de generar tensión del autor.
- El silencio de los libros, de George Steiner. Es paradójico que, estando en España, el país que demonizó la LOGSE, la ley que apostó de forma pionera (y equivocada, pero no por los motivos que la derecha nos contó) por los procedimientos frente a los contenidos, tengamos ahora tanto medio gurú internetero insistiendo en lo importante que es la tecnología y la localización de contenidos. Y sorprendido con el rollito de "aprender a aprender", "el desaprender" y demás taradeces, me encuentro con este textito (concentrado, se lee en un par de horas o menos) que luce sobre todo cuando habla de la memoria, la oralidad y el rol del libro: "La educación moderna se asemeja cada vez más a una amnesia institucionalizada. Sustituye el saber de memoria, de "corazón", que es también un saber del corazón, por un caleidoscopio de saberes siempre efímeros. Limita el tiempo al instante (...) un magma de homogeneidad y de pereza. Puede decirse que todo lo que no aprendamos y no sepamos de memoria, dentro de nuestras facultades, siempre aproximadas, no lo amamos verdaderamente". En general, el texto es un magnífico inventario de reflexiones y anotaciones, Sócrates y la oralidad, el territorio de la verdad, de lo que se construye en común y en tiempo real, con idas y venidas, frente al infierno de afirmaciones encadenadas en pos de la "autorictas" última, de la última palabra, de los libros que citan y refutan de manera interminable. Lo específico del proyecto de las Sagradas Escrituras, el esfuerzo de poner por escrito, incomparable a cualquier otro intento previo (nada que ver con las biografías romanas), con su redacción casi taquigráfica e urgente. San Pablo, helenista, frente a los ascetas, profetas y penitentes, suspicaces y refractarios ante la lectura. La alianza entre Reforma e imprenta: la lectura accesible e individual, ya no solo desde el púlpito y solo en mano de unos pocos. En fin, interesante y sugerente: lástima el cierre, más actual, sobre tecnología y censura, un tanto pobre y demasiado a ras de suelo después de una parte previa de enorme interés.
- Estrella Roja, de Alexander Bogdánov. El contexto es espectacular: una historia de ciencia ficción escrita en 1910 sobre comunistas en Marte. Bien, pero la redacción es plana y no engancha (justo lo contrario que el prólogo, de Edmund Griffiths, que en sí mismo vale la pena). Lástima.
- Milenio, de Tom Holland. Canossa, la relación Iglesia-Imperio (o Estado), el marco mental del Apocalipsis milenario que no llega, normandos, bizantinos, Cluny, la primera cruzada, Stamford Bridge, el origen de los castillos, la conversión de los "bandoleros" en caballeros ... Una traducción áspera, incómoda, y quizás hubiese estado bien algún tipo de mapa conceptual sobre los protagonistas de este periódico histórico,..., pero un libro que es un gustazo.
- Rubicón, también de Tom Holland. Aunque los comentarios que había leído decían que era superior a Milenio, del mismo autor, no me lo ha parecido, quizás por resultarme más ajeno el mundo de Milenio (al final, buena parte del contenido de Rubicón es común para cualquier aficionado a la historia de Roma). En todo caso, bien. Y mejor traducción que el anterior, creo. Una curiosidad: los romanos usaban la misma palabra, honestas, para referirse a la excelencia moral y a la reputación. Ahora, nuestros publicistas tratando de encontrar la forma de trabajar la reputación de empresas inmorales.
- La era de la revolución (1789-1848) y La era del capital (1848-1875), de Eric Hobsbawm. Como no soy capaz de leer a Hobsbawm en inglés me entra la duda de si la traducción es nefasta o es capaz de escribir párrafos de 10 líneas con 6 subordinadas insertas. Al margen de eso (que aunque es más acentuado en La era de la Revolución, también ocurre en La era del capital, con distinto traductor, lo que me hace pensar que la traducción es regulera pero que tampoco el original debía ser muy simple), de lectura casi obligatoria: la relación revolución francesa y revolución industrial, la traición liberal a las clases populares (nunca un partido liberal ha ganado las elecciones con mayoría absoluta en países avanzados una vez que ha habido sufragio universal), el esfuerzo de construcción de identidades naciones (Italia, Alemania, Polonia, Chequia, Hungría,..), el carácter absolutamente periférico de España en las épocas estudiadas (% analfabetismo en jóvenes varones europeos en 1870: Suecia 1%, Alemania 2%; Inglaterra 18%; Francia 17%; Bélgica 23%; Italia 52%; España 63%),... Muy recomendable. Queda por leer su tercer volumen, La era del Imperio (1875-1914).
Como puede verse, una tanda de lecturas muy orientadas a la historia. Próximas lecturas previstas, gracias a un rico surtido de regalos: Nunca fue tan hermosa la basura (J.L. Pardo), Austerlitz (Sebald), Capitalismo y Nihilismo (Alba Rico), Diccionario de las Artes (Azúa), Leviatán o la ballena (Hoare), El desierto de los tártaros (Buzzati) y el tercer tomo de El Capital, que varios conocidos me han dicho que resulta bastante actual,.... Muchos quedarán para verano.
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Hace un par de semanas me invitaron de AEDEMO para dar una sesión en el curso acerca de la investigación online. Mi aportación tenía que centrarse en los motivos para utilizar investigación online y en un primer acercamiento a las ventajas, inconvenientes y cuestiones críticas de las diferentes aproximaciones (cualitativa, cuantitativa, análisis del buzz, métricas web,..).
Durante la preparación empecé a desarrollar un bloque específico de contenidos en los que analizaba el impacto que tiene "lo digital" (más allá de Internet), en la industria de investigación de mercados, que debe replantearse alguno de sus elementos definitorios, tanto a nivel de su propia conceptualización (¿Qué es ser investigador de mercados?, ¿quiénes lo son?, ¿cómo nos relacionamos con el conocimiento?) cómo de sus actores (¿qué rol deben tener los responsables de investigación en sus organizaciones?, ¿tiene sentido la estructura habitual de los clásicos "institutos de investigación"?). Así, este bloque no trataba de consideraciones técnicas sobre la investigación online, sino más bien del modo en que la industria de la investigación de mercados queda afectada por lo digital.
Finalmente, por cuestiones de tiempo y logísticas, no pude incorporar de forma completa estos contenidos a la sesión, así que aprovecho para contarlos aquí:
1- El cambio de la relación con el conocimiento. Pongamos por caso el abandono de la enciclopedia británica, sustituida por Wikipedia. Si bien tiene múltiples orígenes y consecuencias, una de ellas es relevante para los investigadores de mercados: la sustitución del conocimiento "exacto" por el aproximativo. El lector de la Wikipedia es seguro que atribuye una menor credibilidad a esta fuente que a otras alternativas, pero le resulta suficiente: basta un conocimiento aproximado para la toma de decisiones, y eso pasa también con nuestros clientes. Estudios que, sin la exhaustividad deseada en otros momentos, permiten la toma de decisiones, son ya suficientes (no se trata obviamente de renunciar al rigor metodológico, pero sí asumir muestras más pequeñas o menos puntos de muestreo....).
2- De "salir a campo" a estar en campo. Esa expresión tan propia del sector de la investigación, salir a campo, a recolectar datos como setas, refleja no solo una concepción fordista de la recogida de información, sino sobre todo una actitud de distanciamiento respecto al objeto de conocimiento (en nuestro caso, el consumidor, el usuario, el ciudadano,...) que no es sostenible en un momento en que el "crossumer" rompe las barreras entre emisor y receptor, entre anunciante y audiencia... La diferencia entre salir a campo y estar en campo es técnica (entendida como el desarrollo de herramientas que permitan una recogida constante de información), pero es también conceptual: hemos de asumir que el salto entre "estar" y "salir significa una relación distinta con la fuente de información.
3- Abandonar el aislamiento del investigador. Históricamente ha habido una tendencia clara a que los institutos de investigación, excepto algunos casos puntuales de relación con agencias de publicidad o empresas de formación, operasen como compañías independientes. Y cuando lo han hecho integradas en grupos con compañías de otras disciplinas, se ha tratado más de una cuestión logística/financiera/comercial, que realmente de una integración que permitiese el enriquecimiento de prácticas y saberes. Así, el investigador, en aras de su supuesta independencia, se ha mostrado distante de su fuente de conocimiento, pero también de otras profesiones que pudiesen enriquecer su desempeño. En el entorno digital, que exige una serie de conocimientos específicos de los que carece el investigador convencional, trabajar con otras profesiones (creatividad, programación, estrategia,..) supone no solo una oportunidad sino una exigencia. No se trata de confundir roles (aunque algunos amigos defienden un posible mix, por ejemplo, con el diseñador de servicios), se trata de ser conscientes de que el encuentro entre perfiles enriquece el análisis, mientras que un equipo de investigadores aislado, que es al final lo que es un instituto de investigación convencional, acaba perdiendo perspectiva y limitando su repertorio de técnicas.
4- Impacto en negocio y desarrollo de servicios: una queja habitual de los investigadores es que no ven/viven directamente el impacto de sus informes, ni en términos de negocio ni en términos del producto/servicio que se lanza o redefine. Lo digital (y esto es particularmente claro en métricas web, pero también en el análisis del buzz) da pie a una investigación "operativa" que impacta de forma muy directa en decisiones que a su vez impactan inmediatamente en negocio (un rediseño de un site, una pauta de interacción en social media,...).
5- Internet como desintermediador. Internet es desintermediación, y precisamente si algo define a la investigación de mercados es ejercer de mediador: entre el consumidor y el cliente que nos paga, entre la realidad y el conocimiento. Internet genera y captura información relevante que puede generar insights relevantes (y, como hemos visto, el cliente cada día más se interesa por el informe que resulta útil en esos términos, no por exhaustividad ni por un "rigor mortis" metodológico). Llevan años apareciendo nuevos mediadores especializados (o que intentan especializarse) en ese manejo de "rastros de información": y ya han sido muchos los campos vinculados a lo digital en que la industria de investigación de mercados convencional ha quedado fuera (experiencia de usuario, analítica web, ¿análisis del buzz,..?), en buena medida por el aislamiento antes citado.
En resumen, lo digital, más allá de ofrecer nuevas oportunidades técnicas que ayudan a superar algunas de las limitaciones habituales de nuestras herramientas clásicas, es sobre todo una palanca de cambio que impacta en diversos elementos configuradores de la industria convencional de investigación de mercados.
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Llevo unos días dándole vueltas al rol que ha tenido el PSOE en los últimos 30 años como agente central de estabilidad política en España, con una hipótesis: su peso ha sido superior al que realmente le correspondería por militancia.
Y me he puesto a jugar con datos, analizando la proporción entre militantes y poder político en España. Para ello parto de los únicos datos agregados que he encontrado sobre número de militantes en España (se trata de una nota de prensa del PP que apareció en 2008 en diversos medios). Dándolos por buenos, el PP tendría 707.000, el PSOE 360.000 e IU 55.000 (quiero pensar que ICV está incluida, y por tanto sumo sus resultados en las explotaciones posteriores). Además me suenan razonables respecto a los que tengo en la cabeza de algún otro estudio que recuerdo haber leído hace unos años, así que jugaré con ellos. Partiendo de esta estimación de militancia, algunos resultados son:
- El PP tiene un concejal (elecciones municipales de 2011) por cada 26 afiliados, el PSOE por cada 16 e IU por cada 20. Si partimos de que los afiliados suelen ocupar las concejalías, el PSOE parece la alternativa más prometedora como "agencia de colocación", y a nivel local, el PP, la peor. Pensando en que se analizan unas elecciones con unos resultados catastróficos para el PSOE, sería interesante estimar de qué proporción estaríamos hablando en otros momentos más dulces (partiendo de que la evolución de la militancia suele ser bastante estable).
- El PP ha tenido en las últimas elecciones nacionales 15 votos por cada afiliado, 19 en el caso del PSOE, y 30 en el caso de IU. Podría leerse como que los militantes de IU tienen más capacidad para movilizar el voto en su entorno. Más bien tiendo a pensar en otra lectura alternativa: IU no logra traducir a afiliación la simpatía que manifiesta el voto.
- Si cruzamos escaños con número de militantes, IU tiene un escaño por cada 5000 militantes, mientras que en el caso del PSOE el ratio es de 3272 y de 3800 en el caso del PP. Aquí IU sería la peor opción si el objetivo del militante fuese obtener cargos, mientras el PSOE sería de nuevo la opción más prometedora.
- Para evitar el efecto de la ley electoral, si analizamos en función de un hipotético reparto proporcional de escaños, en el que IU sube a 25 escaños, el PSOE baja a 102 y el PP desciende a 158 los resultados son muy distintos: IU tendría un diputado por cada 2.200 militantes, el PSOE por cada 3.530 y el PP por cada 4.474.
Las conclusiones (insisto, partiendo de una estimación de militantes quizás razonable pero no sé si totalmente exacta, y que además se basan solo en las últimas elecciones) serían:
- Si quieres hacer carrera política, el PSOE es el lugar idóneo. Pero puede leerse de otra forma: el plus mediático del PSOE ha venido facilitando un protagonismo no justificado desde el peso real de su militancia, favorecido además por la ausencia de proporcionalidad.
- Proporcionalmente, el PP no logra ese mismo ratio poder político/militancia que tiene el PSOE. Frente a IU parece verse beneficiada también por un plus de poder político al margen de su militancia (en las generales, no en las municipales, dónde es la "peor opción" si tu objetivo es colocarte): esto cambiaría en el contexto de una ley electoral proporcional. Por otro lado, la ratio votantes/militantes es particularmente baja: parecería un partido nucleado al que le cuesta en mayor medida llegar a los no militantes. A la inversa, el célebre suelo del PP tiene sin duda que ver con esta menor ratio, que le hace ser menos volátil.
- IU aparece como una mala opción para obtener trayectoria profesional en la política: en el momento actual sería la opción política que menos proporción guarda en las elecciones generales entre militancia y poder político (aunque esto cambiaría en un contexto de proporcionalidad y no es tan intenso en las municipales). Por otro lado, resulta ser la opción que peor (o mejor, según se mire) ratio presenta entre militancia y voto.
ACTUALIZACIÓN: en comentarios hay un recálculo basado en otros datos de afiliación, aunque no cambian significativamente las conclusiones.
desenlaces a las 08:39 p.m. en Estudios, Ideologías | Enlace permanente | Comentarios (5) | TrackBack (0)
Como no escribo mucho, vamos a hacerlo a lo grande: en un mismo post, geopolítica, el consumo como desideologizador y una mirada a la Europa del Sur de hace treinta años...., casi ná, a ver qué sale.
En los 70´s, el flanco sur de la OTAN era enormemente inestable. Portugal, con su revolución, la incógnita post-franquista española, Grecia finalizando la dictadura de los Coroneles (continuidad de una masacre sobre la resistencia antifascista de finales de los 40´s), Italia recurriendo a Gladio para evitar la llegada al poder del partido comunista más fuerte de Europa Occidental..., incluso podríamos pensar en ese Miterrand que accedió al poder con un programa de nacionalización de la banca.
La estrategia (no quisiera decir deliberada, más bien el cúmulo de actuaciones) para "normalizar" el Sur de Europa tuvo varios planos interrelacionados:
- A nivel internacional, integración en la CE (y OTAN, lo que implica un considerable alineamiento de los ejércitos nacionales con otros centros de toma de decisión más allá del país, lo que implica nuevas fidelidades) y acceso a subvenciones. A la inversa, disponibilidad de nuevos mercados por colonizar para los países "occidentales".
- Apertura del mercado (desembarco de multinacionales) y desarrollo de una sociedad de hiperconsumo (crédito facilitado, sobre-exposición publicitaria, subvenciones en forma de fondos de cohesión,...), acompañada de elementos básicos del Estado del Bienestar.
- Democracia representativa y partidos socialistas fuertes (y allí donde lo eran menos, resultaban en todo caso decisivos, incluso en Italia, como bien recuerda Juliana, ), con fuertes anclajes con los medios de comunicación. El partido socialista (en España, Portugal y Grecia al menos; Italia, con su tele-democracia, recorre el mismo camino por una ruta distinta) como el "interfaz" entre las demandas populares de cada país y el marco tolerado -y fomentado- por el capital internacional (insisto, no hablo en términos de intencionalidades, hablo de procesos), desarrollando una dinámica de modernización que los inserta, como países periféricos y eminentemente subordinados, en unos mercados globalizados y les aleja de cualquier otra alternativa sociopolítica.
Poniéndome en modo "gurú", creo que en treinta años la actual oleada de intervención se verá como la segunda vuelta de aquella dinámica de "normalización". Ahora, como países ya insertados - y mercados asimilados - pero periféricos, alejados de veleidades autónomas, la dinámica del capital (radicalmente distinta a la de los años 70´s, sin necesidad de compromiso alguno hacia el Estado del Bienestar y centrada en lo financiero) les recuerda su carácter subordinado y su escasa capacidad de intervención en los flujos globalizados. Se acabó el acceso fácil al crédito (que es la gasolina del consumo, siendo éste el más potente desidelogizador), finaliza cualquier anhelo de acercarnos a las coberturas sociales y a la cohesión de los países centroeuropeos, y se nos fuerza a tratar de encontrar un rol en los mercados globales vía devaluación social (ya que monetaria no es posible).
pd: y por cierto, no creo que el discurso sobre innovación, creatividad y emprendedores nos vaya a dar un hueco confortable bajo este sol implacable. "El origen de la crisis es estructural, y la innovación no supone una alteración de esa estructura: habrá países que logren alguna ventaja competitiva, igual que quizás la tengan quienes estén dispuestos a abaratar la mano de obra, pero no repercutirá en las motivaciones, ni en las soluciones, a la crisis."
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Bueno, repaso de lecturas veraniegas, un clásico del blog. Intentaré no desvelar más de la cuenta sobre tramas y argumentos.
- Fouché, retrato de un hombre político, de Stefan Zweig. Biografía de Fouché, personalidad que acompañó al poder, fuese cual fuese, desde la Revolución Francesa a la restauración monárquica, pasando por el imperio de Napoleón, y descrito como el fundador del espionaje moderno. Mira que me gusta Zweig, pero en este caso me ha dejado con una sensación ambigua. A mi juicio comete el error de partir de una caracterización psicológica del personaje (calculador, trepa, triador, maniobrero,...), y desde ahí explica todo su comportamiento, pero sin apenas referencias de primera mano, de forma que más que concluir/descubrir sus rasgos se parte de ellos, de forma que cuando algún episodio no coincide con lo esperable no queda otra opción que describirlo como "la excepción", "lo sorprendente",.... Quizás de fondo se encuentre que me desagrada ese concepto de "personalidad", que trataban siempre de inculcarnos en la facultad de psicología, y más bien pienso que en dos circunstancias parecidas pero con contextos distintos podemos comportarnos de forma muy diferentes, muy por encima de lo que determinaría ese constructo tramposo de la "personalidad" y el "yo". En todo caso, un libro recomendable, por el contexto, por los personajes que desfilan,...
- Cristo con un fusil al hombro, de Ryszard Kapuscinski. Título (y sobre todo portada) engañoso, ya que quizás solo la mitad, o menos, del libro, atiende al encuentro entre movimientos de liberación y cristianismo en Latinoamérica, dedicando considerable atención a la situación en Oriente Próximo (aunque escrito en los 70´s, suena cercano..., por lo menos para mí, que no conozco en detalle la situación) y África. Los capítulos sobre Bolivia y Guatemala, impresionantes y estremecedores. Y al igual que me pasó con El Imperio (en aquel caso, con Armenia), del mismo autor, textos que provocan unas enormes ganas de viajar.
- Sunset Park, de Paul Auster. Tramas complejas, personajes relevantes, resolución un poco previsible. Bien, razonablemente bien, lejos de otros Auster (Libro de las ilusiones, Mr. Vértigo,...) que me deslumbraron, pero bien.
- Tombuctú, también de Paul Auster. Lo dejé, era ya el segundo intento, en la página 20. Perros que hablan, no, gracias.
- Trilogía de la Fundación, y de extra, los Límites de la Fundación, de Isaac Asimov. Será la quinta o sexta vez que me la leo, en la viejuna edición de Bruguera y con traducción del admirado Carlo Fabretti. Un gustazo, Hari Seldon, Salvor Hardin, Trántor, Preem Palver, los Darell, la psicohistoria (ains, aunque me niegue a asumirlo, me juego lo que sea a que acabé estudiando psicología por culpa de estas lecturas adolescentes), .....
- Siguiendo con Asimov, Los propios dioses, uno de los pocos libros suyos que me restaba por leer. De Asimov siempre he admirado su capacidad para construir macro-narraciones, escenarios, ..., pero su redacción no me parecía particularmente brillante. En este caso, sin embargo, hasta este aspecto me ha gustado.
- La conquista del aire, la lectura de Belén Gopegui de todos los veranos. Una de mis autoras preferidas, que en este caso parte de una situación que, queridos lectores, por experiencia os deseo que no tengáis que pasar: dejar dinero a un amigo. Desde ahí, el libro analiza la evolución de la relación y los esfuerzos por una -fallida- "superviviencia ideológica" de los personajes. Quitando algún momento de meter con calzador una explicación naif de conceptos marxistas (la plusvalía) en mitad de una conversación y que la complejidad de los diálogos interiores de los personajes te hace sentir una ameba en comparación, libro bastante interesante.
- El restaurante del fin del mundo, de Douglas Adams, continuación de la Guía del autoestopista galáctico. Y al igual que ésta, treeeeeeeeemendo (aunque hay quién entiende que la continuación no alcanza el nivel de la Guía...), qué capacidad para llevarte dónde quiera. Muy recomendable si te gustan Monty Python y similares.
- Lo que empezó como un repaso en busca de alguna frase que recordaba ha terminado en una relectura completa de Brigadas Rojas, el magnífico libro de entrevistas de Carla Mosca y Rossana Rosanda con Mario Moretti (líder histórico de las Brigadas Rojas), que ya comenté en su momento. No tiene nada que ver con el 15M en su práctica, pero sí es bueno repasar los errores que cometió el movimiento autónomo italiano en los años de plomo.
- El día que Nietzsche lloró, de Irbin D. Yolom. El libro del verano, entre otras cosas, por lo recomendado que llegaba. Ummmmm, uno lee desde su trayectoria, y en mi caso, Nietzsche fue una de las grandes lecturas de mis primeros años universitarios, mientras que el psicoanálisis me pareció sugerente pero completamente acientífico (amigos psicoanalistas: ¿de verdad os creéis el caso de Anna O?, ), con prácticas en España que bordeaban lo "sectario" (hice algunos acercamientos a academias de psicoanálisis y miedito me dieron) y colaborador en la expansión de la dañina "galaxia psi". Ocurre que, al finalizar la lectura (y trataré de no desvelar el cierre), el autor, psicoanalista, parece tomar un partido innecesario por su escuela, mientras que Nietzsche y su filosofía aparecen como un síntoma de la desesperación vital. Sea, pero vivir es pedalear en el abismo: y eso, por desgracia, no es solucionable mediante terapia. Al margen, digamos, de que "ganan" (en una competención que no se plantea explícitamente) los que para mi no lo merecen, una magnífica lectura que vale la pena, desde luego. Desfilan con coherencia y versimilitud personajes críticos del final de siglo XIX y principios del XX en CentroEuropa, Nietzsche, Bauer, Lou Salomé, Viena, el antisemitismo, y por supuesto, Freud, insertando con naturalidad (más que, por ejemplo, el citado caso del marxismo en Gopegui), un muy buen acercamiento literario al psicoanálisis y al pensamiento de Nietzsche.
Y por cierto, aunque no en papel, si no dando vueltas por aquí y por allá, otra lectura del verano: el desastre de Annual, y los militares de derecha asesinados por los golpistas franquistas.
Siguientes lecturas previstas: la trilogía del historiador Eric Hobsbwan (La era de la Revolución 1789-1848, La era del capital 1848-1875 y La Era del Imperio), relectura del Instinto del Lenguaje de Pinker (en castellano, a ver si me enteré de algo cuando lo leí en mi inglés cutreuniversitario) y una recopilación de textos de Jesús Ibañez (A Contracorriente)
Otros repasos de lecturas:
desenlaces a las 09:07 p.m. en Editorial, Ideologías | Enlace permanente | Comentarios (2) | TrackBack (0)