Pues sí, el clásico repaso de lecturas de un verano ya lejano y poco leído, de escaso tiempo y pobre actitud lectora. Y aún así, con varios lujazos.
- Historia de los griegos, de Indro Montanelli. No es uno de los lujazos. Está bien, ameno, con muchas pequeñas historias, pero no es un gran libro de historia: entiendo que es un libro de divulgación para quién haya leído poco al respecto, de manera que repite muchos aspectos conocidos. Es tan rica la historia de los antiguos griegos que al final siempre tiene aspectos de interés, pero resulta superficial, además de verse lastrado por algo que quizás en otro momento funcionase bien: el libro, escrito en 1960, tiene numerosas alusiones al contexto histórico en que fue escrito (Italia en el momento de la reconstrucción europea con la IIGM aún muy presente), en general de intención humorística, que ahora mismo resultan o incomprensibles o irrelevantes.
- El amor en tiempos del cólera, de García Márquez. Fue mi estrategia para recuperar el apetito lector. Después de Cien años de soledad, que se me quedó como quizás el mejor libro que he leído, sabía que volver a García Márquez (al que, con los años que tengo, era ya delito no haber leído apenas) me devolvería las ganas de leer. Así fue. Maravilloso libro, sustentado en tres personajes que no logran ninguno de ellos despertar decididamente mi afecto. Hay quién lo analiza desde la relación de García Márquez con la historia de padres, y he preferido no leer al respecto: tengo la sensación de que me emborronaría/ difuminaría la preciosa impresión que me ha dejado
- M, el hijo del siglo, de Antonio Scurati. Qué maravilla de libro, qué mal cuerpo de libro. Magníficamente redactado (además de magníficamente traducido por Carlos Gumpert, del que fui compañero hace miles de años), tan ágil como estremecedor. Imposible leerlo sin pensar en el aquí y ahora, y si podría darse que acabásemos en ese asesinato impune de Giacomo Matteotti (aparte de su dureza, una preciosidad literaria como el libro acaba desembocando en ese momento). Aquí tenemos también unos supuestos liberales que dejaron de serlo capaces de cualquier cosa por no perder sus privilegios, una izquierda que se pone zancadillas a así misma, algún viejo imbécil de lecturas mal procesadas que quiere parecerse a D´Anunnzio sin asomarse a su talento, patanes hijos de la pequeña burguesía aspirantes a enfant terrible desde todo tipo de tribunas, seguramente financiadores del fascismo desde las élites y es posible que también un Rey que, prisionero de su propia institución, esté dudando en escorarse. Ahora, lo que no existe aquí y ahora (además de otro contexto histórico, obviamente) es esa tropa de choque nacida o bien de la frustración con la izquierda revolucionaria, o extraída del lumpen o de las brasas de la primera guerra mundial. Creo que tampoco existe la misma inteligencia política que mostraba Mussolini. En cualquier caso, menos mal que sabemos que la historia acaba felizmente en Plaza Loreto con un buen gancho de carnicero.
- Cuaderno de faros, de Jazmina Barrera. Una compra por impulso ante el escaparate de la que alegrarme, basada en una ilustración preciosa de portada, un tema afín y una editorial valiente. Faros, faros y más faros, que son mirada y destino, que son voz y lenguaje. Como se cuenta en el poema de Neruda recogido en el libro, son referentes que advierten a los hombres: "Por quienes vivo, aun cuando no los vea; / Y así, lejos de ellos, / Ya olvidados sus nombres, los amo en muchedumbre". Oscilando entre el libro de viajes (Normandía, Escocia, Asturias...), la fiebre literaria y la autobiografía, esquiva ese precipicio de la autoayuda de algunos libros que combinan ensayo y biografía (los halcones que me salvaron la vida, el mar que me dio sentido, los paisajes polares en los que me encontré), casi que diría de forma consciente y elegante: parece incluso llegar un momento en que la autora toma conciencia de ese riesgo y da un paso atrás. Un libro que transmite afecto.
- Cómo leer paisajes, de Robert Yaham y David Robinson. Un libro de divulgación geológica, comprensible y buen acompañado de ilustraciones explicativas, perfecto para entender qué hay detrás de la belleza paisajística. Por ponerle un pero (o ponerme el pero a mí mismo, porque es de sentido común si te lees un libro de unos autores británicos), casi todas las referencias son a lugares UK o USA.
Y para ir cerrando: incapaz de leerme El Cisne negro, de Taleb, vaya aburrimiento de libro. Y recomendación para cuando queráis conjugar un paseo por la montaña, algún comentario jocoso y la compra de libros: la librería Fuenfría, en Cercedilla, atendida por Rafael Reig.
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