Acabo de terminar de leer un libro-joya: La Nueva Ilustración Radical, de Marina Garcés. Cargado de ideas, hay una que me interesó particularmente: es el concepto de "inteligencia delegada". Se pierde algo de contexto al extraer el párrafo, pero por sí mismo es ilustrativo:
"Nacido en el ámbito del urbanismo y desarrollado ideológicamente en Silicon Valley, el término solucionismo (-aquí Garcés hace referencia al término acuñado por Evgeny Morozov-) tiene su propia utopía: la de transportar a la humanidad a un mundo sin problemas. En este mundo sin problemas, los humanos podrán ser estúpidos porque el mundo mismo será inteligente: sus objetos y sus dispositivos, los datos que lo conformarán y las operaciones que lo organizarán. En la utopía solucionista ya no se trata de aumentar la potencia productiva para ampliar las capacidades humanas. De lo que se tratará es de delegar la inteligencia misma, en un gesto de pesimismo antropológico sin precedentes. Que lo decidan ellas, que nosotros, los humanos, no solo nos hemos quedado pequeños, como decía Günther Anders, sino que siempre acabamos provocando problemas. La inteligencia artificial, entendida así, es una inteligencia delegada (...). Humanos estúpidos en un mundo inteligente: es la utopía perfecta".
El texto es evocador y tiene numerosas derivadas (la renuncia al conocimiento, la dificultad de un proyecto político emancipador colectivo cuando delegas las decisiones en soluciones Smart), pero no es eso lo que me llamó la atención: lo curioso es que un texto filosófico de "alto vuelo" coincide con lo que estamos observando recientemente en las demandas de los consumidores en nuestros estudios de mercado. Si bien convive con temores alrededor de la privacidad, es habitual que, cuando evaluamos aplicaciones o asistentes virtuales con consumidores surja una reflexión: ¿con todo lo que saben de mí esto es todo lo que son capaces de aportarme? . El consumidor ya ha descontado que las soluciones disponen de información sobre él, que la procesan y se la entregan de nuevo de manera razonablemente estructurada y enriquecida en un interfaz. La petición viene a ser: si de verdad quieres ser relevante ve más allá, integra información emocional que ya tienes sobre mí (mis gustos, mi música, mi situación sentimental...), y busca forma de impactar realmente en mi comportamiento. Ya sé que debo ahorrar, pero tus aplicaciones de ahorro solo me dan información, no soluciones efectivas: darme información sobre mis gastos, compararlos con los de "alguien como yo" y darme contenidos de "cómo ahorrar" no es solucionarme el problema. Y lo mismo ocurre si hablamos del consumo de energía, las aplicaciones de monitorización del ejercicio o similares.
El consumidor ha escuchado en los medios el discurso sobre la inteligencia artificial/ el algoritmo / los datos (es decir, se ha empapado de solucionismo), esa fantasía de que todo lo saben y que están detrás de casi todo, y les ha acabado otorgando una capacidad de resolver sus problemas que él siente no tener. La cuestión de fondo que lanza el consumidor es la siguiente: no sé bien lo que quiero, y cuando lo sé, no sé cómo conseguirlo: "entrego la cuchara" y que una solución tecnológica omnisciente me lo resuelva. Con esa inteligencia (y voluntad) delegada, rendida, de la que hablaba Garcés, lo que hace es lanzar la pregunta de "¿qué hacer?" a otra instancia, y esa instancia es la fantasía de la inteligencia artificial.
Así, lo que vemos, en ambos planos, tanto el macro de Garcés como el relacionado con el consumo (dos planos distintos, pero relacionados ya en la medida en que el consumidor ha interiorizado esa renuncia), es un ejercicio de "dejación de funciones": una inteligencia que ante el sentimiento de que no puede controlar su realidad, de su impotencia de comprender y dominar su mundo, se acerca a la tentación de que otro actor (esa fantasía proyectada de la inteligencia artificial) lo haga. Es posible que la IA no tenga esta solución, y además el consumidor es (por definición) contradictorio, ya que demanda también privacidad y sensación subjetiva de control. Lo relevante, en todo caso, es lo esta tentación de inteligencia delegada dice de nosotros mismos.
Muchas gracias por la lectura, muy interesante sin duda, para quienes se interesan en la Inteligencia Artificial.
Publicado por: Andres Vegas | enero 12, 2023 en 05:17 a.m.