Otro repasito de lecturas en tiempo de vacaciones, como es habitual en este blog.
- Si me necesitas, llámame, de Raymond Carver. Se trata de 5 historias publicadas postumamente por la viuda de Carver: al parecer el autor no los consideró como cerrados y listos para publicar. Quedan lejos, muy lejos, de la mayoría de historias de Principiantes, aunque reconocibles en estilo y con esa capacidad de generar tensión del autor.
- El silencio de los libros, de George Steiner. Es paradójico que, estando en España, el país que demonizó la LOGSE, la ley que apostó de forma pionera (y equivocada, pero no por los motivos que la derecha nos contó) por los procedimientos frente a los contenidos, tengamos ahora tanto medio gurú internetero insistiendo en lo importante que es la tecnología y la localización de contenidos. Y sorprendido con el rollito de "aprender a aprender", "el desaprender" y demás taradeces, me encuentro con este textito (concentrado, se lee en un par de horas o menos) que luce sobre todo cuando habla de la memoria, la oralidad y el rol del libro: "La educación moderna se asemeja cada vez más a una amnesia institucionalizada. Sustituye el saber de memoria, de "corazón", que es también un saber del corazón, por un caleidoscopio de saberes siempre efímeros. Limita el tiempo al instante (...) un magma de homogeneidad y de pereza. Puede decirse que todo lo que no aprendamos y no sepamos de memoria, dentro de nuestras facultades, siempre aproximadas, no lo amamos verdaderamente". En general, el texto es un magnífico inventario de reflexiones y anotaciones, Sócrates y la oralidad, el territorio de la verdad, de lo que se construye en común y en tiempo real, con idas y venidas, frente al infierno de afirmaciones encadenadas en pos de la "autorictas" última, de la última palabra, de los libros que citan y refutan de manera interminable. Lo específico del proyecto de las Sagradas Escrituras, el esfuerzo de poner por escrito, incomparable a cualquier otro intento previo (nada que ver con las biografías romanas), con su redacción casi taquigráfica e urgente. San Pablo, helenista, frente a los ascetas, profetas y penitentes, suspicaces y refractarios ante la lectura. La alianza entre Reforma e imprenta: la lectura accesible e individual, ya no solo desde el púlpito y solo en mano de unos pocos. En fin, interesante y sugerente: lástima el cierre, más actual, sobre tecnología y censura, un tanto pobre y demasiado a ras de suelo después de una parte previa de enorme interés.
- Estrella Roja, de Alexander Bogdánov. El contexto es espectacular: una historia de ciencia ficción escrita en 1910 sobre comunistas en Marte. Bien, pero la redacción es plana y no engancha (justo lo contrario que el prólogo, de Edmund Griffiths, que en sí mismo vale la pena). Lástima.
- Milenio, de Tom Holland. Canossa, la relación Iglesia-Imperio (o Estado), el marco mental del Apocalipsis milenario que no llega, normandos, bizantinos, Cluny, la primera cruzada, Stamford Bridge, el origen de los castillos, la conversión de los "bandoleros" en caballeros ... Una traducción áspera, incómoda, y quizás hubiese estado bien algún tipo de mapa conceptual sobre los protagonistas de este periódico histórico,..., pero un libro que es un gustazo.
- Rubicón, también de Tom Holland. Aunque los comentarios que había leído decían que era superior a Milenio, del mismo autor, no me lo ha parecido, quizás por resultarme más ajeno el mundo de Milenio (al final, buena parte del contenido de Rubicón es común para cualquier aficionado a la historia de Roma). En todo caso, bien. Y mejor traducción que el anterior, creo. Una curiosidad: los romanos usaban la misma palabra, honestas, para referirse a la excelencia moral y a la reputación. Ahora, nuestros publicistas tratando de encontrar la forma de trabajar la reputación de empresas inmorales.
- La era de la revolución (1789-1848) y La era del capital (1848-1875), de Eric Hobsbawm. Como no soy capaz de leer a Hobsbawm en inglés me entra la duda de si la traducción es nefasta o es capaz de escribir párrafos de 10 líneas con 6 subordinadas insertas. Al margen de eso (que aunque es más acentuado en La era de la Revolución, también ocurre en La era del capital, con distinto traductor, lo que me hace pensar que la traducción es regulera pero que tampoco el original debía ser muy simple), de lectura casi obligatoria: la relación revolución francesa y revolución industrial, la traición liberal a las clases populares (nunca un partido liberal ha ganado las elecciones con mayoría absoluta en países avanzados una vez que ha habido sufragio universal), el esfuerzo de construcción de identidades naciones (Italia, Alemania, Polonia, Chequia, Hungría,..), el carácter absolutamente periférico de España en las épocas estudiadas (% analfabetismo en jóvenes varones europeos en 1870: Suecia 1%, Alemania 2%; Inglaterra 18%; Francia 17%; Bélgica 23%; Italia 52%; España 63%),... Muy recomendable. Queda por leer su tercer volumen, La era del Imperio (1875-1914).
Como puede verse, una tanda de lecturas muy orientadas a la historia. Próximas lecturas previstas, gracias a un rico surtido de regalos: Nunca fue tan hermosa la basura (J.L. Pardo), Austerlitz (Sebald), Capitalismo y Nihilismo (Alba Rico), Diccionario de las Artes (Azúa), Leviatán o la ballena (Hoare), El desierto de los tártaros (Buzzati) y el tercer tomo de El Capital, que varios conocidos me han dicho que resulta bastante actual,.... Muchos quedarán para verano.
Qué gustazo saber que aún hay gente que lee tanto y tan bien... Un apunte: de Buzzati son mejor los cuentos (Los Siete Mensajeros y Otros Relatos, Alianza bolsillo) que el Desierto de los Tártaros. ¡No tienen desperdicio!
Publicado por: laura | marzo 13, 2012 en 08:39 p.m.