Repaso lecturas de esta primavera de viajes y convalecencias. Van a ser unas reseñas anómalas, porque algunas de las lecturas están tan comentadas que no añadaría nada hacerlo yo también, y en otros casos porque comentarlas desvela necesariamente el juego del libro. Vamos en todo caso:
- Los recuerdos del porvenir, de Elena Garro. Hubo viaje a México, debía por tanto haber lectura mexicana... y además visitamos el precioso Centro Cultural Elena Garro en Coyoacán así que no había mejor autora (con una trayectoria vital complejísima) ni lectura posible. El arranque del libro es de los que se te quedan en la memoria, y la voz con la que se narra, inesperada. Reivindicado como el libro que realmente fundó el realismo mágico en el ámbito literario, es un gran aspirante, pero queda, cerca y lejos a la vez, de Cien años de Soledad. Una lectura recomendable.
- 50 Estados, de Ezequiel Zaidenwerg. Llegué a este artefacto poético sin tener la referencia clara de en qué consistía, y creo que parte de la belleza y su potencia es leerlo sin saber completamente en qué consiste, así que no lo desvelaré aquí. Solo diré que compensa.
- El murmullo, de Belén Gopegui. Libro de Gopegui, lectura y reseña ineludible. En este caso, otro artefacto de difícil clasifición, una tesis académica sobre los libros de autoayuda que analiza desde la perspectiva de considerarlos textos de ficción, acompañada de un ejercicio de construcción de un libro de "socio-ayuda". Se trata de un proyecto ambicioso, y también exigente para el lector. Con frecuencia me ha parecido que las ficciones de Gopegui eran con frecuencia ensayos ficcionados, con tesis fuertes a la vez que, en la elaboración de la narración, cargados de matizaciones y precisiones que de algún forma evocan al modo en que en el ensayo se corrige y define con precisión. Parecía lógico que en algún caso, como este, la ruta de Gopegui fuera (relativamente) la inversa, un ensayo/tesis con componentes de ficción en dos planos (el ejercicio de construir el libro "alternativo" de autoayuda, y el ejercicio específico de ficcionar dos "casos ejemplares" a modo de evocación los "casos" típicos de los libros de autoayuda). Decía que es un libro complejo, por lo citado en términos de estructura (y con ello la diversidad de tonos), y lo es también por el estilo, por las numerosas referencias y, por último, por ese impulso que parece tener y que cita explícitamente de hacer "levantar al lector la cabeza" del libro, al estilo Brecht. Es complejo, sí, y tierno: no desdeña al lector de autoayuda, otorga voz narradora a quien no suele tenerla y opera satisfactoriamente para los síntomas de DSL (Desesperación Silenciosa Leve).
- El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad. De Conrad leí mucho de chavalito, porque mi yaya tenía varios cuentos cortos suyos en casa. A estas alturas creo haberlos leído como libros de aventuras (Lord Jim, El alma del guerrero), sin llegar a entender lo que había detrás de sus personajes y su visión del mundo. El corazón de las tinieblas estaba pendiente, pero a la vez me generaba cierto distanciamiento la sensación de que iba a leerlo con una mirada totalmente estructurada desde Apocalypse Now y su tremendo aparato visual... hasta que encontré otra referencia que de alguna forma me iba a ayudar a enriquecer la mirada y que no estuviese tan determinada por la película de Coppola: Sven Lindqvist y su tremendo Exterminad a todos los salvajes! , que aporta un marco a la lectura del colonialismo y la evolución de pasar de ver a las culturas africanas de exóticas a amenazantes&tenebrosas conforme se necesita justificar la explotación colonial. En cualquier caso, es un libro que ahora mismo ya no puede leerse simplemente conforme a lo que la lectura genera, va a ir siempre cargado de contexto que de alguna manera "se come al libro".
- María Estuardo, de Stefan Zweig. He leído mucho Zweig, y aunque sabía de esos comentarios que señalaban que, aunque a partir de su revival en las últimas décadas haya podido ser leído en algún momento como autor de culto, en su época era más bien un autor folletinesco... nunca lo compartí (o mejor dicho, nunca me importó). Pero en este caso sí: el libro se lee ágil, como todos los suyos, y podría enganchar... pero es demasiado palpable el cambio de época como para no chirriar. Los saltos al vacío interpretativos sobre las motivaciones de los protagonistas, lo arquetípico de los personajes, el estilo en ocasiones excesivamente recargado y, por último, la interpretación de algo así como "el alma perenne femenina" (con su correspondientes correlatos masculinos) hacen que la lectura descarrile con frecuencia.
Por último, me leí también la trilogía de El señor de los anillos, que uno necesita evasión de vez en cuando... eso sí, completamente irreseñable a estas alturas, dada la universalidad de su alcance.