Hoy toca charco (como casi siempre: si no hay charcos, mejor calladito para no añadir más ruido). El charco viene a ser: me identifico con la “izquierda transformadora”, empujo lo que puedo en ese sentido, y siento que, en este momento de la crisis, me parece equivocada en ciertos diagnósticos y desde ahí equivoca también sus “oportunidades y responsabilidades”. Por acotar: hablaré de la izquierda “política”, y no tanto de izquierda social.
Retomo la introducción centrándome en “en este momento de la crisis”, y trato de enfocar bien: el modo de abordar la crisis no puede ser el mismo que hace tres años. Es indispensable señalar culpables y no perder de perspectiva los orígenes, pero la situación es muy distinta y las soluciones no pueden ser las mismas que se proponían al inicio. No puede limitarse a subida de impuestos “a ricos”, control del fraude, i+d, inversión (y banca) pública, persecución de la corrupción y ciertos ramalazos sobre los gastos de los políticos. Al margen de lo atinadas y funcionales de las propuestas, que en general pueden serlo (aunque distan de ser soluciones mágicas: el mantra sobre el fraude fiscal, siendo cierto, no tiene una solución simple sin contraindicaciones asociadas), son propuestas para una situación ya pasada. Insuficientes. La cuestión es que el país está quebrado. Roto. Y obviamente, como mínimo bajo tutela. Sin apenas capacidad de maniobra. La congelación de la actividad económica es dramática, peor de lo que podía imaginarse hace 3 años. Y desde ahí, no basta con un discurso de resistencia ni tampoco basta con el recetario socialdemócrata (que es dónde estamos, no más allá). Y, más allá, no estamos, por mucho que algunos fantaseen con ello, en un momento de ruptura revolucionaria o constituyente.
Por otro lado, aunque sea una tentación, la lectura (y la práctica) de cuánto peor, mejor, no es viable: el grado de sufrimiento asociado hace descartar esa absurda actitud, entre otras cosas porque al final del barranco al que nos asomamos el golpe va a ser bestial. Probablemente, al final de la caída nos esté esperando un monstruo oscuro en modo de fascismo. Las burdas apreciaciones en relación a Argentina/YPF (aplaudir una decisión arbitraria ya que daña a una gran empresa, sin explicitar que la decisión solo será legítima si se estipula un justiprecio, y que, sin él, es simple abuso de poder) son un ejemplo del discurso de a peor, mejor.
Si rechazamos esa actitud de “cuando esto se hunda ya vendrán a nosotros reconociendo nuestra sabiduría”, hemos de desarrollar una tarea enormemente difícil. Me gusta como la explican aquí: tenemos el problema que tenía Indiana Jones cuando trataba de llevarse aquel tesoro que servía a su vez de peso para evitar que se lanzase una enorme piedra que lo arrasaría todo. Hemos de sustituir el ídolo por una alternativa que cumpla la misma función (lean allí la metáfora, que sin duda la explican mejor), hemos de sustituir el sistema sin que se derrumbe ya que nos llevaría por delante. Y eso significa pensar y actuar desde lo existente, no desde lo que debería haber sido ni mucho menos desde lo que no es.
En este momento, la izquierda transformadora tiene, más que una oportunidad, una responsabilidad: el descrédito del bloque PPSOE va a generar un vacío que se llenará, y si no lo hace la izquierda transformadora, lo harán iniciativas populistas o proto-fascistas. Como decía Gramsci, "el viejo mundo se muere, el nuevo tarda en aparecer y en ese claroscuro surgen los monstruos”, y estamos, ojalá, a la espera de ese mundo nuevo pero, mientras, nos manejamos en un claroscuro lleno de sombras y amenazas.
Para evitar ese vacío, algunas claves pasan por (oigan, no quiere ejercer uno de gurú, ni tampoco de míster obvio, pero como varias de ellas no las veo siempre entre los "míos"…):
- Asumir la realidad, en varios sentidos:
- Asumir la deuda contraida: por ejemplo, las iniciativas sobre un “Tribunal para juzgar la legitimidad de la deuda” son un disparo en el pie y un acto de inmadurez (entre otras cosas, por ser honestos con nosotros mismos, no tiene mucho sentido engañarse al solitario y este posible “tribunal” ya tendría claro desde el principio su sentencia, y sus consecuencias). Obviamente la deuda tiene un origen, un origen basado en un modelo socioeconómico nefasto, pero es el que, mejor o peor, nos hemos dado a través de un sistema representativo, con todas sus insuficiencias. La deuda es nuestra, y nos la comemos, se siente. Negarlo es una infantilidad.
- Asumir que hemos de renunciar a endeudarnos como opción. Ya lo traté de argumentar aquí. La deuda es el origen de la sumisión, y el crédito su cadena. A lo que hemos de ir es a minimizar nuestra dependencia. Y por supuesto, al margen de que un sociedad basada en el crédito y en la industria financiera vive por defecto en una burbuja, al margen de las ausencias de regulaciones,...., entender que es absolutamente natural que nadie quiera prestarnos dinero a no ser en condiciones cada vez más gravosas. Si yo soy el responsable de inversiones de un fondo noruego que gestiona los beneficios del petróleo nacional, depositando mis conciudadanos en mí sus futuras pensiones, no voy a invertir un € en un país que cambia en un año varias veces sus estimaciones de déficit.
- Asumir que la sociedad española debe realizar lo que sea necesario para mantenerse en el euro. No es viable salir de la UE. España no tiene capacidad para tener una posición geoestratégica relevante fuera de Europa. Las promesas falsas de la autarquía son estupideces insostenibles por cualquiera que no juegue al peor, mejor: España sin euro puede depreciar su moneda pero también deberá depreciarse socialmente aún más: Marruecos puede ser un buen suelo de referencia. Y la sociedad española no va a aceptar esa referencia, y de verse obligada a ella es muy posible que sus opciones políticas nos den bastante miedo.
- Una propuesta inclusiva. Es necesaria una propuesta (y un lenguaje) “de país” inclusiva y constructiva. Sin ir más lejos, la propuesta republicana no puede enfocarse, ni siquiera simbólicamente, como una propuesta que ponga en riesgo la creación de la mayoría social necesaria.
- Internacionalización de la respuesta: tanto desde la situación de oposición como de un posible ejercicio de poder, es necesario elaborar propuestas y alianzas con perspectiva internacional.
- Identificar fortalezas económicas del país y apostar por ellas. No es el discurso habitual de la izquierda transformadora, pero es necesario en este momento: han de proponerse salidas económicas. Por ejemplo: ¿hay que apostar por el turismo como palanca de recuperación? No tengo claro si es así, pero parece una de nuestras fortalezas. Más allá de decir que no queremos serlo, ¿hemos de ser un país de camareros? ¿Qué tenemos que decir al respecto desde la izquierda transformadora? No queremos que ese sea nuestro modelo, ¿pero hemos de asumirlo durante un tiempo? Hemos (han, si queremos decirlo así) desaprovechado la oportunidad de crear otro modelo de país, y un par de generaciones van (vamos) a pagar esa oportunidad perdida. Por supuesto hay que seguir hablando de i+d, pero sabiendo que la i+d 1) exige tiempo para traducirse en competitividad, y tiempo es lo que no tenemos 2) Requiere músculo inversor, que apenas tenemos 3) En China, Filipinas, Lituania y Sudáfrica, por decir países el tuntún, seguro que existe el mismo discurso sobre "la innovación": es decir, resulta poco "diferencial".
- Asumir que queda sufrimiento por pasar, y mucho, y explicitarlo. Anguita acertó en sus diagnósticos de los 90´s sobre el capital financiero y Maastricht. Perfecto: pero no quita que la situación sea la que es. Hablaba Lenin del análisis concreto de la realidad concreta. Y en este momento, cargados de legitimidad y dignidad, aunque convenga recordarlo, es más importante dejar ambas a un lado: llegará el momento en que podamos construir el modelo social deseado, pero ahora se trata de evitar caer por el barranco o al menos de minimizar el golpe. Por supuesto, hay que elaborar una promesa que justifique las decisiones a tomar de inmediato: la defensa de cualquier decisión que implique ajustes a corto plazo solo es viable si se afirma la excepcionalidad de la situación y añadimos la promesa de un modelo social distinto cuando salgamos del coma. Pero no podemos negar la gravedad del diagnóstico.
Entiéndase bien: "llevamos" razón, tenemos claro quién es el causante de la crisis, hay que insistir en ello en todo momento en que sea posible, los esfuerzos deben realizarse con justicia y respetando al máximo nuestro raquítico Estado del Bienestar, y obviamente una salida a medio plazo exige inevitablemente un modelo social alternativo. Conforme, pero me parece que no somos conscientes de la gravedad tan profunda de la crisis, tenemos una cierta tentación de recrearnos en lo negativo y creemos que pueden plantearse las soluciones desde el recetario socialdemócrata: nada de esto va a ayudarnos a proponer un modelo social alternativo a medio plazo ni a encontrar soluciones a corto. Existe una oportunidad ante el vacío del bloque dominante, oportunidad que se acompaña de una enorme responsabilidad: ¿seremos capaces de gestionarla?
pd: repasando el post veo que he escrito varias veces "gestionar" y "asumir". Creo que, aunque indeseados, son los términos en los que debemos manejarnos.
Muy buenas, compañero.
Un amigo me ha mostrado esta entrada, y quería felicitarte por ella. Estás pidiendo soluciones reales, no brindis al Sol o posturas frente a la galería. Coincidimos en las ganas de crear una alternativa real, factible, de aplicación inmediata.
Con permiso, te copio algo de lo que le propuse a Santi:
Ya hace tiempo que he propuesto cosas, empezando por invertir el poco crédito que nos queda, en vez de en salvar bancos zombie, en crear empresas productivas. Sí, empresas estatales, como son algunas de los mayores monstruos chinos, que están demostrando su superioridad en el mundo entero (China Mobile, Sinopec, ICBC…). Gestionadas por profesionales y a las cuales se les exija dar beneficios en un periodo razonable de tiempo. Existe talento, existe capital, pero es raro que uno y otro coincidan en las mismas manos. Se trata de que el Estado ponga el capital al servicio de gente con ideas.
La segunda, trasladar la fiscalidad de las rentas, el consumo, el trabajo y los beneficios empresariales (todas las cuentas están manipuladas, es prácticamente imposible así conocer la base imponible) al patrimonio y las herencias, además de las transferencias de capitales; si quieres sacar capital del sistema, tienes que pasar por caja.
Con estas dos medidas, ponemos a funcionar la maquinaria de nuevo, que es lo vital. Aumentamos la actividad económica, y por otra parte basamos la fiscalidad en verdaderamente los que más tienen (que no es necesariamente lo mismo que los que más ganan, y es más sencillo de determinar), convirtiéndola en verdaderamente progresiva.
Fíjate que aún no he hablado de expropiaciones, de Ley de Tierras ni de nada que suponga una amenaza a la propiedad privada. Medidas que se pueden aplicar ahora mismo (excepto los capitales, y sin embargo es crucial, así que más vale romper con la UE que soportar el constante chantaje de la burguesía y sus paraísos fiscales) y que empezarían desde ya a generar crecimiento y empleo.
¿Por qué no se toman? Por puros prejuicios ideológicos.
Publicado por: Mendigo | mayo 31, 2012 en 12:29 a.m.
pues yo he llegado aquí del mismo sitio que el mendigo, pero en mi caso tengo que estar radicalmente en contra:
Haces una lista con cinco "claves", y me basaré en ella para explicar mi opinión:
A) En lo que "se asume" en la última clave, es decir, "se va a sufrir sí o sí", sí puedo estar de acuerdo, pero no entiendo que sea la clave de nada.
En cambio, en que se asuma la realidad en los tres sentidos que das en la 1ª clave, me parece contrario a cualquier interés de la gente. Me explico:
Hay una serie de cuestiones en las que un criterio técnico "sano" (=no mentiroso) coincide exactamente con un criterio de sentido común, por ejemplo la deuda, al menos si no nos metemos en detalles finos:
1. la deuda heredada: el "modelo socioeconómico del que nos hemos dotado" no es tal. Ese modelo socioeconómico nos ha venido impuesto. Pero lo relevante es que la soberanía popular debería poder modificarlo democráticamente. En todo caso, la discusión huelga, porque el volumen de deuda heredada no se debe a ningún "modelo socioeconómico", sino a unas deudas impuestas al pueblo que no son del pueblo (sino de los bancos especuladores) y a una elevación de los intereses que no son "normales" o "derivadas de las condiciones del mercado" ni a nada más que a los especuladores, mejor dicho, manipuladores de los mercados financieros.
Es un puto atraco a mano armada, que la justicia invita a rechazar. Solo hace falta poder suficiente para hacerlo.
2. recurrir a la deuda: la deuda no puede crecer eternamente, PERO no es la raíz de todo mal y el vehículo del anticristo. La deuda es una palanca de progreso económico a la que no se puede/debe renunciar. Por supuesto, tampoco es verdad que se pueda recurrir a la deuda sin límite y sin medida.
3. Salir del euro parece que está de moda en la izquierda radical. A mi me parece que sería peor que quedarse, pero de lo que estoy seguro es de que el mensaje de "en el euro A CUALQUIER PRECIO" es el chantaje que ha llevado a los griegos a donde están, y por supuesto que ese es el caminito que llevamos nosotros. A CUALQUIER precio, nada, ni la democracia.
Por otro lado, es un falso discurso porque si se tiene que proponer o criticar algo, hágase, arguméntese, pero a menudo no se argumenta con nada más que agitar el espantajo de la salida del euro. Ya veremos si nos llevamos una agradable sorpresa y Syriza en Grecia consigue decir "se acabó la usura" y sigue en el euro. Hoy nadie ni se lo plantea, pero no lo tengo yo tan claro. Estamos tan acostumbrados a que nos atemoricen y nos chantajeen que ya nos basta con que un tertuliano nos diga "bu!" para que entreguemos la cartera y nos bajemos los pantalones.
B) Tener una "propuesta inclusiva" y la "internacionalización de la respuesta" seguro que nos parece bien a (casi) todos, pero tendremos que darle contenido o es decir (casi) nada.
C) Donde sí ofreces un contenido, en la 4a "clave" tampoco estoy de acuerdo: si tenemos que hacer un "programa" de medidas económicas no pueden ser tan de emergencia, tan de añoranza de lo bien que iba todo antes de 2007, que terminen dando la razón al mensaje "cualquier cosa con tal de tener un empleo, cualquier empleo". Ahora de ninguna manera "toca" hablar de política industrial, pero si lo hacemos olvidémonos del turismo y la construcción: eso es un ataque de pánico que va contra todos y cada uno de los trabajadores, a corto, a medio y a largo plazo, sin contrapartida y sin ningún sentido.
saludos
Publicado por: escaiguolquer | junio 02, 2012 en 01:17 a.m.
Gracias por los comentarios. Centrándome en el de Escaiguolquer (del de Mendigo destacaría la idea de trasladar la presión a las "salidas" de capital):
- La "evaluación moral" de la deuda. Entiendo lo que dices, y me gustaría compartirlo, pero en última instancia, como ciudadano de este país, sin haber votado nunca a PPSOE, me toca comerme el modelo socioeconómico por el que apostaron mis conciudadanos. Bankia y la burbuja es el resultado no de unos bancos sino de un conglomerado que hemos legitimado no viviendo por encima de nuestras posibilidades sino a través de nuestra in/acción política (voto PPSOE, sindicatos a remolque,...). Me jode, pero no me veo legitimado para decir que es una deuda ilegítima.
- Lo de mantenernos "a cualquier precio" en el €. Bueno, es una forma de decirlo. Obviamente, a cualquier, cualquier precio, no.
- Sobre la política "industrial": indico lo del turismo como ejemplo de opción viable a corto. Por lo que veo en mi curro cotidiano, y me toca estar todo el día con los departamentos de compras de bastantes de las principales empresas, creo que hablar hoy de "política industrial" es un brindis al sol. No hay nadie con liquidez para pensar en inversiones, tan solo para sobrevivir a corto. Y si invierten, lo hacen fuera. Pongo el turismo como ejemplo, como palanca a corto, obviamente no como deseo. Mi temor es que no tenemos músculo para otra cosa.
- Cierto que no desarrollo el tema de "propuesta inclusiva" ni de la "internacionalización". En relación al primero: no podría formularlo en detalle, pero creo que por ejemplo el modo de acercarnos desde la izquierda transformadora a la propuesta republicana (y esto es un debate en sí mismo) no es atractivo para el conjunto de la población en parte por cómo lo hacemos. La pasada mani del 14 de abril en Madrid me pareció un espanto en ese sentido, por ejemplo. Y sobre la internacionalización, se trata de buscar alianzas: no con LATAM (por mucho que queramos, nuestros ciudadanos no lo ven como un ejemplo válido) sino con otros movimientos europeos, sobre todo de los otros países intervenidos. Una jornada de lucha conjunta (por decir un ejemplo sencillo) me parece imprescindible.
Saludos
Publicado por: felipe | junio 02, 2012 en 07:18 p.m.