El clásico post de lecturas de vacaciones, que en el fondo es más bien de lecturas del último trimestre:
- El poder del perro y El cartel, ambos de Don Winslow. En total, más de 1.400 páginas distribuidas en dos libros que pueden leerse del tirón: tanto por ser el segundo continuidad del primero como por el estilo, basado en una sucesión salvaje de impactos y en una coreografía de personajes que obligan a mantener la atención. Una historia de México en la que México no es el motor, es más bien la correa de transmisión, en la que se enfrentan durante décadas Art Keller, un agente estadounidense, con Adán Barrera, narcotraficante que siempre pretende utilizar el punto exacto de violencia que la situación requiere, en una dinámica en que cada momento exige un punto más de violencia. Así, entre otras cosas, los libros son una progresiva escalada de violencia y maldad: de una violencia salvaje acotada a una violencia salvaje generalizada, en número y geografía. Lectura muy recomendada: eso sí, y a sabiendas de que siempre que voy a México tengo la sensación de no estar enterándome de nada, la imagen que da del país es muy distinta a la que vivo cuando lo visito.
- En bruto. Una reivindicación del materialismo histórico, de César Rendueles. Me he acostumbrado a leer todo lo que publica Rendueles. En su blog, en un texto cualquiera, siempre encuentras, cuanto menos, un par de chispazos que te cambian la mirada. En SocioFobia, una tesis bien trabajada y un (o muchos) desafío, en Capitalismo Canalla, abundantes líneas de reflexión con la “percha” literaria, y En Bruto, quizás demasiadas ambiciones para un libro relativamente corto. A lo largo del libro el materialismo histórico es puesto en relación con muchos, muchísimos aspectos: el idealismo al que se enfrentó Marx en su contexto, la pervivencia del idealismo naif del que ya habló Rendueles en Sociofobia, las abundantísimas líneas sobre las que se desplegó el materialismo histórico, los saberes cotidianos, las oportunidades y paralelismos de la relación con la biología…, tantísimos temas, de tanta potencia y alcance, que la sensación que deja el libro es de no terminar de tratarlos con el suficiente detalle. Por otro lado, seguramente relacionado con lo anterior, no logro percibir con claridad el objetivo del libro, o mejor dicho, no consigo valorar si lo logra. Parece existir un objetivo obvio (que entiendo que es orientar la mirada a la caja de herramientas del materialismo histórico) , pero en el caso de que el objetivo fuese identificar nuevos usos de las herramientas ya disponibles, o enriquecerlas - quizás debido a que existen tantos ámbitos desde los que desplegar la potencia del materialismo histórico-, da la sensación de no aportar líneas que de alguna forma ya han sido desarrollados por todos aquellos que se han reclamado sus herederos a lo largo del tiempo. De los tres libros de Rendueles leídos hasta el momento, el que menos me convenció: pese a eso, siempre es una buena lectura.
- H de Halcón, de Helen Macdonald. Me acerqué pensando en que era Philip Hoare y sus ballenas llevadas ahora al mundo de la cetrería. El libro me lo recomendó la misma persona, era también editado por Ático de los Libros, Hoare recomendaba en la contracubierta y había ganado el mismo premio en UK. Y no, no es lo mismo. A ratos pensé que era mejor, al final no lo creo: pero sigue siendo muy recomendable. Cetrería, por supuesto, y pérdida y duelo, y metaliteratura, y Merlín el Mago. Eso sí, exige cierta fortaleza de ánimo. Me gustó mucho esta entrevista a la autora: en todo caso, mejor leerla después de leer el libro.
- Inmunidad, de Eula Bliss El típico libro que tiene todo para gustarme: la percha de un tema de actualidad (virus, epidemias, vacunaciones), y que desborda un acercamiento temático para acabar hablando de literatura, de estructura de clases, de la definición y los límites del yo y el no-yo, o de la construcción de conocimiento en un momento de proliferación de fuentes que tienden a jugar en igualdad de condiciones, por encima de los procedimientos por los que ese conocimiento ha sido elaborado y validado. De hecho, hay un momento en la lectura del libro que acaba por asaltar al lector la misma duda sobre la construcción del conocimiento que plantea el mismo libro: ¿será la autora una fuente suficientemente fiable? Al final, tanto el libro como el lector acaban en la misma conclusión: lo es. Lectura muy recomendable.
- Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño. Me siento un hereje y un traidor, como si hubiese fallado a todos esos amigos que me lo recomendaron con esa mirada cargada de empatía, tratando de ponerme en la pista de algo de incalculable valor. Y no. No funcionó. Aburrimiento, esa es la sensación. Aburrimiento continuado, pese a las distintas estrategias de lectura (en solitario, combinando con otras lecturas, leyendo sobre Bolaño para tener contexto, leyéndola en DF y leyéndola en Madrid…). Cada página un esfuerzo sin recompensa. Alguno de los amigos me insisten: avanza, avanza, llegará, el esfuerzo valdrá la pena. Pero no: lo siento, no llegaré a ser parte de esa tribu militante de Bolañistas.
- Poemas y canciones, de Bertolt Brecht. Es posible que ya haya reseñado este libro, ya que procuro leerlo cada par de años. Tiene algunos de los poemas que recuerdo con más cariño y disfrute. De hecho, alguno casi elevado a “dogma moral”. Una preciosidad, sobre todo los poemas a partir del exilio y tras su vuelta a Alemania.
- Todo Paracuellos, de Carlos Giménez, donde se recopilan la totalidad de los distintos Paracuellos que fue publicando el autor. Una joya, un gustazo, volver a algo leído hace ya muchos años y que sigue impactando tanto que necesitas ir parando historia a historia.
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